martes, 6 de noviembre de 2018

Camaleones



Cualquier persona en cualquier circunstancia  expresa su parecer y su visión de la realidad con sus  palabras en la forma y estilo que le son propias,  de acuerdo con su carácter singular y su manera de ser. Por eso, los hombres y mujeres que habitamos el tiempo del  mundo somos singulares, auténticos e  irrepetibles. Es verdad que no es extraño vernos a nosotros mismos duplicar a menudo  reflexiones o pensamientos ajenos, bien porque nos han influido y los hacemos nuestros, bien porque concitan cierto acuerdo implícito y  unánime, y entre todos los hemos convertido en cayados con los que nos apoyamos para ir tirando. 

Podríamos decir que, aun aceptando el hecho  de que existen Anas Rosas Quintanas, Camilos Josés Celas, o que  solemos prestarnos todo tipo de quincallería lingüística y comunicativa, cada cual ama, odia y se relaciona con su voz, sus gestos y  las mejores palabras que dios le da a entender. Nuestro estilo y las frases que construimos forman parte de nuestra personalidad intransferible y están tan unidas a nosotros como nuestra piel a los músculos. Por eso,  cuando sorprendemos a alguien repetir nuestras propias ocurrencias, o incluso vestir  el mismo vestido,  se nos lleva el diablo y  sospechamos de él, y no dudamos en acusarle de impostor o de aprovechado  que vive la vida como el vampiro que necesita de nuestra sangre para subsistir y presentarse ante los demás con una carnalidad que no le corresponde.

En la década de los 80 Woody Allen estrenó la película  Zelig,  la historia de  un tipo que adquiere fama mundial, al que llaman ‘El camaleón’ porque ha desarrollado la asombrosa capacidad de adaptar su aspecto, su discurso y su manera de ser a cualquier medio en el que viva, de manera que a lo largo de su existencia  ha suplantado a personajes tan célebres y  dispares como Adolf Hitler,  William Randolph Hearst, el Papa Pio XI, Susan Sontag, Charles Lindberg , Saul Bellow, Charles Chaplin  o  Al Capone.

Zelig  se pone en manos de una psiquiatra, interpretada por Mia Farrow, quien no duda en pronosticar un claro caso de inseguridad, motivo principal  que lleva a su paciente  a adaptar otras apariencias para poder ser aceptado. Así, cuando se relaciona con judíos le crecen barbas y  trenzas; si las personas con las que se relaciona son negras, su tono de voz, su modo de  andar y hasta su piel, cambian... 

Las vicisitudes de Leonard Zelig  “El camaleón”, ilustran a la perfección el presente político catalán. Los políticos independentistas son muy conscientes  del vacío  ideológico  del que adolece  el  movimiento que lideran. Esa  superficialidad  doctrinaria y de pensamiento  les genera una gran inseguridad a la hora de enfrentar sus postulados ante el adversario con un mínimo de garantías y de justificar conveniente y honestamente sus propuestas antes sus seguidores, que saben, desde hace ya muchos años, que la base o el pensamiento político de los postconvergentes es el neoliberalismo capitalista  de la escuela de Chicago, contrario a cualquier veleidad social; que los cimientos ideológicos de ERC están formados de profesionales liberales muy cómodos en el actual sistema de libre mercado, y que las CUP, una  formación supuestamente libertaria, asamblearia y pseudomarxista, no es más que la marca 'b' del mercadillo convergente, el sistema de control del ímpetu juvenil  nacionalista, la falange nacionalsocialista que camina sin ningún rubor de la mano de sus abuelos reaccionarios. 

Por eso,  ante las inseguridades que entre ellos mismos  concita  la realización de sus objetivos y ante  la evidencia de que su bandera estelada no es  más que latón -o tal como ellos mismos reconocen, un gran farol-   no les ha quedado más remedio que echar mano de la propaganda pura y dura, de mensajes publicitarios claros y concisos, sencillos de digerir,   que es el modo de  vender un producto con el mínimo de  recursos posibles y de la manera más eficaz. Cataluña lava más blanco pero España nos mancha la ropa. Esa idea fuerza, a la postre, es la única  original y medianamente elaborada que podremos encontrar en su discurso; una idea, por otro lado, más que productiva, pues cientos de miles de persones la han comprado y con ella a cuestas se han lanzado a la calle. 

Cuando un grupo de personas se organiza  para reclamar, conseguir, reivindicar lo que en justicia le pertenece, suele generar su propio lenguaje, su código particular, su semántica, las palabras y los signos con que dan a conocer  su situación; con que señalan a sus enemigos; con las que intentan conseguir más adeptos a su causa y, en definitiva, sus anhelos y sus objetivos. 

La historia política y social  de las últimas décadas ha generado en diferentes partes del mundo unos cuantos movimientos ciudadanos de diversa índole, circunscritos a un contexto propio e intransferible, a través de los cuales  millones de personas sojuzgadas y reprimidas, víctimas de crueles injusticias, se han rebelado y han conseguido con su acción colectiva y sacrificada derrocar tiranías o cambiar para siempre leyes lesivas, arbitrarias y abusivas. De la personalidad, autenticidad y la necesidad ineludible y concreta  de sus exigencias surge una semántica y una gramática  igualmente original, a menudo imaginativa, que no sólo tiene el objetivo de movilizar y mantener la moral de los activistas, sino que canta con su armonía exclusiva  la épica de su movilización y la derrota de la injusticia  para mantenerla en la memoria de generaciones venideras. 

Y como quiera que el movimiento independentista catalán es políticamente cóncavo, y su consistencia, ideario  y personalidad  vale menos  que  la paja de rastrojo, no ha sido capaz  de alumbrar  más creatividad retórica propia que la que emana de la manipulación histórica y un victimismo  sonrojante, solamente comparable  con los siglos de favoritismos que España le ha regalado. 

Ese es el motivo por el cual los creativos publicitarios independentistas hayan tenido que tejer una especie de patchwork retórico,  vampirizando  aquí y allá lemas, figuras, cánticos, ideas o  hechos históricos, intentando de ese modo transfusionarse  valores ajenos  y  contrarios  a  las ideologías reales de los partidos independentistas con el fin  de ofrecer a su público un relato eficaz y digerible  que mantenga a las huestes  movilizadas, para hacer creer a miles de personas sin el más mínimo sentido crítico  que están protagonizando, como los héroes y mártires de otras causas, un pedazo de  historia, no ya catalana, sino de la humanidad. 

El célebre  Ejército  Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)  enarbolaba pancartas  en diferentes lugares de la célebre Sierra Lacandona, en las que se podía leer  “El pueblo manda, el gobierno obedece” . En su discurso del día 26 de febrero de 1994, el Subcomandante Marcos dijo “Que busquen a los hombres y mujeres que mandan obedeciendo, los que tienen fuerza en la palabra y no en el fuego, que encontrándolos les hablen y les entreguen el bastón de mando, que vuelvan  otra vez a la tierra y a la noche los sin rostro, los que son montaña, que si vuelve la razón a estas tierras se calle la furia del fuego, que los que son montaña, los sin  rostro, los que en la noche andan descansen por fin junto a la tierra”. 

24 años después, en Cataluña,  la desvergüenza y la falta de personalidad y de carácter  de los dirigente de la fascistoide  ANC y los CDR  adquirían el aspecto de indígenas zoques  y robaban el mensaje zapatista  gritándolo en escraches frente a las sedes de los propios partidos independentitas y en las redes sociales. 

Pero antes, Mas, Puigdemont, el racista y xenófobo Torra y toda la cohorte de dirigentes independentistas se habían vestido del comunista  Nelson Mandela, del  socialista Martin Luther King y de Mahatma Gandhi, utilizando sus ropajes, su aspecto, sus ideas y el ascendente universal y moral de su existencia para vender más y mejor un producto falso, que hunde sus  raíces en los 30 años de latrocinio perpetrados por la familia real catalana, la familia Pujol-Ferrusola. 

Ni siquiera son originales a la hora de componer su cancionero. Han rescatado el éxito antifranquista de Lluis Llach y lo cantan entrelazando  sus brazos junto a otros himnos de raigambre católica con los que en los años setenta los curas obreros amenizaban las  misas dominicales  en la época dorada del Concilio Vaticano II 

La retórica independentista es tan poco original que ha llegado al límite del  puro sarcasmo. Quizás, la frase que más se ha gritado en las manifestaciones y que más se ha escrito en las redes sociales sea “Els carrers sempre seran nostres” (Las calles siempre seran nuestras), tal y como gritaba, propinando  un autoritario puñetazo en la mesa, Manuel Fraga Iribarne, fundador de AP y ministro ensangrentado de Franco. 

Pero hay más. Hace una semana el presidente Torra  y Jordi Cuixart escribían sendos  tweets con el mismo inicio con que el escritor francés  Emile Zola escribió hace más de un siglo, para denunciar a la justicia por  el caso Dreyfus, su famoso discurso “Je acuse”.

Al hilo del documento de la fiscalía del Estado con los  argumentos de petición de penas para los políticos presos, Carles Puigdemont, su abogado Gonzalo Boye, Gabriel Rufián  y otros líderes independentistas  se apropiaron sin el más mínimo rubor del  célebre “No pasarán” que utilizaron los soldados franceses en la batalla de Verdún durante la primera Guerra Mundial,   pronunciado años tarde  por la dirigente comunista y republicana española Dolores Ibarruri durante nuestra Guerra Civil,  que convirtió  así esas dos palabras  en escudo moral para resistir al golpista Franco y, a partir de entonces, en una frase universal. 

Como vemos, la voracidad nacionalista catalana  hacia lo ajeno y su necesidad de vestirse de cualquier disfraz que les permita mantener la tensión  en las calles  les ha llevado, incluso, a calificar su movimiento de revolucionario. Efectivamente, es tremendamente gracioso  escuchar a los dirigentes postconvergentes del 4% , ERC  y CUP invocar espíritus revolucionarios sin que nadie entre sus seguidores les diga, por ser didácticos,  que  revolución supone que un buen día, y tras la movilización permanente de los jugadores víctimas de la lesión de aductores,  el fútbol se juega con las manos, y no con los pies; pero no es revolución que los clubs  cambien el color de la camiseta, el patrocinador, o que el fuera de juego deje de ser punible. 

Y, finalmente, por no extenderme más, voy a dar cuenta del que, bajo mi punto de vista, supone el mayor de los agravios que se desprende del vampirismo  grandilocuente  secesionista. Vestirse de preso político resulta  rentable. De hecho, en la actualidad, es la única baza que le queda al farol nacionalcatalanista. Sin embargo, es un lamentable ejercicio de cinismo político y de hipocresía utilizar ese término mientras con el dinero de todos los catalanes, la televisión pública autonómica bombardea a la audiencia, mañana, tarde y noche, con publicidad separatista o antiespañola; o cuando una docena de medios de comunicación subvencionados con nuestros impuestos se dedican a mantener el discurso de los tres partidos independentistas que libremente, insisto, libremente,  exponen y defienden su farol a diestro y siniestro. 

Este hecho, más allá de su eficacia política propagandista,  es un agravio hacia los hombres y mujeres que dejaron su vida, su piel, su dolor y su sangre  en las cunetas y las comisarías de toda España, y que pagaron con su libertad la lucha por reponer la legalidad violentada de la II República,  la democracia,  los ideales de justicias  social, el anhelo de una sociedad más igualitaria y el compromiso de las leyes del Estado con los más débiles. Aquellos hombres y aquellas mujeres fueron, efectivamente, presos políticos. Lo demás son disfraces retóricos con los que se disfrazan los herederos del más rancio carlismo nacionalcatólico para esquivar  las consecuencias de incumplir la democrática, violentar las instituciones y la voluntad de la  mayoría de catalanes, con el fin de imponer una causa falsa, xenófoba, y supremacista, tan embustera como un farol, que tiene que acudir a historias  ajenas para dotarse de una personalidad y una legitimidad  que no posee.

4 comentarios:

Carlos dijo...

Excelente texto Hablador para relatar las miserias del nacionalismo. Una de las cosas que más me repatea de todos sus eslóganes es que continuamente se refieren al mandato popular, a que hablan en nombre del pueblo de Cataluña y no pestañean ni siquiera un poquito. Siguen ignorando a la mitad de la población porque no les interesamos. Supongo que serían más felices si Cataluña estuviera poblada solamente por 2 millones de personas y todos ellos fieles seguidores, pero alguien tendría que trabajar y pagar sus miserias.
Otro de los aspectos que comentas y que me sigue sorprendiendo es el retroceso cultural que hemos vivido con los convergentes, con la reivindicación incesante de las tradiciones populares como hecho diferencial. Ni a mi, ni mucho menos a un extranjero le interesan más allá de lo anecdótico las sardanas, los castells o el ball de bastons. Se creen el centro del mundo y hasta catalanizan la historia y sus personajes más insignes. Es algo patético porque además tienden a ignorar a los "otros" creadores catalananes. Un país de tietes.
Salud Hablador

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Hola Carlos
Efectivamente, se creen los auténticos catalanes. Es una vieja constumbre a la que les acostumbró Jordi Pujol I. Identificar partido con nación o pueblo. Es lo mismo que hace PP y C's. Ya lo dijo Carme Forcadell: Ellos no son el pueblo de Catalunya", porque quien no está junto al independentismo es un colono, agente del franquismo, que vino aquí a joderles la vida...

Y para poder constatar ese hecho se refugian en una obsesión por el flocklore y la tradición, ignorando todo lo que venga de fuera. Han llegado el punto de inicio del bucle melancólico del que habló hace años Jon Juaristi. Últimamente he visto ya demasiados tweets con miles de 'likes' de independentistas catalanes que justifican la existencia de ETA e insinúan que quizás en Catalunya ha llegado el momento de iniciar la lucha armada. Su lógica es delirante. Dicen que España no es una democracia, y que como no es una dictadura , lo justo y lo moralmente obligatorio es luchar con todos los medios a su alcance contra esa dictadura. Textual

Y ya no digamos la manipulación de la historia. ¿Por qué el nacionalcatalanismo contemporáneo ha centrado sus memoria y sus mitos en el 1714 ? ¿ Por qué no parten de la Guerra dels Segadors de 1650, cuando los pobres agricultores catalanes lucharon contra los la nobleza catalana, entonces protegida por los Austria y se estableció durante algunos años la República Catalana ?

¿Por qué el govern de la Generalitat destruyó las fosas comunes que aparecieron hace bien poco en las obras de La Sagrera en las que se enterraron víctimas de aquella olvidada Guerra dels Segadors y sigue manteniendo el Fossar de les Moreres como lugar de culto?

¿Quién fue, realmente, Rafael de Casanovas? ¿Qué funciones ejercía?

¿Quienes fueron los artífices de la Renaixença, y por tanto, los creadores de la mitología actual? ¿ Por qué manipularon y cambiaron el himno de 'Els Segadors', surgido de aquella guerra del mismo nombre y amputaron varias estrofas?

¡Què cosas! ¿verdad?

¡Salud, Carlos

Carlos dijo...

Lo que explicas de los mensajes favorables a la lucha armada y a ETA me parece muy peligroso. Ya sabemos todo el mal que creó en la sociedad vasca y es una historia demasiado reciente como para obviarla. Es cierto que los CDR quieren dar un paso más porque se han cansado de la revolución de las sonrisas y aunque no todos los independentistas creen en ese discurso, basta con una chispa para que los demonios agazapados de un lado y otro salgan a la palestra. El resurgimiento de la derecha más rancia es la consecuencia lógica de este nacionalismo populista que encabeza la clase media alta de Cataluña y con la que sus hijos se divierten.
Por cierto y si no es que lo conoces ya, te recomiendo el podcast de Memorias de un tambor titulado Una historia de Cataluña, donde se narran durante casi 4 horas los avatares que nos han llevado a todo esto. Una buena lección de historia contada con seriedad.
Un saludo Hablador

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Sí, es preocupante, sí. Hay gente muy muy (como se dice ahora) hiperventilada en ambos bandos. Aunque la expresión real debería ser 'fanatizada'. No sé si has visto el video de Vox... Uno no sabe si reir a carcajadas o meterse debajo de la cama

Voy a por el podcast
¡Salud, Carlos!