Hoy tengo un
invitado de honor. Se llama Manuel Guzmán y es maestro. El azar -siempre el azar-
ha dispuesto que el mismo día que había decidido destinarle mi entrada semanal, el periodista Jordi Évole
recordaba en su columna de “El Periódico” la frase que Duran i Lleida soltó hace algún tiempo en Catalunya
Ràdio con su habitual tono elegante y exquisito “Yo no puedo dedicarme a la
enseñanza porque los profesores cobran muy poco. ¿De qué viviría?”
Manuel Guzmán es un ser excepcional, dotado de una extraña
habilidad para hacer bien todo lo que se propone, con una inagotable capacidad de trabajo, insaquible al desaliento y una
pasión por la enseñanza y la educación que le ha llevado a formarse más allà de
los requirimientos al uso, invirtiendo para ello el tiempo y el dinero que no
tiene. Manuel Guzmán basa todo su ejercicio docente en la innovación. Es un espíritu inquieto que
siempre rastrea nuevas vías, nuevos métodos,
que abre nuevos caminos para hacer crecer a sus alumnos y proporcionales
herramientas con las que ellos mismos puedan crear el conocimiento y con las que asumir
los valores para construir una sociedad mejor.
Decía Julio Anguita que la escuela nunca ha cambiado el
mundo y que el mundo tiene la escuela que él quiere. La frase tiene miga, primero porque quien la dice es maestro, pero sobre todo
porque contradice el lugar común por el cual damos por hecho que la educación
es transformadora de la sociedad por si misma. Sin embargo, sin maestros como
Manuel Guzmán, o sin una apuesta social y política clara por un sistema que forme profesionales de
su talla, dificilmente se puede transformar sociedad alguna a través de la
educación. A tipus como Duran i Lleida,
y a quienes representa, la escuela que
tenemos ya les va bien.
Porque el poder transformador de vocaciones tan potentes
como la de Manuel Guzmán es muy limitado. Se reduce a su aula. Él dice que el país está repleto de maestros
que no desfallecen jamás y que no se
conforman con el eterno abc , los socorridos libros de texto o las pizarras
seculares. Sin embargo, a pesar de todo, el cuerpo docente del país se forma en
las facultades a las que se accede con las notas de corte más bajas de todo el
mapa universitario...
Y así podríamos estar elucubrando durante horas al respecto
de un tema estratégico para cualquier sociedad
con ambiciones de modenidad, justícia y progreso, pero hacia el que la política
y los ciudadanos no mostramos más atención que la que genera la molèstia de tener
que ir a ver al colegio a ver al maestro
porque le tiene manía a mi hijo.
Ya me callo. De hecho quien tenía que hablar en esta entrada
es Manuel Guzmán. A continuación, me permito copiar integramente la última
entrada de su blog Ped@ç. Se titula “Epílogo de un sueño”. Yo me he emocionado leyéndola. También és emotivo el vídeo, y muy
ilustrativa la segunda diapositiva, cuyo contenido
refleja por sí mismo el significado que tiene para este maestro el verbo
educar.
(La foto es de Manuel Guzmán, al fondo, junto a su alumnos de este curso)
Epílogo de un sueño
Cierro un ciclo profesional- y creo que vital, tengo
indicios- y un buen puñado de cosas arderán en las hogueras solsticiales de
estos días. Y lo primero que quiero poner a quemar son los rencores y las
muchas llagas emocionales que produce la profesión docente. Reconozco que ambas
cosas, tan lacerantes de la psique humana, constituyen uno de mis motores de
empuje. Ese dolor del alma me aguijonea y espolea hacia la superación, hacia la
creación. Es mi manera de discutir: canalizar mis energías a
demostrar que algo es posible y que yo lo voy a mostrar aunque acabe
enfermo. Es algo que padecemos en mi familia y en mí es un
estigma.
Lo que pase de ahora en adelante, en un nuevo centro educativo diametralmente opuesto y diferente a nivel pedagógico al que dejo (diferencias sobre papel y apariencia) no me da miedo. He cumplido mi sueño educativo.
He podido diseñar una propuesta pedagógica y aplicarla con muchísimo éxito en el aula, con resultados excepcionales tal como demuestran las evaluaciones de aula, las pruebas internas de centro y las inevitables pruebas diagnósticas del Departament.
He podido demostrar que los libros de texto son inútiles, que se aprende mucho más haciendo matemáticas y lenguas prácticas, llenas de retos atractivos y contenidos significativos elaborados por los propios alumnos.
He podido demostrar que un grupo de alumnos puede desarrollar una propia cultura democrática sin normas explícitas impuestas ni castigos. El diálogo es la vía.
He podido demostrar que una alumna diagnosticada con TDAH, dopada de metilfedinato, limitada con un P.I y con la autoestima por los suelos (su deseo de navidad fue "ser normal") podía dejar de tomar las pastillas (propuse a la familia que quería ver a la alumna "al natural", con las consecuentes críticas de otros docentes). Mediante los entornos digitales, pedagogías vivas, aprendizajes significativos y grandes dosis de desenfado, informalidad y amor, esta persona ha podido experimentar una curva de aprendizaje literalmente increíble, ganando en confianza y autoestima, comprensión lectora, lectura y expresión oral y escrita, descubriendo su pasión informática hasta el punto de convertirse en mentora y asesora digital de sus compañeros (ha llegado a enseñarme trucos de edición digital y configuración en las plataformas digitales trabajadas, amén de saber gestionar la información y hacer uso avanzado de los periféricos como el escáner). Es uno de mis triunfos, sin duda.
No he podido salvar a otros alumnos de los naufragios familiares porque entre mi mano y el asidero de problema había una distancia insalvable. Pero sí les he procurado una sonrisa matinal y un entorno acogedor y relajado que les ha proporcionado buenos momentos de humor y aprendizaje respetuoso, alejándolos durante un curso de las preocupaciones.
Y por último, he recibido las expresiones de cariño y gratitud más grandes que un docente puede experimentar por parte de alumnos, ex alumnos y familias. Han sido mi guardia pretoriana incondicional, y su fe y confianza en mi trabajo ha sido motivo de honra.
Y nada. Me calzo las deportivas para salir a correr y que se me disipen las ganas de llorar que me asaltan.
Hasta siempre amigos!!
Lo que pase de ahora en adelante, en un nuevo centro educativo diametralmente opuesto y diferente a nivel pedagógico al que dejo (diferencias sobre papel y apariencia) no me da miedo. He cumplido mi sueño educativo.
He podido diseñar una propuesta pedagógica y aplicarla con muchísimo éxito en el aula, con resultados excepcionales tal como demuestran las evaluaciones de aula, las pruebas internas de centro y las inevitables pruebas diagnósticas del Departament.
He podido demostrar que los libros de texto son inútiles, que se aprende mucho más haciendo matemáticas y lenguas prácticas, llenas de retos atractivos y contenidos significativos elaborados por los propios alumnos.
He podido demostrar que un grupo de alumnos puede desarrollar una propia cultura democrática sin normas explícitas impuestas ni castigos. El diálogo es la vía.
He podido demostrar que una alumna diagnosticada con TDAH, dopada de metilfedinato, limitada con un P.I y con la autoestima por los suelos (su deseo de navidad fue "ser normal") podía dejar de tomar las pastillas (propuse a la familia que quería ver a la alumna "al natural", con las consecuentes críticas de otros docentes). Mediante los entornos digitales, pedagogías vivas, aprendizajes significativos y grandes dosis de desenfado, informalidad y amor, esta persona ha podido experimentar una curva de aprendizaje literalmente increíble, ganando en confianza y autoestima, comprensión lectora, lectura y expresión oral y escrita, descubriendo su pasión informática hasta el punto de convertirse en mentora y asesora digital de sus compañeros (ha llegado a enseñarme trucos de edición digital y configuración en las plataformas digitales trabajadas, amén de saber gestionar la información y hacer uso avanzado de los periféricos como el escáner). Es uno de mis triunfos, sin duda.
No he podido salvar a otros alumnos de los naufragios familiares porque entre mi mano y el asidero de problema había una distancia insalvable. Pero sí les he procurado una sonrisa matinal y un entorno acogedor y relajado que les ha proporcionado buenos momentos de humor y aprendizaje respetuoso, alejándolos durante un curso de las preocupaciones.
Y por último, he recibido las expresiones de cariño y gratitud más grandes que un docente puede experimentar por parte de alumnos, ex alumnos y familias. Han sido mi guardia pretoriana incondicional, y su fe y confianza en mi trabajo ha sido motivo de honra.
Y nada. Me calzo las deportivas para salir a correr y que se me disipen las ganas de llorar que me asaltan.
Hasta siempre amigos!!
13 comentarios:
para mi, que creo en la educación como único motor de cambio real, es un honor conocer a Manuel y su trabajo. No desfallezcas, los niños te necesitan tanto como tu los necesitas a ellos. Un beso
Bien dicho Sister :)
Bravo por Manuel!! Algo parecido veo con mi hermana Maite, tutora de 4º de E.S.O y torera, no de alumnos, sino de padres y de compañeros docentes del mismo Instituto.
Lo más fácil es apoltronarse en la silla de la "plaza fija" de profesor. Como ya tienen el culo seguro en el siento, ¿para qué innovar?
Besos, Ester
ESter, yo no creo que habría más maestros como Manuel si el puesto de trabajo fuese precario. Todo lo contrario: se desmontaría lo poco que queda del sistema público de educación.
El pais necesita un sistema que forme de otra manera a sus maestros y que evalue de manera rigurosa y exigente el acceso de profesionales a la docencia. Esa es una de las cuestiones de fondo, aunque no es la única
¡Salud!
Ahí, ahí...
Recuerdo haber visto un reportaje en la tele hablando de la educación en Finlandia. La nota de corte para acceder a estas carreras docentes es la más alta de todas. Tanto que quien la tiene y aprueba la carreras, ni siquiera necesita hacer oposiciones....
Bueno, de eso se trata, si queremos tener la mejor educación necesitamos a los mejores maestros y profesores. No aquellos que sólo ven en la educación un trabajo estable y muchas vacaciones( no todos aprovechan para formarse en los meses de verano). No aquellos que no soportan a los críos. No aquellos que utilizan el aula como púlpito para sus pseudo filosofías esotéricas. No aquellos que son incapaces de "ordenarse" a si mismo como personas. No aquellos que sólo les gusta la investigación ( en la universidad) y mirarse el ombligo para competir a ver quién la tiene más grande ( la razón). No, no, no, no
La educación gratuita y de calidad es el primer derecho que deberíamos defender con uñas y dientes. A qué estamos esperando?
Ojalá existiera un medidor de vocaciones, indispensable para determinadas profesiones y de fortaleza, la que necesitas para no caer en la desesperanza, así la selección del profesorado sería un éxito. Ole por estos maestros. Aunque estas personas lo tienen difícil si el cambio no viene desde casa. Un saludo.
Ojalá hubieran muchos maestros así, como Manuel, porque hacen falta. Un abrazo.
Anónimo, efectivamente Finlandia parece que es un buen modelo a seguir. Se trata al fin y al cabo de que el país, es decir, todos nosotros, nos creamos que la educación es una cuestión estratégica, prioritaria. Después, todo lo demás, cuestiones como las que planteas, vendrían dadas.
Salud!
Babe, no estaría mal el invento no. Sin embargo, estoy seguro de con voluntad se podrían establecer filtros con los que detectar a los apoltronitas que tanto daño hacen en las aulas.
Salud!
Loli, sí hacen falta,sí. Otro país tendríamos
Salud!
Y no le falta razón a Julio Anguita. Como bien dices, damos por hechi que la educación es transformadora de la sociedad por sí misma, es cierto, y es por eso, por el poder que tiene esa transformación por lo que no interesa que se dé una apuesta social y política clara, porque pondría en peligro muchos intereses creados, pero muchos, algunos muy arraigados.
Me hace gracia cuando las "Esperanzas Aguirres" dicen aquello de "podemos elegir el colegio al que queremos llevar a nuestros hijos", hay que tener desfachatez para decir algo así, porque si no es mentira (que lo es en la práctica), es una afirmación tramposa.
Manuel Guzmán es un "Quijote", también un "Sancho".
¡Vaya, vaya!
Sucede que estoy leyendo una Tesis Doctoral dedicada a Esperanza Rodríguez Cerdán, una de esas maestras republicanas -cultas- que dedicó su vida a su vocación... Lo que implicba leer y participar y pronunciarse...
Y esto sucede en el mismo momento en que, habiendo preparado uan edición escolar para una Editorial de renombre, con los correpsondientes apéndices extenuante y un amplio programa de actividades (donde se expande la posible interpretación o guía de lectura de la obra),me piden un SOLUCIONARIO. Es decir, me piden que... conteste/resuelva (¿cómo hacerlo? Esto no es un dos más tres, ni hay una única respuesta a las actividades que atañen a una interpretación que exige leer la novela, sobre todo)brevemente...
Entonces pienso que sí naufragamos... Porque si hay (me consta) unos profesores que están dispuestos a pensar/resolver/aprovechar... otros creen que la cosa va de corregir a base de casillas/plantillas....
Harta del populismo en el ámbito de la enseñanza.
A más ver!
Marian, estamos gobernados por una cuadrilla delincuentes que trabajan descaradamente para determinados intereses, y lo peor,redundando en lo dicho mil y una veces, es que son votados masivamente, a pesar de que sus practicas perjudican a la mayoría de sus propios votantes. Es incomprensible pero así es
Salud!
Ana, es el cuento de nunca acabar.El negocio editorial se hizo con las riendas de las metodologías pedagógicas, lo cual les viene que ni pintado a determinados tipo de maestros que no tienen ni talento, ni vocación ni ganas de trabajar. Y a todo esto la familia preocupada por cuestiones que poco tienen que ver con la educación de sus hijos. Sumale los intereses ideológicos y ya tenemos el gazpacho de la educación española.
Salud!
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