Compatriotas, me habéis
jodido la vida, otra vez.
Y lo peor es que lo sabéis.
Mi vida y la de los míos estarán de nuevo sometidas durante unos cuantos años a las decisiones que tome la mafia organizada en partido político.
Los que les habéis votado, también vais a sufrir sus crímenes y su traición.
Sinceramente, allá vosotros con vuestras desdichas. Me resultarían indiferentes si no fuese porque vuestro destino es mi destino, porque vuestra miseria es mi miseria, porque la injusticia que padeceréis es la injusticia que yo padeceré.
No tenéis escusa. Sois cómplices, y sois cobardes. Sois pusilánimes y sois mezquinos.
Habéis otorgado a una organización criminal con aspecto de partido político la patente de corso para que nos esquilmen definitivamente; para que nos expriman; para enriquecer todavía más a quienes os están jodiendo a diario la vida y el futuro de vuestros hijos.
Atended bien lo que os digo. Escuchad atentos. Leed si es que todavía sabéis hacerlo.
Mañana, cuando yo vaya al médico y necesite una operación urgente y me programen a un año vista, os desearé enfermedad eterna.
Mañana, cuando mi hijo me diga que quiere estudiar en la universidad y yo no pueda pagar la matrícula, rezaré para que vosotros tampoco podais pagarla.
Mañana, cuando mi hija salga a buscar trabajo y le ofrezcan 800 euros al mes con tres idiomas, dos grados y un máster, os desearé paro sin subsidio mientras vivais.
Mañana, cuando mi madre no pueda valerse por sí misma y tenga que buscar una residencia o una persona que la cuide y no disponga de ningún tipo de ayuda estatal, me cagaré en vuestros muertos, y desearé con todas mis fuerzas vuestra vejez en la calle, tirados, como despojos.
El próximo invierno, cuando no pueda encender la calfeacción y tenga que dormir junto a mis hijos para darles el calor de mi cuerpo, desearé vuestra indigencia en medio de las heladas más inclementes.
Mañana, cuando me despidan y no pueda pagar la hipoteca y el banco me desahucie, me cagaré en vuestra mano, la misma que votó a los criminales, y llamaré a vuestra puerta, y dormiré sobre vuestro felpudo, como un perro sarnoso, para que cada día que salgáis a la calle os veáis obligados a saltar por encima de mi desgracia.
Mañana, cuando se conozca otro caso de robo de nuestros recursos, organizado y ejecutado desde las estructuras del partido al que habéis votado, iré al juzgado de guardia y os denunciaré por cómplices.
Compatriotas, hoy habéis hecho de esta nación una vergüenza internacional. Somos el hazmerreír de medio mundo. Gracias a vuestros votos conscientes de ayer, hoy somos un país de mierda.
Para vosotros todo mi desprecio. Para mí, la vergüenza de haber nacido en la misma tierra que estáis ayudando a arruinar.
Y lo peor es que lo sabéis.
Mi vida y la de los míos estarán de nuevo sometidas durante unos cuantos años a las decisiones que tome la mafia organizada en partido político.
Los que les habéis votado, también vais a sufrir sus crímenes y su traición.
Sinceramente, allá vosotros con vuestras desdichas. Me resultarían indiferentes si no fuese porque vuestro destino es mi destino, porque vuestra miseria es mi miseria, porque la injusticia que padeceréis es la injusticia que yo padeceré.
No tenéis escusa. Sois cómplices, y sois cobardes. Sois pusilánimes y sois mezquinos.
Habéis otorgado a una organización criminal con aspecto de partido político la patente de corso para que nos esquilmen definitivamente; para que nos expriman; para enriquecer todavía más a quienes os están jodiendo a diario la vida y el futuro de vuestros hijos.
Atended bien lo que os digo. Escuchad atentos. Leed si es que todavía sabéis hacerlo.
Mañana, cuando yo vaya al médico y necesite una operación urgente y me programen a un año vista, os desearé enfermedad eterna.
Mañana, cuando mi hijo me diga que quiere estudiar en la universidad y yo no pueda pagar la matrícula, rezaré para que vosotros tampoco podais pagarla.
Mañana, cuando mi hija salga a buscar trabajo y le ofrezcan 800 euros al mes con tres idiomas, dos grados y un máster, os desearé paro sin subsidio mientras vivais.
Mañana, cuando mi madre no pueda valerse por sí misma y tenga que buscar una residencia o una persona que la cuide y no disponga de ningún tipo de ayuda estatal, me cagaré en vuestros muertos, y desearé con todas mis fuerzas vuestra vejez en la calle, tirados, como despojos.
El próximo invierno, cuando no pueda encender la calfeacción y tenga que dormir junto a mis hijos para darles el calor de mi cuerpo, desearé vuestra indigencia en medio de las heladas más inclementes.
Mañana, cuando me despidan y no pueda pagar la hipoteca y el banco me desahucie, me cagaré en vuestra mano, la misma que votó a los criminales, y llamaré a vuestra puerta, y dormiré sobre vuestro felpudo, como un perro sarnoso, para que cada día que salgáis a la calle os veáis obligados a saltar por encima de mi desgracia.
Mañana, cuando se conozca otro caso de robo de nuestros recursos, organizado y ejecutado desde las estructuras del partido al que habéis votado, iré al juzgado de guardia y os denunciaré por cómplices.
Compatriotas, hoy habéis hecho de esta nación una vergüenza internacional. Somos el hazmerreír de medio mundo. Gracias a vuestros votos conscientes de ayer, hoy somos un país de mierda.
Para vosotros todo mi desprecio. Para mí, la vergüenza de haber nacido en la misma tierra que estáis ayudando a arruinar.