De ser otro hubiese querido ser ángel del infierno; recorrer
carreteras enfundado en cuero sucio;
hacer del camino el mundo; rodar, fumar y beber, quizás amar, solamente durante
unas horas, y convertir el amor en cuerpo. Partir cada día con la certeza de haber
dejado un recuerdo imborrable en alguien que esperará en vano; que ya espera desde el mismo instante de mi partida mientras ve tras una cortina opaca cómo me voy
haciendo pequeño en busca del horizonte encarnado.
De ser otro hubiese querido ser poeta; recorrer sueños despierto;
transformar la palabra en verdad, o al
revés; escribir, fumar y beber, quizás amar, solamente durante unas horas y
convertir el cuerpo en amor. Enclaustrarme cada día en mi cuarto con la certeza
de haber dejado un recuerdo imborrable en alguien que leerá en vano; que ya
espera desde el último verso la encarnación de la palabra mientras tecleo el
punto y final y pienso en las críticas o
en otro libro.
De ser otro hubiese querido ser reportero; recorrer calles,
ciudades y alcantarillas; hacer de la
noticia denuncia; investigar, fumar y beber, quizás amar, solamente durante
unas horas, y convertir la fuente en amor. Partir cada día con la certeza
de haber dejado un recuerdo imborrable en alguien que se creía inmune en vano; que ya espera en el quiosco el fin de
sus fechorías mientras doblo la esquina y
suena otra vez en mi teléfono una
nueva llamada anónima.
De ser otro hubiese querido ser maestro; recorrer aulas y
pueblos; enseñar, fumar y beber, quizás amar, solamente durante unas horas, y convertir en amor la
maternidad. Partir cada curso con la certeza de haber dejado en alguien un recuerdo
imborrable que ansía crecer desde el mismo instante de mi partida, mientras escucho a lo lejos el eco blanco de
otro campanario y un griterío que vuela hacia mí en alas de vencejo.
De ser otro hubiese querido ser yo; recorrer el tiempo; vivir, fumar y
beber, y por fin amar, solamente, durante todas las horas y convertir tu amor en mi vida. Partir hacia la muerte con la certeza
de haber dejado en ti un recuerdo imborrable desde donde bebo en vano las lágrimas que me añoran y atestiguan
transparentes que finalmente hallé mi
vocación.