martes, 5 de mayo de 2020

Los novios de la muerte



Me había propuesto no escribir temas estrictamente políticos durante el tiempo de confinamiento pero, ayer tarde, momento  en el que Esquerra Republicana de Catalunya anunció que mañana día 6 de mayo votará en contra de prorrogar el estado de alarma, se me  anudó el estómago y empecé a experimentar una angustia muy parecida a la que los mismos políticos del mismo partido, en compañía de jxCat y la CUP,  me sometieron hace ya unos años; una sensación de incertidumbre y desasosiego que me bloquea, saca lo peor de mí, y me sume en momentos de depresión porque me provoca desconfianza, ira, miedo, e incomprensión, los sentimientos de los que se valen las ideologías más perniciosas que ha sufrido la humanidad bajo el gobierno de quienes las propiciaron para hacerse con el poder.

Quien no viva en Catalunya no conoce bien al militante o dirigente de ERC. Su trayectoria les avala. Fueron el dique  en  el que se parapetó la burguesía catalana en las primeras décadas del siglo XX para contener el movimiento obrero y neutralizar su llegada al poder.  Son un partido surgido de aquel  otro partido 'Estat Català' de los hermanos Badia (en la foto), que se organizaban en escuadrones paramilitares con la aquiescencia de Companys para detener sumariamente a sindicalistas en las calles y someterles a simulacros de fusilamiento. A la orden de ¡foc!, lanzaban piedrecitas en sus espaldas. Así nació ERC, así era ERC. Hace bien pocos días las juventudes del partido, con presencia telemática  de destacados dirigentes de ERC y JxCat  organizaron un sentido homenaje a esos dos adalides de la izquierda, de las libertades y de la democracia.

Hoy día el militante y votante de ERC suele ser un pequeño mediano burgués, comerciante, profesional liberal, pequeño empresario de fuertes convicciones neoliberales, educado en su gran mayoría por frailes de  órdenes religiosas de profundas raíces catalanas, viajado, leído, que alberga en lo más hondo un sentido supremacista de la existencia que nunca disimula. Es decir, cree a ciencia cierta -y no hay nada que le haga cambiar de opinión- que un catalán es mejor que un español por el hecho de serlo. A pesar de ser señores y señoras muy leídos, creen que un día llegaran a ser rubios de ojos azules, como sus admirados escandinavos;  negarán siempre la parte que les corresponde de genes árabes, se sienten identificados con la causa sionista y jamás han movido un dedo por la liberación del pueblo palestino. En esto coincide con los militantes de JxCat. Lo que les diferencia de ellos es que también se creen mejores que sus compañeros de viaje. Y es que los militantes y los políticos de ERC creen que las siglas de su partido les convierte por defecto en personas con ideología de izquierdas, aunque su modo de comportarse, sus  acciones y su actividad política les desmientan. Creen, así, que ostentan frente a sus pretendidos contrincantes nacionalcatalanistas  la superioridad moral que ofrece el ideario de las izquierdas.

Los  políticos y los militantes de ERC suelen ser nacionalistas tremendamente altivos, desdeñosos con sus contrarios, orgullosos, ladinos, desleales, insolidarios con los débiles  y comprensivos con los poderosos. Sus opiniones se fundamentan en una sabiduría natural que la naturaleza ha tenido a bien concederles. Cuando discuten mantienen siempre unas formas exquisitas pero no miran a los ojos y si sus argumentos se ven superados jamás conceden la razón y hacen lo  posible por convertir el debate en una afrenta hacia ellos. Son grandes usuarios del ad hominem, eluden sus responsabilidades  en la derrota y actúan con  soberbia en la victoria. Muchos de ellos son racistas, aunque no lo saben,  y a menudo se quejan de la incivilidad de otros mientras se saltan el turno en una fila.

ERC jamás ha hecho suyas reivindicaciones de los trabajadores. Su creencia en las grandezas del neoliberalismo se lo impide. ERC diseñó hace unos meses una ley (la ley Aragonés) que adelantaba por la derecha los recortes de Artur Mas. ERC ha permitido que el gobierno del que forman parte pague con dinero público  a la sanidad privada 40.000 euros por cada cama ocupada en UCI durante la pandemia. ERC arremete constantemente contra Ada Colau en el ayuntamiento de Barcelona, a menudo con artes propias del filibusterismo más vergonzoso, mientras gobierna con la derecha catalana. ERC impidió en 2018 un gobierno desahogado de izquierdas votando en contra de los presupuestos más sociales desde el crack de 2008, votando lo mismo que VOX, PP y C’s. ERC se pasó la democracia por el arco del triunfo en los sucesos del Parlament los días 6 y 7 de septiembre de 2017.  ERC pasó por encima de la voluntad de más de la mitad de los catalanes, poniendo seriamente en peligro la convivencia  y generando una grieta social que tardará años en cerrarse.

ERC mañana votará de nuevo junto a la peor derecha de Europa contra la prórroga del estado de alarma tres semanas después de que su líder dijese en  el Parlamento “votamos sí al estado de alarma porque es la única herramienta que tenemos  para no quedaros sin Estado”. Pero ERC no se despeina.  Siguen intentando convencernos de que son un partido de izquierdas al mismo tiempo que desprecian -como los legionarios- la muerte, la salud de millones de personas,  unas mínimas garantías para la gente ante  la crisis económica y social que ya tenemos a las puertas.  Ya ni me pregunto por los motivos de su voto. Me dan exactamente igual. No voy a perder un minuto en especular, porque al final  lo que cuenta son las consecuencias.

Estoy desolado, con un nudo en el estómago que no se me deshace a causa de estos tipos, de la misma gente que me provocó la misma angustia e incertidumbre hace unos años. En algún  momento llegué a creer en la sinceridad del apoyo de ERC al primer gobierno de coalición de izquierdas que ha tenido España desde la II República. Pero como era de temer, están actuando igual que hace un siglo, debilitando al Estado, poniendo en riesgo la legislatura,  atacando  a quienes pueden poner en marcha políticas a favor de los más débiles en momentos tan extraordinariamente graves como los que estamos viviendo  y, por el contrario, ejerciendo de mamporreros al servicio de  los que hacen política solo y exclusivamente para defender a los poderosos. 

Pero, ¡eh! que som d’esquerres, que quedi  clar.

Desde aquí mi más sincero desprecio.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por recordarnos a los mesetarios la catadura de ciertos individuos y de ciertos colectivos.
Muy frecuentemente olvidamos que lo de Esquerra no significa casi nada y que hemos de tener presente la fabula del escorpión y la rana.
Para no querer escribir de política no te ha salido muy mal.
Gracias.
J.C.

Unknown dijo...

Comparto en su totalidad lo dicho por el pobrecito hablador del siglo XXl y si acaso añadiría que si ERC fuese verdaderamente de izquierdas, no seria defensora de la República Catalana independiente del resto de España.

Gorgoroth dijo...

Magnífico. No todo vale para alcanzar el Gobierno. Si se vende el alma al diablo se debería saber que el diablo siempre reclamara el alma.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Así es J.C. Como casi siempre, la acción política de los partidos desmiente el significado de sus siglas
Salud, J.C. !

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Totalmente de acuerdo, anónimo
¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Creo que el diablo no daría un céntimo por el al alma de estos tipos, Gorgoroth. Son baratos, baratos... Un puñado de votos sectarios les vale
Muchas gracias por participar
¡Salud!

José A. García dijo...

En los momentos de crisis, o de tensión dentro de la sociedad, la derecha siempre encuentra la manera de recordar cuáles son sus verdaderos y único objetivos.

Saludos,

J.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Estamos de acuerdo. Desgastar al adversario con deslealtad institucional y asaltar el poder
Gracias, J.
¡Salud!