Me debato entre
dos temas. Grecia o la belleza. Quizá no se trate de una disyuntiva. Quizá la frase contenga tanta pugnas como
redundancias, incluso si cargamos el
peso de sus significados en el drama.
Por eso,
probablemente, sería mejor escribir Grecia y la belleza, y evocar nuestra cuna en
nuestra historia; observar asombrados, a pesar de la ruina, y del paso del
tiempo- o precisamente gracias a la ruina y al paso del tiempo- nuestra propio nacimiento en el mármol y la piedra
orgullosa, erguida todavía hoy, y también mañana, cuando parece que todo se
derrumba.
Porque la caída es solamente aparente. Destruida y vencida, en la caída muere
la iniquidad; el pueblo se redime, recupera la soberanía, toma las riendas de
su historia y la gente vuelve a ser dueña de su destino.
Caerá el malvado,
el poderoso, el artífice de toda esta patraña de mundo que ya no volverá a ser
el mismo, porque nuevamente será en Grecia donde surgirá la medida humana, la verdadera dimensión de
nuestras vidas, establecida a través del canon de un nuevo Policleto social que esculpa el renacimiento de la existencia de los hombres y de las mujeres
en la Tierra, en armonía con su entorno y con sus semejantes.
Grecia y la
belleza, Grecia y el porvenir.
7 comentarios:
Grecia es la belleza, aunque para algunos sea piedras, desnudos irreverentes o filósofos locos...
Aunque la hundan, la Historia permanece...
Un beso, Ester
Que los dioses te oigan, pero me temo que se quedaron sordos.
Efectivamente Ester, como dijo alguien (alguien sabio), la historia es un ángel alado (¿Hay ángles sin alas?)
Así explicaba este sabio (Walter Benjamin) qué es la historia:
"Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas; así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado, pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda, mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso."
Besos
Juan, los dioses oyen lo que les interesa oir. En realidad los dioses están dentro de nosotros. Los dioses somos nosotros.
¡Salud!
Eso también es verdad.
Conocía el texto de Benjamin. Certero.
Han llegado los bárbaros del norte con su afan conquistador, deseosos de apropiarse de la serena belleza mediterránea.
Bello texto Hablador. Un saludo.
Los bárbaros, sí, de aquí y de allá, del norte y del sur, hijos todos de Adam Smith, codiciosos sin escrúpulos
Abrazos, Carlos
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