jueves, 17 de abril de 2008

navidad pagana


Hoy es día 27 de abril y hace ya cuatro días que pasó el día del libro. Siendo como es día laborable, en Barcelona, en el dia de Sant Jordi no trabaja casi nadie. Quien más y quien menos se busca un escusa para hacer novillos. Las calles huelen a flores, todo se tiñe de rojo, todo huele a Abril, todo suena a Abril. Decir Abril y oir el sonido de sus cinco letras combinadas formanado la palabra A b r i l nos trae los violines de Vivaldi. Es un nombre mágico en el que cabe toda la primavera. Abril podría ser el mes del adviento laico y su día 23 el día de la navidad pagana en el que, por fuerza, los hombre y las mujeres - tanto da como se combinen - se amen porque sea lo único que en ese día se pueda hacer. Yo te regalo un libro y recibo una flor; yo te ragalo una flor y recibo un libro. Y la cosa acaba en un beso, un beso de papel.

Hace justo una semana, un estratégico 20 de Abril, un muchacho ingenioso llamado Carlos Ruiz Zafón - y lo digo sin pizca de ironía - ha sido el protagonista de una de las operaciones de marketing más caras y efectistas (y seguro que también efectivas) de la historia editorial mundial. La megalómana campaña, de la que no se ha podido escabullir nadie, ha incluido presentación con pompa y boato en el Gran Teatre del Liceo, el templo aristócrata de la cultura elitista. La escenografía era digna de una ópera serie "B" de Wagner. Los creativos de Planeta dispusieron como telón de fondo una nave abovedada sobre la que descasaban supuestos elegantes arcos apuntados que se perdían en el infinito de una perspectiva caballera. Para conseguir un efecto tridimensional, sobre la escena, unos mozos de mudanzas descargaron unas cuantas toneladas de libros que un afamado escenógrafo dispuso después sobre el mítico escenario, de manera que el Ruiz, o el Zafón (no se qué apellido será el más adecuado a la hora de nombrar al divo), el escritor al fin, vendía su novela, sin el mayor asomo de sonrojo, entre la mentira de un telón digno del mejor peplum y los cadáveres de algunos libros gaseados para la ocasión.

Inmediatamente después, España entera se llenaba con el diseño de la portada de la novela en cuestión: televisones, periódicos, revistas, blogs, páginas web, vallas publicitarias... todo el país vestido de Zafón, y un millón de ejemplares se disponían a invadir la literatura de los días, o los días de la literatura. Pasear por Barcelona el día 23 era recorrer un nuevo paisaje urbano, pues en las calles habían emergido, como edificios, palés y pálés, ladrillo sobre ladrillo, de "El juego del Angel", y los tranquilos paseantes se veían abocados, totalmente hipnotizados, a pagar un nuevo y curioso IBI aportando 30€ a la bicoca editorial de la historia. ¿Alguien dijo literatura?

El mismo día 23, frente al mar de Barcelona, entre hinchas del Manchester, universitarios ociosos, y turistas ávidos de sol, un hombre solo lee la novela "El árbol de la ciencia" de Pio Baroja, en la edición de Alianza Editorial (no más de 6€) en la que miles de jóvenes de este pais la leyeron cuando estudiaron bachillerato. Es un hombre de mediana edad, diría que todavía joven. Viste tergal, sin más; ropa transparente para un hombre transparente. A su lado, apoyada sobre el banco en el que lee, descansa una bicicleta vieja. No levanta la cabeza. Ni siquiera parecen molestarle los reflejos del sol en el agua azul. Me pregunto si ese momento de suma concentración corresponde a la lectura del pasaje en el que el tio Iturrioz le dice a su sobrino Andrés Hurtado que para sobrevivir en este mundo hay que asumir, desde muy prontito, ciertas verdades.

Les deseo a los dos, al hombre que lee y al escritor que vende, la mejor de la suertes. De verdad, de todo corazón, con el mejor espíritu de la navidad pagana.


Vuelvo mañana

martes, 15 de abril de 2008

Cumpleaños

Ya fue 14 de abril. Ya pasó, de nuevo, el cumpleaños sin velas y sin canción. Todavía hay muertos enterrados, boca abajo, un poco más allá de la cuneta, que se aparecen por la noche en las curvas de la historia. Su carne se pudrió al poco, la boca se llenó de tierra y por el orificio que abrió la pistola cobarde, se derramó, gris y roja, la memoria sobre el asesino.

Aún así, en las carreteras pequeñas de España que no llevan a ningún sitio, por donde Don Antonio le cantó al camino, se oyen voces que vienen del páramo, claras, como ecos que trae la conciencia.

A veces, algún caminante inquieto, quizá buscador de verdades, distingue diáfana la voz, limpia de tierra, que pide justicia. Que reclama un espacio en la historia. Que vindica el derecho a existir entre los vivos que sirvieron.

Tras los años, exhausta de gritar sin rostro, en un último esfuerzo espectral, entre nieblas, la voz apenas suspira un hueco entre los suyos y un humilde letrero en el que se lea el nombre que nunca aprendió a escribir.

Vuelvo mañana

viernes, 4 de abril de 2008

La escuela


Nada parece lo mismo desde que andan calladitos por las calles, a escondidas, tapaditos y agachados, mirando a un lado y a otro, no sea que les identifiquen. Otros andan demasiado preocupados en tramar el mejor modo de no perder comba, de acertar con la mejor opción, que ahora toca ser moderado. Quedan atrás la bronca, el insulto y la mentira y, con unas cuantas mentiras más, negarán que insultaron, difamaron y casi golpearon (de golpe, golpista) y, aunque alguien les haga escuchar de su propia voz utilizar el dolor de los muertos, ellos lo negarán. "Ese no era yo, ustedes lo sacan de contexto, yo nunca dije eso, siempre he querido lo mejor para el país, y así".

Esta cuadrilla de sinvergüenzas hoza ahora la tierra con sus pezuñas como los perros y como los toros, para esconder la mierda y para coger impulso. Van a venir de nuevo, y esta vez con la voz atiplada, el gesto amable, el tono medido y las formas exquisitas. Ahora es cuando hay que tenerles miedo.

Pero, lo dicho: ahora este es un pais diferente. El gobierno ya no es amigo de terroristas, las mujeres ya no abortan, la familia ya no se rompe, España mucho menos y el 11-M fue obra de islamistas. Efectivamente, algo ha cambiado, como si alguna pieza que estaba desplazada, desencajada, se hubiese, por fin, colocado en sus sitio. Aún así, a mi me queda mucha mala leche dentro. Ver a estos tipos tan tranquilos, impunes de toda culpa, señorones de casino, pasear su real centro democrático por las calles como si nunca hubiese roto un plato...

Me recuerdan a un par de buenos elementos con los que fue al colegio un buen amigo mío, al que he conocido este siglo. Parece ser que eran los confidentes del profesor. Con tal de conseguir sus favores o medio punto más, mentían y acusaban. Al salir al patio, como si nada, jugaban el partidillo con toda la clase y, encima, metían gol, porque el resto de compañeros les dejaban. El acusado, (falso acusado) pasaba los minutos de patio de cara a la pared y se llevaba una buena hostia. Después, al entrar de nuevo en clase, nadie se acordaba de él, pero sí de los goleadores, que además eran jaleados y felicitados por todo aquel que se quería congraciar con ellos. Según mi amigo, la felicitación era, en realidad, un salvoconducto para evitar ser acusado, aunque no garantizaba nada. El maestro Forges diría: "adivinar en menos de cinco segundos a qué partido político se afiliaron esos dos elementos."

En la escuela no aprendemos una mierda, con perdón

Vuelvo mañana