miércoles, 30 de marzo de 2022

La mano de Mío Smith

 


La mano que mueve la cuna no es la mano que gobierna el mundo, por mucho que se empeñen los amantes de los lugares comunes. Desgraciadamente, la mano que gobierna el mundo es la mano de Willie Smith; una mano abiertamente beligerante, implacable, rápida y efectiva; una mano inesperada, premeditada y alevosa que golpea a todo aquel que  se pone por delante; una mano insidiosa y vengativa, que sonríe antes de restallar sobre su víctima con toda  la fuerza de que es capaz, dando a luz  a la incredulidad  de un silencio pasmado.

Porque, aunque es sabido que tras toda palabra sobreviene la acción, la mano que gobierna el mundo niega su poder y se acoge y practica el hecho consumado, de manera que en su preponderancia y avance es la acción la que genere la palabra, ya sea de disculpa, de manipulación, de rendición,  tergiversación de los hechos o reescritura del discurso de lo acontecido en beneficio propio y humillación ajena.

Una mano abierta sobre el rostro desconcertado de alguien, ante la estupefacción paralizada de millones de personas, en virtud de una aparente afrenta, es violencia sin paliativos, negación de la razón, atentado a la dignidad. Aunque la mano de Willie Smith es doméstica, y también prosaica, porque es un aficionado insultando a un árbitro desde la grada, un futbolista  agrediendo al contrario o un automovilista exhibiendo el dedo corazón por la ventanilla de su coche. Por eso, la mano abofeteante de Willie Smith es el atrevimiento, el  descaro, la mala educación y la vulgaridad del discurso fascista.

La guantada televisada y global de la pasada noche de los Óscar no es la escena de una película, no es ficción, no es Bud Spencer repartiendo treinta guantazos por minuto en el desierto de Almería, ni siquiera  Glenn Ford cacheteando a Rita Hayworth  dentro  del camerino. Es la acción premeditada, serena, calculada y pretenciosa de un hombre tan mirado de sí mismo que creyó contar con el derecho a defender algo supuestamente suyo, como lo habría hecho un conde en la Edad Media, un duelista decimonónico, un borracho en un bar, Ruiz Mateos con Boyer o un macarra en la calle Montera.

Y es que el actor norteamericano, tras escuchar los chistes sobre su esposa, sonrió, se levantó de su butaca, caminó decidido,  con paso firme, muy tranquilo.  Durante ese breve trayecto Smith se está viendo a sí mismo protagonizando la escena de su vida, creyendo encarnar un  héroe de reminiscencias épicas, un héroe social, convencido de que, tras el desenlace luctuoso, ofrecerá un gran ejemplo a sus hijos gracias al cual será aclamado por propios y  extraños ante una  exhibición inolvidable de viril pundonor conyugal.

Pasado un día se ciernen sospechas  sobre la autenticidad de los sucedido; hay quien se está dedicando a diseccionar a través de las imágenes la gestualidad del agresor y del agredido; hay quien invierte su tiempo en analizar exhaustivamente toda la escena en su conjunto, con el ánimo de revelar indicios que prueben el montaje. De mundo-Hollywood no sería de extrañar. Aunque quizás el primer rastro que debemos husmear para desentrañar  el móvil de semejante espectáculo sea el hundimiento de la audiencia televisiva de la ceremonia de los Oscar, que ha sufrido una caída en las dos últimas décadas de 50%, lo cual explicaría la necesidad de este bochorno planetario.

Bofetada real o bofetada acordada, exabrupto sincero o exabrupto falso, la cosa es que  el asunto se agrava si Willie Smith, Jadda Pinket,  Chris Rok y la Academia que otorga los premios Oscar planearon la escena con el fin de que la gala recuperase visibilidad y audiencia y, por tanto, un aumento en la cuenta de resultados para la próxima edición, cuyo mayor atractivo será el recuerdo del paseo sobre fieltro rojo más visto de la historia, una sonora agresión y la frase “Quita el nombre de mi mujer de tu puta boca” Sería tanto como animar a todos los medios de persuasión del mundo a proponer escenas violentas, de estirpe cutre, con la única finalidad de  ganar dinero, que finalmente es lo que a estas alturas, todos perdonamos. “Bien hecho”, diría un amigo del comercio al uso.

Ciertamente, el asunto no hay por donde cogerlo. Tenemos el deber de censurarlo, sin contemplaciones, sin medias tintas, sin un tanto así de condescendencia. De haber sentido que se ultrajaba a su esposa o de haber sentido la necesidad de limpiar su honor como Mío Cid en la afrenta de Corpes,  la salida digna y más efectiva que le quedaba al señor Smith era abandonar la sala, pero no podía, porque le recibía un premio, el premio más importante de su carrera, y entre recogerlo y mostrar su indignación con su ausencia, prefirió lo primero. Por eso decidió invadir el escenario y agredir al causante de su desasosiego. Por eso se quedó después sentado y eligió gritar igual que un vulgar hooligan, igual que el ciervo en la berrea. Por eso, finalmente, ocupó nuevamente el escenario y, ante el silencio y la pasividad escandalosa del público, se permitió ofrecer unas palabras, justificando su propio proceder y obviando el perdón de su víctima, eso sí, con la célebre y codiciada estatuilla en la mano.

Tras miles de años, al menos en algunas partes del planeta, el hombre ha conseguido que sus conflictos se diriman a través de las leyes que entre todos dictamos. El honor y sus variantes se litigan en los tribunales, civilizadamente. La defensa de nuestra reputación ya no se realiza a golpe de espadón, o con un disparo de pistola de pedernal. Ni siquiera un padre al que han violado a su hija se ve en la obligación moral de acabar con la vida del agresor, tal y como ocurría hace apenas un siglo. Además, en los países llamados avanzados, la educación universal se ha extendido. Las mujeres, con mucho esfuerzo y obstáculos, van ocupando el lugar que les corresponde. Los países intentan siempre agotar las vías diplomáticas para resolver sus disputas e intereses…

Quiero decir que, a pesar de haber realizado este camino colectivo, en ocasiones surgen tipos extemporáneos que lo desandan y nos llevan a lugares de partida.  De hecho, la Historia de la humanidad se ha construido a manotazo limpio. A pesar de que somos una aplastante mayoría las que solucionamos nuestros problemas y hasta nuestras afrentas sin romper un plato, o sencillamente asumiendo estoicamente determinadas eventualidades de la vida, en los últimos años van ganando espacio actitudes, maneras de estar en el mundo y personas cuyas propuestas y ejemplos intentan llevarnos a todos, maniatados, a la casilla de salida, con la ayuda de la comunicación  injertada en el dinero. La mano de Willie Smith indica esa dirección; la mano de Willie Smith es la mano que ha gobernado el mundo durante mucho tiempo. Niega la palabra, la desdeña,  y en la fuerza notoria y mediática de su acto propina otra bofetada al futuro con la aquiescencia, los aplausos y las risas de muchos, y la indiferencia de otros.

martes, 8 de marzo de 2022

La tía Julia y el tertuliano

 


Vamos a ver, existen diferentes tipos de volcanes. Los más peligrosos son los llamados Sars cov 2, más conocidos como estrombolianos. Ahora bien, en función de los parámetros que nos ofrece el panel de las Naciones Unidas para el cambio climático, podría darse el caso de que  la lava llegase al mar, con lo cual estaríamos a las puertas de un conflicto de incalculables consecuencias, en virtud del cual el mismísimo rey emérito debería vacunarse de nuevo porque a estas alturas de la pandemia sabemos que las personas de mayor edad son las más vulnerables y más allá de vacunarse,  la OTAN podría entrar en una dinámica de división que no interesa más que a Putin, muy sensible en lo que se refiere a  la depreciación de la vivienda en La Palma que, tras la última erupción, ha asolado Ucrania, un país envuelto sin quererlo en un grave conflicto que podría afectar al calentamiento global y al mismo tiempo propiciar un acercamiento de China a EEUU, eso sí, con mascarilla, pues no está claro todavía que la pandemia de la COVID se encuentre en vías de extinción. De hecho, los expertos aseguran que la última variante Omnicron podría aniquilar macrogranjas porcinas y vacunas  como si de un castigo de la naturaleza se tratase, ante lo cual Pablo Casado tendría todavía alguna posibilidad de disputarle la presidencia del PP a Alberto Núñez Feijoo, por mucho que Miguel Ángel Rodríguez y su Isabel Díaz Ayuso se afanasen en la reconstrucción de todo el parque inmobiliario de la Isla, o que Pedro Sánchez, siempre al quite, renueve su confianza con Esquerra Republicana de Catalunya tras el encontronazo de los icebergs que se han desprendido en el Ártico y que amenazan al tráfico marítimo, cuestión esta que no es baladí dado la falta de todo tipo de componentes que sufre la industria mundial a consecuencia de la escasez de silicio, del bloqueo marítimo tras la pandemia que, por lo que parece, entra en vías de gripalización tal y como aseguran otros expertos de indudable valía, como por ejemplo el manacorí Rafa Nadal, que tantas y tantas alegrías no está dando a los aficionados al deporte y a todos los españoles de bien,  o al Ministerio de Economía y Hacienda a quien la reforma laboral de Yolanda Díaz parece que no ha sentado demasiado bien, pues según fuentes muy bien informadas, Yolanda Díaz es inmune al COVID, un hecho que no ha dejado indiferente a los partidos de la oposición quienes, después de difundir el rumor, aseguran que Putin en realidad es comunista y no nacionalista, y ni siquiera ultraderechista, de manera que  en las fotos en las que  Santiago Abascal aparece junto a Salvini, Salvini junto a Puigdemont y  Putin,  y éste último junto a Marie LePen no son más que otra consecuencia de las estrecheces de materia prima a la que se ve abocada la industria , y en especial al precio del quilovatio hora, que provoca una coladas a 2 euros la lavadora , aclarado y centrifugado completo. Bien, queridos colaboradores, no tenemos más tiempo, gracias por sus valiosísimas opiniones, que arrojan luz sobre la compleja actualidad y proporcionan a nuestros oyentes y a nuestra audiencia datos objetivos con los que ellos mismos puedan formarse su propia opinión de lo que acontece. Nosotros no hacemos otra cosa que informar. La opinión es cosa suya. Hasta mañana.

martes, 1 de marzo de 2022

En primera persona

 

Sobre la guerra es imposible decir algo valioso, o diferenciado. Sobre la guerra está todo dicho, porque siempre, durante toda la Historia, la guerra ha sido igual. La guerra nos la sabemos de memoria. Lo mismo ocurre con la muerte. Frases, artículos, noticias,  versos, párrafos,  libros o imágenes sobre la guerra y sobre la muerte son inútiles porque únicamete llegamos a conocerlas en el momento trágico y misterioso del tránsito definitivo, ante la visión de nuestra casa destruida, de los cadáveres ensangrentados de  nuestros hijos.  La guerra y la muerte son primera persona. Lo demás son aproximaciones bienintencionadas, compasiones, documentos para la historia o apologías insensatas.

Hace más de veinte años la muerte y la guerra asolaron a los hombres y las mujeres de la región de los Balcanes. Durante toda la última década del siglo XX,  en el corazón de Europa, miles de persones  asesinaban a otras miles  personas, las violaban, las torturaban, destruían sus ciudades, sus colegios, sus hospitales, sus mezquitas y sus iglesias; dejaban en la ruina las casas de sus enemigos; invertían toda su inteligencia en infligir el máximo dolor a sus semejantes; se apostaban tranquilos en las azoteas para reventar con una bala el cráneo de la mujer o el hombre que cruzaba la calle; asesinaban a sangre fría a civiles ante los ojos de sus hijos y después asesinaban también a sus hijos, y después bebían, fumaban y se explicaban chistes procaces, o se fotografiaban junto a los cadáveres. Porque profesaban otra religión, porque hablaban otro idioma, porque sus orígenes eran diferentes.

En aquel tiempo trabajé junto a Gabriel. Compartíamos oficina y responsabilidades. También compartíamos determinada visión del mundo y de la vida. Quizás por eso Gabriel y yo nos animamos a  refundar una revista trimestral. Pudimos publicar tres números. El segundo lo dedicamos a la Guerra de los Balcanes cuando se producía el llamado asedio de Sarajevo. Toda la revista era un alegato en contra de la guerra y contra los nacionalismos, desde  varios puntos de vista.  Estoy orgulloso de haber participado en aquel proyecto, aunque por mucho que nos esmeramos,  no decíamos nada nuevo, porque sobre la guerra está todo dicho, igual que sobre la muerte.

Poco después Gabriel y yo dejamos de producir la revista; nuestros caminos profesionales y vitales se separaron. Supe de él gracias a algunos artículos que publicó en un diario en los que explicaba la experiencias que vivió  en una viaje que hizo alrededor del mundo. Él me los enviaba. Eran unos textos hermosos, rebosantes de respeto por la gente, fuese cual fuese su cultura y su modo de vida. Finalmente recaló de nuevo en España. Se instaló en Ses Illes. Lo supe porque poco antes de que  finalizase  2017 recibí un wattsup . Yo, la verdad, le había perdido la pista. Ni siquiera sabía su nuevo número de  teléfono. Me produjo mucha alegría saber de él y Gabriel  también se mostró feliz; incluso me invitó a su casa, pero después de uno cuantos mensajes, todo empezó a torcerse.

Me pidió que firmase una petición favorable a los partidos secesionistas catalanes. Yo le dije que no compartía ni sus objetivos políticos ni las formas con las que querían conseguirlos. El tono de los mensajes cambió de inmediato. Poco a poco, sin darnos cuenta, nos habíamos enfrascado en una discusión que no tenía más que una salida. Y es que llegados a la culminación de nuestros argumentos Gabriel me llamó fascista, con letras mayúsculas y admiraciones. Intenté recordarle con quién estaba conversando, pero su respuesta fue otro FEIXISTA!! y después otro, y  otro más. Escribió gritando hasta tres veces  la infausta  palabra y finalmente se hizo el silencio entre  nosotros. Y desde 2017,  hasta ahora.