La Editorial Anagrama ha publicado en un solo volumen la obra de Luis
Goytisolo “Antagonía”. Mi Ignorancia no la conocía. La encontré hace un par de semanas en La
llar del Llibre. O mejor dicho, me encontró ella a mí porque, entre estanterías
repletas de libros famélicos, la superficie de su lomo destaca desde lejos: se distingue igual que a un oso entre pingüinos. El
título me sedujo. Hermosa palabra.
Hojeé en pie, como judío frente al muro, el prólogo estupendo de Ignacio Echevarría y decidí hacerme con el volumen. He tenido que cambiar
de cartera, porque no me cabe dentro de la que utilizo habitualmente.
“Antagonía” es una inmensa novela compuesta por cuatro. Su lectura requiere
la máxima disposición de ánimo y de actitud, digamos, proactiva, para con la
literatura. Terminé la primera de ellas, “Recuento” (1973) hará un par de
semanas. Inmediatamente después compré y
leí “En la orilla”, de Rafael Chirbes, y aunque distan entre ellas la friolera
de 40 años, las dos hablan de lo mismo, la decadencia, la corrupción física y
moral, la vejez, la mentira, el examen de conciencia final, la memoria reciente y algo más lejana… lo peorcito de lo
que somos capaces de hacer.
Hace un par de días que he empezado a leer la segunda de las novelas que
forman “Antagonía”. Se titula “Los verdes de mayo hasta el mar “. Ésta apareció
en las librerías en el año 1976. Insisto, 1976. En 1979 se publicó la tercera, “La
cólera de Aquiles” y en 1981 “Teoría del conocimiento”, la cuarta y última.
Esta misma mañana, a primera hora, abría mucho
los ojos leyendo las siguientes líneas de “Los verdes de mayo hasta el mar”, escrita (recuerdo de nuevo) recién muerto Franco:
“Contaminación española a todos los niveles, servilismo, rapiñería, trapacería,
corruptela, prostitución esencial”.
“La codicia convertida en norma de conducta y la comisión o porcentaje en
modelo de relación humana, rasgos imputables no tanto a elementos foráneos
cuanto a lo específicamente catalán: falta de la convicción o el interés necesario para anteponer a la
conciencia del pueblo oprimido cualquier otra consideración. […] Ellos, ellos
que eran por este orden: catalanescos, progresistas, populistas, timoratos,
tímidos, reprimidos, oprimidos, traicionados no sólo en sus sentimientos sino
también en su dignidad.[…] Uno de esos catalanes que uno creía anglosajones por
su extremada afición a los productos derivados del cerdo, afición que llega
incluso a hacerles semejantes a un big pig en su aspecto físico […] promotores,
comisionistas, instaladores, vendedores, especuladores, cada uno con su puñado,
con su pellizco, con su bocado, con su tajada, pisando fuerte cuando conviene,
saltando a los ojos cuando conviene, dando por el culo cuando conviene,
relaciones públicas, relaciones humanas, antropofagia cropomórfica, lo que se dice una verdadera merienda,
sondeos, captaciones, mediciones, pie tras pie, palmo a palmo, responsables,
solidarios, y colectivos de la conversión de un país –Catalunya- en una forma
de vida, terreno ganado por el mal gusto opulento y la próspera grosería,
consecuencia de la ascensión social y económica del pequeñoburgués a la vez que
de la extensión de la propiedad horizontal”.
"La Europa de hoy, esa empresa
con más pasado que presente y más presente que futuro, una Europa más unida y
débil […] descivilizadora,
exterminadora, atomizadora, roedora y raedura, convirtiendo países en
explotaciones, culturas en antigüedades, razas en productos, pueblos en
mercados, mágico cambalache, genio del cristianismo, vasto despliegue de cruces y cañones […] una
Europa repentinamente aterrada, culpablemente acomplejada ante ese mundo hecho
a su imagen y semejanza, temiendo por encima de todo recibir un trato
recíproco, el mismo trato que ha dado, la droga asiática, la verga africana”
Después de la profunda y traumática sensación de deja vu que uno experimenta al leer
éstas líneas, recuerdo una vez más la fecha en la que se escribieron: 1976.
Ahora ya sé por qué vivo, día a día, con la certeza y el peso de no haber crecido.