Todo empezó con el robo de un banco. Así empezó todo.
Después, la sentencia exculpatoria y aquel discurso de la dignidad y las lecciones
de moral. Sí, fue muy famoso aquel discurso, uno de esos discursos para la Historia, ante decenas de miles de
personas agitando banderas y gritando “Som una nació!”. Recuerdo que sentenció,
desde aquel balcón, levantando un dedo amenazador: “El gobierno central ha hecho una jugada
indigna. En adelante, de ética y de moral hablaremos nosotros, no ellos”, dijo
él, mientras aplaudía, tras los cuarterones del ventanal, la Madre Superiora.
Y sí, efectivamente, en adelante fueron treinta años; treinta años de expolio al pueblo catalán que se prolongó hasta
bien entrado el siglo XXI, de la
mano del delfín, sacrificado a posteriori
en la papelera de la historia por su
propia Falange, la CUP convergente y de las JONS.
Se dice, se rumoreó en su momento, que Mas le rogó a David Fernández “¿Tú también, Bruto? Todavía
conservo en la espalda la señal de los
dedos de tu abrazo apasionado. De ti no me lo esperaba”.
Todo sucedía muy deprisa. Antes de su defenestración,
antes incluso de que nacieran los niños que hace pocas semanas se hicieron selfies
entre hogueras de contenedores en el ensanche rico barcelonés, Artur Mas amenazó con finiquitar la legislatura y dar
por muerto el nuevo Estatut si aquel tipo, Maragall, no retiraba las
acusaciones de mordida al 3%. Y Maragall
las retiró. A Mas, el Estatut le daba igual. Como dice un amigo mío, “a ése, el
Estatut se la sudaba” porque era un Estatut de origen charnego.
Se aprobó en los dos Parlamentos, el pueblo catalán lo
votó, más tarde se cepilló, y la familia mafiosa rival lo llevó al Constitucional, acabando con la
historia del Estatut charnego que elaboró la izquierda. Todo ocurrió justo en
el mejor momento, cuando ya estallaba la tormenta perfecta y las economías de
medio mundo se hundían. Con Mas al timón
del Govern, el Parlament aprobó el
presupuesto más reaccionario y antisocial de toda Europa, gracias a los votos de
la familia mafiosa rival. Sí, gracias al PP.
La indignación se había apoderado de toda España. En
Catalunya, los indignados intentaron asaltar el Parlament al grito de “ No ens
representen”. El actual político preso,
Turull, mano derecha de Puigdemont , twiteó
por aquel entonces que “las leyes están
para cumplirlas, si no, vas a la cárcel”. Declaró también que aquéllo había sido un Golpe de Estado. En
coherencia con aquella interpretación, el Govern de Mas llevó a los tribunales
a ocho personas, que fueron absueltas. Aun así, el Govern recurrió al tribunal
Supremo con el argumento de golpismo y rebelión. ¡Qué cosas!
Después, miles de personas acamparon durante días en
Plaça Catalunya, hasta que los futuros líderes independentistas, que todavía no
lo eran, desalojaron a los acampados con una brutalidad inaudita. Los líderes convergentes de
entonces, a poco de transformarse en revolucionarios, decían que aquella gente indignada por la
corrupción y los recortes sociales era gente indecente, sucia, y que la
obligación de todo buen gobernante era mantener las calles limpias.
Para colmo, estalló el escándalo de las preferentes.
Decenas de miles de personas perdieron sus ahorros estafadas por los bancos y
las Cajas de Ahorro. Aquello no podía
continuar así. Las 100 familias convergentes empezaban a preocuparse. Ante la presión del movimiento popular de los indignados, con Podemos en auge y la
izquierda catalana con muchas posibilidades de acceder al Govern de la
Generalitat, Mas y Convergencia crearon la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC) y
con ese arma de movilización masiva, el control absoluto de TV3 y una serie de
medios subvencionados en la órbita nacionalista, propusieron a ERC y CUP
iniciar una camino, el camino de la Independencia.
En un principio, los dos grandes periódicos catalanes,
propiedad de los grandes bancos, jugaron a movilizar al personal. Grandes
portadas, videos, vítores, titulares extraordinarios inflaban el zeppelin de la
independencia para tapar las vergüenzas del escándalo bancario y distraer la
atención hacia otros horizontes. El monstruo cobraba vida. En muy poco tiempo también cobraría conciencia; iba a resultar muy difícil detenerlo.
Reestablecido el control y con la izquierda en fuera de juego, el nacionalcatalanismo impuso
nuevamente el relato y el marco. Los
anhelos de los indignados zarrapastrosos pasaron a un tercer término. España nos roba.
Si no fuese por España la pensión mínima de jubilación en Catalunya sería de
1.100 euros. Pero España nos roba. El nacionalcatalanismo
meapilas, filocarlista, neoliberal,
corrupto y xenófobo de toda la vida impuso su relato gracias, entre otras cosas, a
que la izquierda tradicional y la nueva izquierda catalana y española, desorientadas y
ostentando su sempiterno complejo frente a la idea de España, se dejaron robar sin demasiada resistencia valores o términos tales como la rebelión, la República, la revolución,
la democracia y el poder popular.
A partir de esos momentos el Govern dejó de serlo y se convirtió en activista, utilizando la grandilocuencia populista como recurso. Se sucedieron firmas históricas.
La estilográfica presidencial devino en Excalibur. Todo era histórico.
Manifestaciones históricas, sesiones parlamentarias históricas, decretos
históricos, un primer simulacro de referéndum…
Mientras, el paro crecía y los recortes se ejecutaban con
mano de hierro, la justicia intervenía
la sede de CDC y encarcelaba a los dirigentes
corruptos de los mismos partidos que lideraban la revolució dels somriures. Se supo también de la Madre
Superiora, de las bolsas de basura hacia la banca andorrana, del latrocinio y
del expolio continuado al que sometió Catalunya la familia del padre de la patria Catalana, aquel
que en su día prometió regrabar en piedra del Sinaí los diez mandamientos de la ética.
Pero España nos roba.
El paralelo, llovían los apoyos internacionales a la
causa independentista. La mayor parte de los grupos de extrema derecha o de
ideología ultra emitieron (y siguen emitiendo) mensajes de apoyo. El ínclito fascista Salvini se
fotografió con la bandera estelada y la difundió por las redes sociales.
Y es que ya todo daba igual. Obnubilados por argumentos falaces engordados día a día por TV3, Catalunya Ràdio y un universo de medios afines, una parte importante de la población catalana, muy movilizada, compró
la independencia sin precio, sólo
mirando el envoltorio.
Sin embargo, la CUP Convergente y de las JONS se deshizo de Artur Mas, demasiado manchado
con la mierda del 4%, y apareció el
hombre llamado para la gloria, en adelante, Carles el legítimo, conocido en
Girona como “Carlos el loco”, un tipo que siendo alcalde de su ciudad cerró los
contenedores de basura con llave para que los mendigos no la revolviesen y no tuviesen qué comer.
A partir de aquí, todo lo demás se puede resumir en una
síncopa. Leyes de transitoriedad del 6 y 7 de septiembre de 2017. Golpe al Parlament
de Catalunya y a la democracia. Referéndum del 1 de Octubre. El mundo entero
asiste a imágenes vergonzosas de gente que quiere votar y es apaleada sin
miramientos. Dirigentes y periodistas independentistas lo celebran esa misma noche tomando
gintonics en uno de los hoteles más exclusivos de Barcelona, porque, al fin, el
procès ya tiene mártires.
Carles el legítimo no sabe si convocar elecciones o declarar la independencia. Se decide por las
elecciones, pero de modo sorprendente, cambia de opinión y el 27 de Octubre,
durante 8 segundos, Catalunya es una estado independiente. 155 monedas de plata.
Al día siguiente traiciona a los miembros de su Govern y cruza la frontera
camino de Waterloo. Rajoy anuncia que aplica el artículo 155, disuelve el
Parlament y convoca elecciones La policía detiene a 9 miembros del Govern que
acompañarán a Jordi Cuixart (president de la asociación de origen franquista Omnium
Cultural) y Jordi Sánchez (president de la ANC)
De nuevo elecciones. Torra, aunque no se presentó como
cabeza de lista, es investido décimo President de la Generalitat. Torra,
xenófobo y racista confeso. Torra, President de la Generalitat. Juicio
a los políticos presos. President Torra. Sentencia a los políticos presos. President Torra.
Torra llama a desobedecer de nuevo, pero a pesar de que
tiene las llaves, no abre la cárcel. “Aixequem-nos
i neu-hi” (Alcémonos, pero id vosotros). "Apreteu, apreteu". Torra alentando disturbios. Torra cortando la
AP7. Torra justificando el terrorismo. Torra soñando con mártires. Torra diciendo
que su causa necesita muertos. Torra y
Eslovenia. Torra juzgado por no retirar
lazos amarillos del balcón de la Generalitat en periodo electoral.
Joaquim Torra, honorable décimo President de la
Generalitat de Catalunya, el día antes del juicio por desobediencia, durante un acto en Bescanó (Girona) tomó la palabra, y allí, en pie, frente a
su público entregado, pronunció un discurso histórico: "Hoy he comido un plato de butifarra con
judías bastante contundente y, según las preguntas que me hagan en el juicio,
la cosa puede salir por un lado o por otro”. JoaquimTorra, décimo President
de la Generalitat de Catalunya, líder del independentismo catalán.
Y sí, fue un discurso histórico, porque con él acaba
todo. Lo que empezó con un robo finaliza con cuatro pedos. Ni farol, ni
símbolo, ni jugada maestra. Cuatro pedos. Cuatro pedos honorables que cierran un periodo de la
historia como metáfora de su origen. La
mierda, el mal olor, el producto de un proceso político mendaz e irresponsable, la peste corrompida de una élite política y económica
que ha destrozado y fracturado un país con el único fin de conservar sus privilegios
bloqueando el acceso al poder de
la izquierda de los indignados a costa
del miedo y de la ilusión de mucha
gente, pero con un único resultado: una hedionda
atmósfera irrespirable que tardará mucho tiempo en diluirse.