Hace más de veinte años la muerte y la guerra asolaron a los hombres y las mujeres de la región de los Balcanes. Durante toda la última década del siglo XX, en el corazón de Europa, miles de persones asesinaban a otras miles personas, las violaban, las torturaban, destruían sus ciudades, sus colegios, sus hospitales, sus mezquitas y sus iglesias; dejaban en la ruina las casas de sus enemigos; invertían toda su inteligencia en infligir el máximo dolor a sus semejantes; se apostaban tranquilos en las azoteas para reventar con una bala el cráneo de la mujer o el hombre que cruzaba la calle; asesinaban a sangre fría a civiles ante los ojos de sus hijos y después asesinaban también a sus hijos, y después bebían, fumaban y se explicaban chistes procaces, o se fotografiaban junto a los cadáveres. Porque profesaban otra religión, porque hablaban otro idioma, porque sus orígenes eran diferentes.
En aquel tiempo trabajé junto a Gabriel. Compartíamos oficina y responsabilidades. También compartíamos determinada visión del mundo y de la vida. Quizás por eso Gabriel y yo nos animamos a refundar una revista trimestral. Pudimos publicar tres números. El segundo lo dedicamos a la Guerra de los Balcanes cuando se producía el llamado asedio de Sarajevo. Toda la revista era un alegato en contra de la guerra y contra los nacionalismos, desde varios puntos de vista. Estoy orgulloso de haber participado en aquel proyecto, aunque por mucho que nos esmeramos, no decíamos nada nuevo, porque sobre la guerra está todo dicho, igual que sobre la muerte.
Poco después Gabriel y yo dejamos de producir la revista; nuestros caminos profesionales y vitales se separaron. Supe de él gracias a algunos artículos que publicó en un diario en los que explicaba la experiencias que vivió en una viaje que hizo alrededor del mundo. Él me los enviaba. Eran unos textos hermosos, rebosantes de respeto por la gente, fuese cual fuese su cultura y su modo de vida. Finalmente recaló de nuevo en España. Se instaló en Ses Illes. Lo supe porque poco antes de que finalizase 2017 recibí un wattsup . Yo, la verdad, le había perdido la pista. Ni siquiera sabía su nuevo número de teléfono. Me produjo mucha alegría saber de él y Gabriel también se mostró feliz; incluso me invitó a su casa, pero después de uno cuantos mensajes, todo empezó a torcerse.
Me pidió que firmase una petición favorable a los partidos secesionistas catalanes. Yo le dije que no compartía ni sus objetivos políticos ni las formas con las que querían conseguirlos. El tono de los mensajes cambió de inmediato. Poco a poco, sin darnos cuenta, nos habíamos enfrascado en una discusión que no tenía más que una salida. Y es que llegados a la culminación de nuestros argumentos Gabriel me llamó fascista, con letras mayúsculas y admiraciones. Intenté recordarle con quién estaba conversando, pero su respuesta fue otro FEIXISTA!! y después otro, y otro más. Escribió gritando hasta tres veces la infausta palabra y finalmente se hizo el silencio entre nosotros. Y desde 2017, hasta ahora.
6 comentarios:
Acabo de mirar el significado del sufijo "ista", no porque no lo supiera, sino por MATIZAR bien. "Partidario de", " "Inclinado a"; manda gűevos que un presunto "independentista/nacionalista",¿conocedorista de la historia? a tenor de lo que cuentas, viajadorista de facto, te acusara de partidario del "fascio". Se dice así?
Ostia, no entiendo NADA!,,,
Pues así están las cosas. Perdí un amigo, sí, y no hay día que no recuerde esa conversación. Creo que cuando esos desencuentros se producen colectivamente hay muchas probabilidades de iniciar una guerra. De hecho hay quien dice que si en Cataluña hubiésemos tenido dos religiones, cada una de ellas vinculadas a un sentimiento nacional diferenciado y enfrentado, ahora mismo estaríamos como en Bosnia
Un abrazo
¡Salud!
Justamente me sucedió lo mismo, insulto "Fascista" mediante, con mi amigo Lluis. Ahora yo en lo mio y él cada noche en la Meridiana
Javier, es tremendo lo que nos ha pasado. Creo que no llegamos a ser conscientes. La semana pasada vi la película "Maixabel". No podía parar de llorar. Si aquí en Cataluña lo hemos pasado así, no puedo ni llegar a imaginar qué ha sido la vida en el País Vasco durante cuarenta años. Siento una tristeza profunda ahora con Ucrania que se acentúa al ver cómo se prioriza el debate político o estratégico al mensaje terrible que emite una guerra. Espero que termine pronto. Un abrazo, Javier. Gracias por participar.
¡Salud!
Afortunadamente, de vez en cuando hay ángeles que se pasean entre nosotros. Esa es Maixabel Lasa.
Maixabel es una mujer ejemplar, en el más gomanista de los sentidos
¡Salud, Belén!
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