Ahora que soy
prisionero de una Administración irracional, incomprensiva y represiva, no me
queda más remedio que repetir una vez
más que ya había avisado, insistentemente. Los que me conocen y me siguen dieron cumplido testimonio de que incluso, yo, en persona, había mostrado mi sincera voluntad de llegar a
acuerdos, de negociar, de dialogar, pero como quiera que la respuesta siempre
resultó negativa, no me quedó más remedio que demostrar la absoluta determinación
de llevar a cabo aquello en lo que yo creía, aquello que yo consideraba un derecho
inalienable. Y meses después, a pesar de recabar solidaridades, complicidades y
la comprensión de la comunidad internacional, me encuentro con el más hiriente
de los silencios, con una soledad infinita que resuena en las paredes
de mi celda. Sólo hallo el abrazo reconfortante de los amigos y amigas que me apoyaron y ni siquiera aquellos que
vocean día y noche palabras de justicia y de progreso muestran
decididamente una actitud fraternal
hacia mi causa.
Ahora que dispongo de todo el tiempo del mundo para reflexionar sin la tiranía de las agendas o los
requerimientos de la familia, puedo confirmar mi compromiso inequívoco con la
causa que defiendo, y una vez más,
afirmo y constato que ante las
injusticia de las leyes vigentes, tenemos nuestro derecho a cambiarlas; mejor
si es con el diálogo, pero si la administración
del Estado, en su cortedad de miras, no se aviene a nuestros postulados, no nos
queda más remedio que tomar la vía unilateral, porque conducir por la izquierda es mucho más elegante
que por la derecha, porque cuando en un cruce nuestra inteligencia, nuestra rapidez de
reflejos y nuestra sola mirada bastan, una señal de Stop es una atentado contra la
libre circulación de vehículos, contra nuestro sagrado derecho democrático a
conducir, a detenernos y a circular como queramos y cuando queramos.
Las leyes que regulan el tráfico están obsoletas, viejas antiguallas propias del régimen del 78 y, por tanto, nos vemos obligados a rehusar cualquier tipo de responsabilidad por las víctimas ocasionadas debido a nuestra acciones de protesta conduciendo por el carril izquierdo o haciendo caso omiso a las señales de Stop. Ya avisamos de que lo haríamos. Ya dijimos que si la Jefatura de Tràfico no dialogaba pasaríamos a la acción; no bromeábamos. El choque, el accidente, y todo lo que ocurrió después de derogar unilateralmente el viejo y reaccionario código de circulación debe recaer sobre la conciencia de los partidos políticos que quieren imponernos unas leyes del todo antidemocráticas y, sobre todo, que impiden nuestro derecho a la autodeterminación viaria.
Sin embargo, nos dicen que no somos mayoría, que las leyes las hicimos todos, son de todos y todo el mundo tiene el deber de cumplirlas. Pero no entienden que la razón está de nuestro lado, porque hemos demostrado que somos más adelantados y más inteligentes que nadie y no podemos esperar a que un pueblo atrasado, inculto, sumido en el embrutecimiento, nos dicte cómo tenemos que conducir. ¡Pero no podrán con nosotros! Tarde o temprano instauraremos un nuevo código de circulación, le pese a quien le pese, con la firme y enérgica voluntad de nuestro pueblo. ¡Luz en los ojos y fuerza en los brazos! ¡A todo gas, y por el carril izquierdo, sin Stops! ¡Hagamos Historia!
Las leyes que regulan el tráfico están obsoletas, viejas antiguallas propias del régimen del 78 y, por tanto, nos vemos obligados a rehusar cualquier tipo de responsabilidad por las víctimas ocasionadas debido a nuestra acciones de protesta conduciendo por el carril izquierdo o haciendo caso omiso a las señales de Stop. Ya avisamos de que lo haríamos. Ya dijimos que si la Jefatura de Tràfico no dialogaba pasaríamos a la acción; no bromeábamos. El choque, el accidente, y todo lo que ocurrió después de derogar unilateralmente el viejo y reaccionario código de circulación debe recaer sobre la conciencia de los partidos políticos que quieren imponernos unas leyes del todo antidemocráticas y, sobre todo, que impiden nuestro derecho a la autodeterminación viaria.
Sin embargo, nos dicen que no somos mayoría, que las leyes las hicimos todos, son de todos y todo el mundo tiene el deber de cumplirlas. Pero no entienden que la razón está de nuestro lado, porque hemos demostrado que somos más adelantados y más inteligentes que nadie y no podemos esperar a que un pueblo atrasado, inculto, sumido en el embrutecimiento, nos dicte cómo tenemos que conducir. ¡Pero no podrán con nosotros! Tarde o temprano instauraremos un nuevo código de circulación, le pese a quien le pese, con la firme y enérgica voluntad de nuestro pueblo. ¡Luz en los ojos y fuerza en los brazos! ¡A todo gas, y por el carril izquierdo, sin Stops! ¡Hagamos Historia!
4 comentarios:
Del Brexit, o así, no hablas ¿verdad?. Un beso enooooooooooooorme
Uf! El Brexit, dices...
Algo parecido, con populismos patrióticos, la izquierda desorientada, sin saber qué papel jugar, atrapada en una trampa, y ...
Creo que es más fácil explicar la cuestión catalana. En realidad se despacha con el código de circulación, y me he dado cuenta ahora, porque mira que le he dedicado horas, y palabras... ¡Qué desperdicio!
Belén, un abrazo muy fuerte.
¡Salud!
Jajaja. Le mandé tu artículo a Eloy (Chatarra) y no cogió el doble sentido y me respondió. "No quiero saber nada de los C.D.R."
Ya se lo he aclarado y le he pedido perdón por no haberle explicado un poco para que lo cogiera en la distancia.
Ahora dice: "Suscribo todo lo que dice el hijo de Chisco que creo no conocer. Yo también fui maestro en Barberá del Vallés."
Muy buen articulo, si señor.
Venga a seguir adelante.
¡Qué bueno!¡y muchas gracias, serrano !
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