sábado, 15 de febrero de 2014

#69


69 solamente es divisible por 3 y por su resultado. Por muy poco no  es un número primo.  Al  efectuar la división por 3 nos da 23, que sí que lo es, porque  únicamente es divisible por sí mismo y por la unidad. Cualquiera que intente dividir 69 por cualquier otra  cifra que no sea el 3 o el 23, verá que es imposible, que empiezan a nacerle  y crecerle  los decimales  hasta  el agotamiento.
El 69 es un número célebre. Si realizamos la lectura lineal, es el número del  capítulo inmediatamente posterior al antológico 68 de la novela ‘Rayuela, en el que Cortázar describe en una página mágica, minuciosamente, la  cópula  entre un hombre y una mujer a través de un idioma inventado llamado glíglico, que produce en el  lector  la sensación de estar ante la interpretación de una composición musical.
En el 69, gracias a la intermediación de la japonesa más famosa de la Historia- después de Madamme Buterfly- los Beatles se separaron para siempre, sin solución de continuidad, para regocijo de los Rolling y tristeza infinita de sus fans. En el mismo año, el hombre pone el pie en la Luna y se produce la primera comunicación  entre dos ordenadores a distancia, considerada el inicio de Internet. Un siglo antes, en 1869, Mendeleyev crea la tabla periódica de los elementos; en España se aprueba la  primera Constitución democrática de la historia del constitucionalismo español y nace, en la India colonizada, Mahatma Gandhi. Un siglo antes, en 1769, llega al mundo Napoleón. Y así…
69 es el número correspondiente a una postura sexual mítica que todo el mundo dice haber practicado. Las fuentes de esta postura se remontan a La India. Vatsyayana, autor del  Kamasutra, dice que  hasta las cortesanas  más lujosa abandonaban a los hombres más ricos  por los hombres más vulgares si se avenían a realizar la postura Kalila o del cuervo. El Kamasutra, junto con la Biblia, El Quijote y el Ulysses de Joyce,  pasa por ser uno de los cuatro libros más citados y menos leídos de la Historia. Si hubiésemos leído  el Kamasutra-Ananga Ranga veríamos que es un manual del arte de  amar y que como en todo arte conocido, hay técnicas, géneros y proyectos que solamente le son dados a unos pocos. De intentar con ciertas garantías un 69 nos deberíamos someter previamente  a una higiene escrupulosa, abstenernos el día de antes de la ingesta de  legumbres o  bebidas carbónicas, además de procurar durante los momentos culminantes   contención, mucha contención, para poder llegar así a un orgasmo interior: el mejor modo de trascender la carne, elevar el espíritu y convertir un buen polvo en toda una obra maestra.
69 son los grados centígrados a los que se debe  calentar el agua para tomar un buen té en condiciones, como Dios manda, que diría Rajoy, sin quemar la yerba, con el fin de que infusione y disuelva todo su aroma, esencia y sabor. Phileas Fogg era tan riguroso con la temperatura del agua del té que obligaba al entrañable y paciente Passepartout a introducir un termómetro en la tetera para controlar que no alcanzase ni de lejos el punto de ebullición.
Esto nadie lo sabe, pero aquí estoy yo, para iluminar: 69 son los escalones de  la escalera que es necesario subir si se quiere alcanzar la gloria. Hay quien los sube de un tirón, deprisa y a todo correr, y luego, al llegar, se derrumba, víctima de sí mismo. Hay quien  los recorre sin prisas, a ritmo constante, hasta el final, y una vez arriba vuelve a bajar, porque no le encuentra gracia ninguna, o porque siente añoranzas, o porque se amedrenta y tiene frío, aunque entre éstos los hay quienes se quedan  y, entre otras cosas, les toca  enterrar a  los muertos. Y luego están  los que lo intentan, pero se quedan a medio camino, imaginando durante toda su vida como debe  ser el rellano de la meta, qué se verá desde allí, cómo se respirará o quién habrá.
69 son los miembros del Partido Popular que muy pronto serán juzgados por su participación en los delitos de la trama PP- Gürtel. Es necesario recordar este número, 69. Si conviene, dentro de muy poco, podremos verlo  aupado por nuestras autoridades  a la categoría de número primo, solamente divisible por sí mismo y por la unidad.
Clama David en el Salmo 69: “Sálvame, oh Dios, porque las aguas han entrado hasta mi alma. […]Se han hecho poderosos mis enemigos, los que me destruyen sin tener por qué. ¿Y he de pagar lo que no robé?. […] Sean oscurecidos sus ojos para que no vean, y haz temblar continuamente sus lomos”

7 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Bueno, el 69 también es divisible por sí mismo, como todos los números, pero aparte de eso, muy bien traído el artículo sobre el número 69.
Quien no haya leído el capítulo 68 de "Rayuela" (quien no haya leído "Rayuela") hágalo ya. El capítulo 69, por cierto, tampoco tiene desperdicio, si obviamos la ortografía, o mejor sin obviarla, porque esa es su gracia.

Babe dijo...

Un entrada llena de curiosidades. Es increíble lo que puede dar de sí un simple número.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Juan, esta entrada ha supuesto todo un reto para mí. ¡Hacía tanto tiempo que no hacía divisiones!;)
Y si, de Rayuela hay que leerse hasta el número de ISB, varias veces, a ser posible.
Un abrazo Juan

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Babe, la mayor parte de las cosas y que nos rodean y conceptos con los que vivimos son susceptibles de estarirase y ampliarse hasta el infinito. Es divertido a veces darles una pasada por lugares que les son ajenos para jugar con ellos y explicar otras cosas
¡Salud, Babe!

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Aunque muy retrasada en las lecturas afines y electtivas... en cualqueier caso celebro el enderezamiento final... Porque puedes imaginar que a los de mi genración, según qué jeroglíficos... Pues que no, sin chicha...
Kisses!

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Rayuela, por cierto, es más....

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡Claro que es más, obviamente!

El 'jeroglífico', como tú le llamas, pretende marcar a fuego la única acepción real de '69' que tendríamos que recordar para siempre, más si cabe que la cantidad ingente de dinero de todos que se han llevado los susodichos.
¡Salud!