lunes, 4 de agosto de 2014

Vocaciones


De ser otro hubiese querido ser ángel del infierno; recorrer carreteras  enfundado en cuero sucio; hacer del camino el mundo; rodar, fumar y beber, quizás amar, solamente durante unas horas, y convertir el amor en cuerpo. Partir cada día con la certeza de haber dejado un recuerdo imborrable en alguien que  esperará en vano; que ya espera desde  el mismo instante de mi partida  mientras ve tras una cortina opaca cómo me voy haciendo pequeño en busca del horizonte encarnado.
De ser otro hubiese  querido ser poeta; recorrer sueños despierto; transformar  la palabra en verdad, o al revés; escribir, fumar y beber, quizás amar, solamente durante unas horas y convertir el cuerpo en amor. Enclaustrarme cada día en mi cuarto con la certeza de haber dejado un recuerdo imborrable en alguien que leerá en vano; que ya espera desde el último verso la encarnación de la palabra mientras tecleo el punto y final  y pienso en las críticas o en otro libro.
De ser otro hubiese querido ser reportero; recorrer calles, ciudades  y alcantarillas; hacer de la noticia denuncia; investigar, fumar y beber, quizás amar, solamente durante unas horas, y  convertir la  fuente en amor. Partir cada día con la certeza de haber dejado un recuerdo imborrable en alguien que se creía  inmune en vano; que ya espera en el quiosco el fin de sus fechorías mientras doblo la esquina y  suena otra vez en mi  teléfono una nueva llamada anónima.
De ser otro hubiese querido ser maestro; recorrer aulas y pueblos; enseñar, fumar y beber, quizás amar, solamente durante  unas horas, y convertir en  amor  la maternidad. Partir cada curso con la certeza  de haber dejado en alguien un recuerdo imborrable que ansía crecer desde el mismo instante de mi partida,  mientras escucho a lo lejos el eco blanco de otro campanario  y un griterío que vuela  hacia mí en alas  de vencejo.
De ser otro hubiese querido ser yo; recorrer el tiempo; vivir, fumar y beber, y por fin amar, solamente, durante todas las horas y convertir tu  amor en  mi vida. Partir hacia la muerte con la certeza de haber dejado en ti un recuerdo imborrable desde donde  bebo en vano  las lágrimas que me añoran y atestiguan transparentes  que finalmente hallé   mi vocación.