Me había propuesto no escribir temas estrictamente políticos
durante el tiempo de confinamiento pero, ayer tarde, momento en el que Esquerra Republicana de Catalunya
anunció que mañana día 6 de mayo votará en contra de prorrogar el estado de
alarma, se me anudó el estómago y empecé a experimentar una angustia
muy parecida a la que los mismos políticos del mismo partido, en compañía de
jxCat y la CUP, me sometieron hace ya
unos años; una sensación de incertidumbre y desasosiego que me bloquea, saca lo
peor de mí, y me sume en momentos de depresión porque me provoca desconfianza,
ira, miedo, e incomprensión, los sentimientos de los que se valen las
ideologías más perniciosas que ha sufrido la humanidad bajo el gobierno de
quienes las propiciaron para hacerse con el poder.
Quien no viva en Catalunya no conoce bien al militante o
dirigente de ERC. Su trayectoria les avala. Fueron el dique en el
que se parapetó la burguesía catalana en las primeras décadas del siglo XX para
contener el movimiento obrero y neutralizar su llegada al poder. Son un partido surgido de aquel otro partido 'Estat Català' de los hermanos Badia
(en la foto), que se organizaban en escuadrones paramilitares con la aquiescencia de Companys para detener sumariamente a sindicalistas en las calles y
someterles a simulacros de fusilamiento. A la orden de ¡foc!, lanzaban
piedrecitas en sus espaldas. Así nació ERC, así era ERC. Hace bien pocos días
las juventudes del partido, con presencia telemática de destacados dirigentes de ERC y JxCat organizaron un sentido homenaje a esos dos
adalides de la izquierda, de las libertades y de la democracia.
Hoy día el militante y votante de ERC suele ser un pequeño
mediano burgués, comerciante, profesional liberal, pequeño empresario de fuertes
convicciones neoliberales, educado en su gran mayoría por frailes de órdenes religiosas de profundas raíces catalanas,
viajado, leído, que alberga en lo más hondo un sentido supremacista de la
existencia que nunca disimula. Es decir, cree a ciencia cierta -y no hay nada
que le haga cambiar de opinión- que un catalán es mejor que un español por el
hecho de serlo. A pesar de ser señores y señoras muy leídos, creen que un día llegaran a ser rubios de ojos azules, como sus admirados escandinavos; negarán siempre la parte que les corresponde de genes árabes, se sienten identificados con la causa sionista y jamás han movido un dedo por la liberación del pueblo palestino. En esto coincide con los militantes de JxCat. Lo que les
diferencia de ellos es que también se creen mejores que sus compañeros de
viaje. Y es que los militantes y los políticos de ERC creen que
las siglas de su partido les convierte por defecto en personas con ideología de
izquierdas, aunque su modo de comportarse, sus acciones y su actividad política les
desmientan. Creen, así, que ostentan frente a sus pretendidos contrincantes nacionalcatalanistas la superioridad moral que
ofrece el ideario de las izquierdas.
Los políticos y los
militantes de ERC suelen ser nacionalistas tremendamente altivos, desdeñosos
con sus contrarios, orgullosos, ladinos, desleales, insolidarios con los
débiles y comprensivos con los poderosos.
Sus opiniones se fundamentan en una sabiduría natural que la naturaleza ha
tenido a bien concederles. Cuando discuten mantienen siempre unas formas
exquisitas pero no miran a los ojos y si sus argumentos se ven superados jamás
conceden la razón y hacen lo posible por
convertir el debate en una afrenta hacia ellos. Son grandes usuarios del ad
hominem, eluden sus responsabilidades en
la derrota y actúan con soberbia en la
victoria. Muchos de ellos son racistas, aunque no lo saben, y a menudo se quejan de la incivilidad de otros
mientras se saltan el turno en una fila.
ERC jamás ha hecho suyas reivindicaciones de los
trabajadores. Su creencia en las grandezas del neoliberalismo se lo impide. ERC
diseñó hace unos meses una ley (la ley Aragonés) que adelantaba por la derecha los recortes de Artur Mas. ERC ha permitido que el gobierno del que forman parte
pague con dinero público a la sanidad
privada 40.000 euros por cada cama ocupada en UCI durante la pandemia. ERC arremete
constantemente contra Ada Colau en el ayuntamiento de Barcelona, a menudo con
artes propias del filibusterismo más vergonzoso, mientras gobierna con la
derecha catalana. ERC impidió en 2018 un gobierno desahogado de izquierdas
votando en contra de los presupuestos más sociales desde el crack de 2008, votando
lo mismo que VOX, PP y C’s. ERC se pasó la democracia por el arco del triunfo
en los sucesos del Parlament los días 6 y 7 de septiembre de 2017. ERC pasó por encima de la voluntad de más de
la mitad de los catalanes, poniendo seriamente en peligro la convivencia y generando una grieta social que tardará años
en cerrarse.
ERC mañana votará de nuevo junto a la peor derecha de Europa
contra la prórroga del estado de alarma tres semanas después de que su líder
dijese en el Parlamento “votamos sí al
estado de alarma porque es la única herramienta que tenemos para no quedaros sin Estado”. Pero ERC no se despeina. Siguen intentando convencernos de que son un
partido de izquierdas al mismo tiempo que desprecian -como
los legionarios- la muerte, la salud de
millones de personas, unas mínimas
garantías para la gente ante la crisis económica
y social que ya tenemos a las puertas. Ya ni me pregunto por los motivos de su voto.
Me dan exactamente igual. No voy a perder un minuto en especular, porque al
final lo que cuenta son las consecuencias.
Estoy desolado, con un nudo en el estómago que no se me
deshace a causa de estos tipos, de la misma gente que me provocó la misma
angustia e incertidumbre hace unos años. En algún momento llegué a creer en la sinceridad del
apoyo de ERC al primer gobierno de coalición de izquierdas que ha tenido España
desde la II República. Pero como era de temer, están actuando igual que hace un
siglo, debilitando al Estado, poniendo en riesgo la legislatura, atacando a quienes pueden poner en marcha políticas a
favor de los más débiles en momentos tan extraordinariamente graves como los
que estamos viviendo y, por el
contrario, ejerciendo de mamporreros al
servicio de los que hacen política solo y exclusivamente para
defender a los poderosos.
Pero, ¡eh! que som d’esquerres, que quedi clar.
Desde aquí mi más sincero desprecio.
8 comentarios:
Gracias por recordarnos a los mesetarios la catadura de ciertos individuos y de ciertos colectivos.
Muy frecuentemente olvidamos que lo de Esquerra no significa casi nada y que hemos de tener presente la fabula del escorpión y la rana.
Para no querer escribir de política no te ha salido muy mal.
Gracias.
J.C.
Comparto en su totalidad lo dicho por el pobrecito hablador del siglo XXl y si acaso añadiría que si ERC fuese verdaderamente de izquierdas, no seria defensora de la República Catalana independiente del resto de España.
Magnífico. No todo vale para alcanzar el Gobierno. Si se vende el alma al diablo se debería saber que el diablo siempre reclamara el alma.
Así es J.C. Como casi siempre, la acción política de los partidos desmiente el significado de sus siglas
Salud, J.C. !
Totalmente de acuerdo, anónimo
¡Salud!
Creo que el diablo no daría un céntimo por el al alma de estos tipos, Gorgoroth. Son baratos, baratos... Un puñado de votos sectarios les vale
Muchas gracias por participar
¡Salud!
En los momentos de crisis, o de tensión dentro de la sociedad, la derecha siempre encuentra la manera de recordar cuáles son sus verdaderos y único objetivos.
Saludos,
J.
Estamos de acuerdo. Desgastar al adversario con deslealtad institucional y asaltar el poder
Gracias, J.
¡Salud!
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