Este texto es
subversivo y por lo tanto peligroso. Hace unas semanas, mientras exprimía unas
naranjas después de la ducha matinal, escuchaba “La Grange” , una canción de ZZ
Top. “La Grange" pertenece a ese tipo de
rock&roll confederado, machista y auténtico que tanto me gusta. Siempre que
suena me veo a mi mismo conduciendo una Harley
y follándome a todo lo que se menea en moteles
baratos. ¡Cuántas veces no habré escuchado “La Grange”, más o menos a la
misma hora de la mañana, y cuántas veces
habré maldecido por no tener el carnet
de conducir motos!.
Pero ZZ Top ya no es para mí, exclusivamente, una banda
de Rock. Después de aquella mañana, ZZ Top ha marcado en mi vida un antes y un
después. Me di cuenta de todo gracias a esa lucidez privada que late de madrugada poco después de
sonar el despertador; ese
momento del día en el que, por el hecho
de ponernos a caminar, creemos que ya estamos
despiertos, aunque la realidad es bien distinta: respiramos y ejecutamos actos
cotidianos y rutinarios en un estado de semisonambulismo que procesa nuestros pensamientos entre la inconsciencia y
la realidad, entre los sueños y la
verdad. Es un estado que desaprovechamos a diario de un modo incomprensible porque nos permite afrontar la
realidad y nuestros razonamientos utilizando
la audacia y el atrevimiento del que solamente somos capaces en los
sueños. Viene a ser algo así como asistir con lucidez, durante unos minutos, a
la existencia de nuestro superyó, todavía limpio y ajeno a las impurezas con que nos amedrentan
los condicionantes de todo tipo y que acaban por imponerse justo después de que nos hayamos
puesto los calzoncillos, momento a partir del cual ya estamos dispuestos y
predispuestos a resistir estoicamente todo tipo de humillaciones en pos de la
paz social y de nuestra despensa.
Sonó el último
acorde de “La Grange”. El locutor dio la hora y a continuación, tras animar a
la audiencia, anunció feliz una nueva
canción: 'Black Betty', de Ram Jam. Yo escuchaba
y bebía al mismo tiempo el zumo fresco. Oía
potentes las voces, las guitarras
y la batería, que recibía igual que una oración matinal, sin matices, como una salmodia latosa
infiltrada a esa hora
temprana en mi casa aprovechando mi gusto por ese tipo de música.
Finalizó 'Black
Betty', emitieron el boletín de noticias y tras unos minutos de publicidad
empezaron a sonar, una tras otra, entre secciones, frases y distracciones
variadas, exactamente las mismas
canciones que suenan indefectiblemente, todos los días del año, ya llueva,
nieve, abrase o se pierda el mundo entre nieblas espesas.
En un principio no di mayor importancia a mi observación. Tan solo pensé en cambiar de emisora, de
modo que así lo hice, pero como ya
albergaba cierta alarma y se había inoculado
en mi cabecita loca el germen de la obsesión, dediqué las madrugadas siguientes
al análisis exhaustivo del dial y de la programación matinal, de modo que estuve
rastreando todas y cada una de las frecuencias de la FM y todos y cada uno de los programas despertador sin excepción.
Los resultados que arrojaron mi misión son inquietantes. Dada una emisora determinada
y el público a que se dirige, sus
responsables eligen un estilo de música determinado. Dentro de cada estilo
diferenciado, todos los días de la semana de todos los meses del año suenan, en
todas las emisoras nacionales, exactamente las mismas canciones. Nunca se
producen variaciones. Ni el más leve cambio, ninguna novedad, ningún tema
extraño al inventario. A veces, incluso, algunas de ellas suenan a la misma
hora de la mañana con una puntualidad que resulta un tanto perturbadora.
He sabido por
boca de estudiosos y expertos que a los niños les gusta ver una misma película una y diez veces;
que les encanta que papá o mamá les repitan hasta el hartazgo el mismo cuento
noche tras noche. Parece ser que este fenómeno se produce por una razón. La
reiteración argumental ofrece a los más pequeños seguridad en sí mismos y
seguridad en el futuro. Escuchar siempre la misma historia les mece en la
certidumbre; les blinda en las fantasías
reiteradas de los cuentos un hipotético dominio sobre el mundo que les rodea. ¡Santa y bendita ingenuidad!
Sin embargo, crecemos
y parece que no aprendemos a zafarnos de los engaños, a descubrir las trampas y a desvelar los placebos. Y es que las conclusiones a las
que he llegado después de realizar mi estudio no pueden resultar más alarmantes. La repetición sistemática de la programación musical en las emisoras
que emiten programas despertadores no es
más que una de las acciones integradas
dentro de la estrategia conspiradora más peligrosa y dañina que nunca,
nadie, haya conocido hasta la fecha, destinada a un único fin: convencernos desde
las primeras horas del día -justo cuando nuestra conciencia despierta de nuevo
a la realidad- de que nada cambia; de que siempre, ahora, y ayer, y mañana, todo va
seguir igual; de que no hay posibilidad alguna de novedad, progreso o
transformación.
No me resulta
difícil imaginar una madrugada cualquiera, exprimiendo tres o cuatro naranjas y
escuchando por sorpresa una de las sinfonías de Mozart, a Rocío Jurado, o a
Mecano en el mismo programa en la que escucho a diario “La Grange”. Seguramente, cambiaría
de emisora. Después encontraría en el dial otra de mi gusto, pero volvería a encontrarme con otra sorpresa, y
cambiaría de nuevo, y así cada mañana, de cada uno de mis días, hasta que mi
superyó, presente en ese estado de precaria lucidez seminosámbula, tomaría las
riendas de mi vida lanzándome a la calle
sin ni siquiera ponerme la ropa interior. De esa manera -no me cabe ninguna duda- daría comienzo una nueva era.
11 comentarios:
Acertada la idea de bucle. Me gusta Bill Murray. Lo adoro. Pero creo, que al final, tanto en la radio con la musica, como en la película, la repetición me hace salir corriendo. ni siquiera me gusta repetirme a mi misma ( o quizás , a mi misma menos).
Mi emisora de radio la invento yo. Me despierto cada día con ganas de escuchar alguna canción en concreto o algún grupo. Mi equipo de música es mi FM particular.
Besos, Ester
Imposible comentar nada...
Nunca fui muy de bandas ni de festivales, aunque estuve en algunos... Cierta al sorpresa al comprobar que mis hijos..., pero el balance... casi como el tuyo.
Aparte, el busisness...
Kissses!
¡Vaya, Roy! Te has desvelado fémina. Toda una sopresa, muy propia de quien no le gustan las redundancias
¡Abrazos!
Ester, besos a tod@s
Sí, Ana, parece que los jóvenes redescubren a nuestros ídolos. Así está el panorama creativo: un erial
¡Salud!
Hablando de mismas o mismos,"el inconsciencia y la realidad,..". Ajusta el género: "la", o bien cambia el sujeto de inconsciencia a inconsciente.
Bill, cara de palo picada, Murray es un grande
Saludos
Gracias Lansky, ya lo he cambiado
¡Salud!
Es muy común el encasillamiento en los mundos en que vivimos, quizás para reconocer el nicho de mercado al que atacar para vender, de ahí que nos empujen a definirnos y nosotros vamos y lo hacemos, elegimos una emisora, una cadena de televisión o en Facebook la gente pone sus gustos generales, a partir de ahí les damos las herramientas para que nos manipulen y nos bombardeen manteniéndonos en un letargo semiconsciente de falsa estabilidad.
Sin lugar a dudas si por las mañanas nos dieran los buenos días con un pupurrí ecléctico e inesperado de buenas canciones se montaría la de Dios, este mundo no está preparado para pensar, solo para seguir las rodadas del carro que tiene delante.
El buen arte, en general, accede a partes de uno mismo que son más profundas y que te remueven por dentro, y una exposición prolongada a estos estímulos perjudicaría a los que se llevan la tostada que podrían llamarse, Amazon, Random, Apple o políticos...etc no te lo van a poner fácil. Lo triste es que no se apaguen las radios masivamente y gastemos el tiempo en encontrar cosas que merezcan la pena, no es muy difícil, hay mil grupos, mil canciones y mil artistas esperando a que los abraces y los integres para tu uso personal.
Supongo que el tema musical es muy parecido a lo que pasa con los libros.
Un abrazo, :)
Babe, estoy muy de acuerdo con lo que dices. Todo se traduce en segmentación.
De todos modos, en mi texto, pretendía ir por otra dirección. Quería decir que hay una especie de péndulo global que nos hipnotiza a diario con la repetición, de manera que se nos alienta o se nos educa para que siempre veamos las cosas igual, sin cambios; para que sean las rutinas quienes nos formen y conformen un pensaminento colectivo conservador en el sentido del no cambio, hacia la asuncion de un status quo que es el que debe ser por orden natural.
Creo que me he explicado mejor ahora, respondiendo tu comentario, que en el texto
Un abrazo, Babe, y gracias por tu tiempo
Bueno, yo iba a hablar de lo de halagar y de repente veo que me encajan en anteriores entradas..
¡Vejez!
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