Fue en
Septiembre. El periodista y yo nos explicábamos una cuantas banalidades sobre
el calor de Agosto, las vacaciones y el fastidio de la vuelta al trabajo. Me dijo
que era autónomo, y que cobraba por
pieza. Había vuelto antes que nadie para
adelantarse a otros compañeros y poder atrapar
así los primeros temas. Sin embargo, pasada la primera quincena, se arrepintió, porque
la ciudad seguía semidesierta y la realidad continuaba ausente.
Menos mal que a pocas manzanas de allí -me decía-, a la
salida del único bar de la noche, en la
madrugada de ayer dos tipos discutieron. Uno de ellos tiró de navaja y dejó al otro tendido en la cera, sobre un mortal charco de sangre.
Esa navaja me salva el mes- recuerdo que me dijo.
9 comentarios:
El periodista no tendrá éxito. Los navajazos y disparos ya no son noticia.
Ester
Muy interesante el blog!
Saludos!
Corto pero intenso de contenido. Un abrazo.
Ya es triste que haya que alegrarse de las desgracias ajenas.
Se pueden hacer artículos buenos sobre cosas nimias, si necesita un navajo muy buen periodista no debe ser.
Ester, te aseguro que sí,por encima de muchas otras noticias. De cualquier modo, la cuestión es hasta dónde somos capaces de llegar con tal de mantenernos en una profesion encanallada
Sandra, bienvenida.
Loki, abrazos también para tí
Juan, el periodista ni se alegra ni se disgusta. Yo creo que ve la muerte violenta de alguien como algo puramente profesional, despojada de toda valoración humana. Es la tiranía del trabajo.
Salud para todos!!
Loli, perdona, se me coló la k al escribir tu nombre
Francis, independientemente de la valía del periodista, o de cualquier otra profesión, la cosa es en qué nos convertimos.
Salud!!
Sí, a esa tiranía me refería.
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