jueves, 3 de mayo de 2007

Tu sombrero


La memoria, siempre la memoria. Una infancia feliz y de tan feliz, tediosa. Una infancia estéril para los recuerdos, yerma , un desierto en la mente. Un plano gris enfocado hasta el último matiz, y aún así, o por eso, totalmente gris. Y de repente surge el azar, aunque el azar siempre ha estado ahí, y surge porque hay conciencia de que justo ese instante es consecuencia y fruto de la casualidad, resultado y parte de un juego cósmico . Y con la conciencia del azar nace la obra, nace otro mundo que se rige con otras reglas, nace una motivación para ser, ver y quién sabe si morir.

Entonces, a partir de entonces, todo es recuerdo immediato, recuerdo de sucesos extraños, gente rara, acontecimientos extraordinarios que emergen de la nada, de lo cotidiano y se convierten, súbitamente, en otra realidad.


Pero no todo acaba ahí, porque uno puede ser espectador, personaje, narrador, lector, opinador. Uno puede ser un punto y final, una frase, un capítulo. Uno puede ser la historia entera o una pura mentira. Uno quizá sea una carcajada constante bajo una máscara de timidez; o la enfermiza timidez que cura la memoria anodina y la reconvierte en suceso acaecido anteayer, sea verdad o más falso que el alma de Judas.


Una buena persona, inteligente, mordaz, irónica, genial que me hizo pasar unos momentos inolvidables justo el 25 de abril de 2007, cuando la literatura ya se había escondido de nuevo dentro de los libros; cuando ya no quedaban rosas porque las habían cortado todas.


Conservo tu sombrero como el bien más preciado.


Vuelvo mañana

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues que bueno que viniste...

Anónimo dijo...

Otro abrazo.

V-M