Le oí decir un día a Rodrigo Rato que le gustaba pasar su
tiempo libre escuchando Rhythym & Blues y que su disco favorito era “A Night in San Francisco”, de Van Morrison,
un doble LP grabado en directo en el Masonic
Auditorium de la ciudad
norteamericana en el año 1993. Según
contaba, él estuvo allí, y según
afirmaba con cierta nostalgia, ese era
uno de los mejores recuerdos de su vida.
20 años después, Van Morrison ha vuelto al mismo lugar para ofrecer un nuevo concierto.
Seguro que Don Rodrigo no ha faltado. Era un fin de semana de lo más tentador: vuelo
transoceánico en business class, buena
música, cenita, sauna, polvete ( o cilicio), y el lunes al despacho, de vuelta
a sus crímenes habituales.
Hay que ser comprensivos. Rodrigo necesitaba ese viaje. Dos
semanas antes había comparecido ante la
comisión de investigación del parlament
català para dirimir las posibles responsabilidades derivadas de la actuación de la gestión de las entidades financieras y
la posible vulneración de los derechos a los consumidores –que así se llama la
comisión (véase la trasposición de la palabra ‘pueblo’ por el término ‘consumidores’.
Como todo el mundo sabe, solamente es prescriptivo y obligatorio utilizar ‘pueblo’
al hablar sobre temas relacionados con
el derecho a decidir, el sentir patriótico y todo lo relacionado a la cuestión nacional. Mientras no sea así, la
palabra ‘pueblo’ ni tocarla).
Rato vivió su comparecencia más o menos con cierta holgura,
y por momentos con cierto sosiego. ¿Quién iba a molestar al todopoderoso Rato? Una preguntita por aquí,
alguna insinuación cortés por allá, y poca cosa más. Hasta que David Fernández, diputado de la Candidatura
de Unidad Popular (CUP), sentado al fondo de la sala, hizo uso de la palabra y
sandalia en mano, imitando al periodista iraquí Muntadar-al Zaidi, le llamó gángster, le recordó los millones de
personas que padecen las consecuencias de sus actividades mafiosas y,
finalmente, le citó para un futuro
próximo en el infierno.
El infierno es un lugar poco conocido. No digo poco
visitado. Nadie, excepto Rambo, ha vuelto de allí para contarlo. El divino Dante
nos dio una idea general, a mi parecer,
demasiado idealizada. No creo que el infierno de Dante haya sido homologado o compulsado por la Santa Sede, por muy dantesco
que éste sea. En cualquier caso, tomando como modelo la Divina Comedia, David Fernández se vería con Rodrigo Rato
en el cuarto círculo infernal
correspondiente a la avaricia, y también en
el octavo y en el noveno, que corresponden al fraude y a la traición,
respectivamente.
Probablemente también se verían en el segundo, que es
donde residen los lujuriosos, porque a Rato se le nota de lejos cierto aire de
perverso toca tetas, toca culos y toca todo. He pensado también que el banquero -católico apostólico romano convicto, diputado por AP, ministro del PP y jefazo
del FMI- habría de recalar también en el
séptimo círculo infernal, el de los violentos, porque su trayectoria humana en la tierra ha generado
más dolor que los puños, las navajas, los
fusiles o las bombas. De modo que cuando
Rodrigo Rato cruce el umbral de las tinieblas y pase por debajo del letrero que
dice “abandona la esperanza si entras
aquí”, no le quedará mucho tiempo libre
para escuchar a Van Morrison.
David Fernández le
acompañará a petición propia. Estoy seguro de que esa iniciativa se debe al complejo de
pecador que arrastran los ateos, quienes se saben merecedores del infierno por
negar la existencia de Dios. O quizá no. Es posible que la razón de tan
generosa invitación se deba a la audacia estratégica del líder asambleario,
quien habría planificado concienzudamente el mayor castigo que se le pueda infligir a
Rato, a saber: disponer eternamente ante
él su mismo rostro de vulgar e iletrado charnego independentista,
pringao, rojo, con una sandalia en la mano espetándole a la cara “¡gángster!”,
sin que el banquero pueda hacer otra
cosa que escucharle con cara de pasmado y sin posibilidad alguna de ordenar posteriormente un accidente discreto.
El affaire parlamentario
Fernández-Rato me ha provocado unas cuantas reflexiones sobre la
naturaleza infernal. Yo, como la Santa
Sede, no acabo de creer mucho en la imaginación de Dante Alighieri. Es un lugar demasiado ordenado, demasiado
compartimentado, un tanto racional como para provocar sufrimiento eterno equiparable y en consonancia con los
delitos cometidos. Un sufrimiento eterno de verdad, sin paliativos, es el que padecen Sísifo y Prometeo. Desde que
fueron condenados en el origen de los tiempos hasta el día de hoy uno sigue soportando los picotazos
del águila voraz en las entrañas y el otro continúa arrastrando la gran bola de piedra montaña
arriba, y vuelta a empezar. Pero esos castigos ya están inventados, y además
son exclusivos de héroes, no aptos para villanos.
Yo busco un infierno para un canalla, para un mafioso, a la medida de
un hombre que ha provocado miseria y pobreza, a sabiendas, con la única
finalidad de enriquecerse a si mismo y a unos pocos. Para lo cual no será
necesario forzar demasiado la inventiva. De hecho tan solo es necesario
observar el proceso biológico que se desencadena cuando morimos y salpimentarlo
con una pizca de espiritualidad.
Cuando el muerto es
bueno, una buena persona -una persona corriente, de las que no contabiliza el IVA en complicidad con
el fontanero, y poca cosa más- es bien
sabido que el alma abandona el cuerpo y vuela, vuela y vuela, en pos de la luz
eterna, en pos de los suyos, para residir entre ellos eternamente en paz y
harmonía. Pero si el deceso es el de un malo, el de un banquero, el de alguien
parecido a Don Rodrigo, las compuertas corporales por donde se libera el alma del difunto se
bloquean instantáneamente y ésta vive en toda su
proximidad la podredumbre progresiva del cuerpo.
Quiero decir que cuando Rodrigo Rato muera (por ponerlo de
ejemplo) presenciará en toda su plenitud la descomposición lenta, húmeda y
viscosa de su propio cadáver, desde
dentro, desde las mismas entrañas que
jamás se encogieron al observar las consecuencias de sus actos en vida.
Rato, o su alma, experimentaran al inicio del castigo un silencio sordo,
expectante, un tanto mullido, producto de la falta de oxígeno y de riego
sanguíneo que en poco tiempo va a propiciar un murmullo
inquietante; el rumor de la flora intestinal que crece y crece sin parar. Entonces, millones de clostridias y coliformes
invadirán todos y cada uno de los órganos, la piel se hinchará a
consecuencia de los gases, el páncreas
se disolverá y todo el cuerpo, otrora aristocrático y rampante, será un
recipiente de metano y sulfuro que teñirá todos los fluidos de un color verdoso y azulado. La lengua con
que mintió se descolgará, los pulmones
se evacuarán a través de las fosas nasales, y un hedor insoportable a huevo
podrido se propalará a través del
cadáver mientras su alma consciente, despierta, prisionera durante todo este
proceso, no encontrará lugar por donde escapar. A los pocos días entrarán en
juego los insectos, que darán buena cuenta de todo tejido sólido. Cientos de
gusanos, atraídos por el banquete, serpentearán de aquí para allá buscando
alimento. En unas semanas, las uñas y el pelo se desprenderán y ya solamente quedará la ropa cubriendo los
huesos, que permanecerán bajo la tierra cientos de años, cobijando el alma
prisionera que permanecerá encerrada en el mismo sarcófago, más allá del
tiempo, recordando a perpetuidad los días de gloria, las consecuencias de su
pecado y la larga noche de la
putrefacción mientras suena cadenciosa,
una y otra vez, sin interrupción, la voz
rotunda de Van Morrison cantando "Beautiful
visión".
Beautiful
vision
Stay with me all of the time
Beautiful vision
Stay ever on my mind with your beautiful...
Mystical rapture
I am in ecstasy
Beautiful vision
Dont ever separate me from your beautiful...
In the darkest night
You are shining bright
You are my guiding light
You show me wrong from right
Beautiful vision
Stay ever on my mind
Beautiful vision
Stay with me all of the time with your beautiful vision
In the darkest night
I said you are shining bright
You are my guiding light
Show me wrong from right
Beautiful vision
Stay with me all of the time
Beautiful vision
Stay ever on my mind with your beautiful vision
I can make it
I can make it
With your beautiful vision
Stay with me all of the time
Beautiful vision
Stay ever on my mind with your beautiful...
Mystical rapture
I am in ecstasy
Beautiful vision
Dont ever separate me from your beautiful...
In the darkest night
You are shining bright
You are my guiding light
You show me wrong from right
Beautiful vision
Stay ever on my mind
Beautiful vision
Stay with me all of the time with your beautiful vision
In the darkest night
I said you are shining bright
You are my guiding light
Show me wrong from right
Beautiful vision
Stay with me all of the time
Beautiful vision
Stay ever on my mind with your beautiful vision
I can make it
I can make it
With your beautiful vision
Van Morrison
6 comentarios:
Que asco! Tanto del muerto como del vivo!. Puafff
Pues sí, un poco desagradables si que son, sí
Nunca encontrarás ese infierno para quienes lo merecen. Quizá por eso los poetas se ven obligados a inventarlo.
Kisses!
La imaginación de los poetas es demasiado benévola. Puestos a imaginar infiernos para acoger a esta calaña, apuesto por los ingenieros: son pragmáticos y van directos al asunto, a lo que el cliente necesita.
Abrazos, Ana
Que buen post, yo en el infierno le prepararía a Rato un castigo de meterle por el culo los billetes que ha robado muy liados en una especie de empalamiento hasta que le salgan por la boca jajjajaj . Salud.
Creo que ese castigo que imaginas en realidad supondría para él un gran placer. Auténtico y genuino sexo anal con su amor de toda la vida.
¡Salud!
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