(A mi hermano, a modo de abrazo, con amor)
Más allá del
límite del camino hay nuevos lugares. Más allá de la silueta azul de las viejas colinas se precipitan hacia el valle ríos bravos de
agua virgen. Al final de la vaguada, serpenteando los meandros, estoy seguro de
que encontraría un mar que ahora ni siquiera soy capaz de imaginar: Sereno e
impetuoso, dócil e indómito, gris y
cobalto, de brisas venéreas y galernas trágicas, oculto entre nieblas
perturbadoras, resucitado en la luz del sol.
Un jilguero se ha
posado sobre una espiga verde y me asombra ver su habilidad para mantenerse, balancearse, jugar sin partir el tallo frágil,
igual que si se recrease sobre un
columpio de viento. Al verme, se fija en mí,
un solo instante; gira el pico desdeñoso, desconfiado, y parte hacia el
aire, en busca de otra espiga. Otros vuelan en bandadas, a su alrededor, y
giran y giran agitados sobre el mismo
lugar, llamando inútilmente su atención.
Una culebra se
cruza a mi paso en un breve zigzag. Ha dejado sobre el polvo de la vereda su
huella sinuosa. Surgió del trigal como una centella carnosa, y se internó
apresurada en el zarzal, entre arbustos, encinas jóvenes y flores de hierba.
Dos conejos brincan y rebotan. Se detienen momentáneamente, respingan las
orejas y desaparecen raudos tras la
ginesta amarilla. Por ahí deben tener su madriguera.
Un caballo pasta
solo en el prado. Ni se inmuta. Sigue rastreando el pasto, ensimismado,
ahuyentando con su cola rubia, descuidadamente, alguna mosca osada. A veces
levanta la testuz, sacude las crines, detiene sus ojos
tristes sobre el vallado y vuelve a inclinarse hacia la hierba, en un
gesto adictivo con el que parece
evadirse de una incurable melancolía.
Hay nubes
adornando el cielo alto, blancas como hueso de quijada. Son orondas y muy
voluminosas. No pueden disimular su afán de protagonismo. Si el viento no lo
impide, amenazan con su presencia perpetua.
Pero el viento soplará, estoy seguro. El hálito de aire que cimbrea la mies
arreciará y las rasgará hasta
transformarlas en líneas inofensivas, por más que alguien crea que se han convertido en cuchillos o espadas. Es la
trampa del atardecer, que invita a especular con apocalipsis en llamas.
Un perro ladra.
Guarda el establo de la granja que veo a lo lejos. Husmear, otear extraños, esa es su tarea diaria, que cumple a
rajatabla. Sin embargo, reparo en que no
le ladra a mi presencia, todavía demasiado distante. En realidad aúlla el eco
lejano del desafío de un rastro de tiza
que atraviesa el cielo, y pienso en la felicidad de vivir en un lugar donde los
perros todavía ladran a los aviones.
Camino y sigo el
camino, sin pausa, hacia el punto de origen. Esta noche, aquí, cuando la
oscuridad enmascare el paraje y ya nadie
transite, se lamentará el cárabo bobo y el cuervo negro graznará dormido sus pesadillas,
hasta que el alba emerja más allá del límite y yo vuelva a caminar por estos
campos, con la esperanza cierta de encontrar nuevas palabras.
8 comentarios:
Yo también. Para tu hermano, un ABRAZO.
Las palabras son el único tesoro con el que podemos viajar, pensar, recordar y amar.
Tus palabras son el mejor tesoro para tu hermano.
Besos, Ester
A veces se me acumulan tus entradas por leer hasta que llega el ratito tranquilo. Hoy me he partido de risa leyendo lo del colectivo museros, me he mosqueado con los siguientes y me he relajado del todo con el último. ¡Perfecto!
Gracias a las tres
¡Abrazos también para vosotras!
Bien como siempre, me gusta, aunque más allá del camino, más bien de la linde (qué palabreja más chula y precisa), no hay un prado a juzgar por la foto, sino un campo de hermosa cebada. Saludos
Linde también me gusta, sí. Linde invita a invadir, a saltar, a ir más allá. Linde es una frontera sin controles, un muro de piedras en donde se esconden las lagartijas
¡salud!
Que mejor regalo para alguien querido que hermosas palabras contadas. He llegado hasta aquí a través de Bee Borgas y ha sido un placer que espero mantener.
saludos desde Tenerife-Canarias y muchos besos de gofio.
¡Bienvenida Gloria!
Me encantaría que te pasases por aquí a menudo
¡salud!
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