jueves, 18 de diciembre de 2008

Christmas greetings


En pocos días todo habrá finalizado y recordaremos las luces quincalleras con desdén de viejos.

Al ver las cosas cotidianas con la luz natural, todo nos parecerá, en el recuerdo reciente, muy, muy antiguo. Lejano. Tan lejano que ni siquiera creeremos haberlo vivido.

Y al pensar en las próximas, experimentaremos un vértigo de tiempo que borraremos rápido para sobrevivir a los deseos y a las ambiciones que nos alentarán y nos guiarán de nuevo hacia el armario en donde aguarda paciente el espumillón, la pandereta y el buey.

Para entonces habrá pasado un año y, posiblemente, hayamos aprendido todos a ser un poco más justos

Justicia* a partir de 2009

* "Paz" tiene tres letras y es palabra monosílaba; es fácil de escribir y de decir. Unida a las palabras "en el mundo" forma la frase que mejor pronuncian las candidatas a Miss Universo.

"Amor" tiene cuatro. Es tan fácil de pronunciar y de escribir que la utiliza mucho el Vaticano y los guionistas de cine porno.

"Felicidad" es lo que sienten los banqueros y los grandes promotores inmobiliarios en estos tiempos que corren

Vuelvo mañana


lunes, 15 de diciembre de 2008

Quitameriendas

Hace pocos días, un buen amigo me explicaba que en las praderas frías de la sierra castellana, en un pueblecito ubicado bajo las montañas que unen (o separan) las provincias de Burgos, Soria y Logroño, crece una hermosa flor de pétalos independientes y morados que, unidos, forman el tallo colectivo que la sujeta precariamente a la tierra. Me explicaba mi amigo que la flor empieza a salpicar los prados cuando el verano va tocando a su fin, cuando el otoño asoma por las montañas silbando el viento del Norte espantando definitivamente a las cigüeñas que han anidado sobre la torre de la Iglesia desde mediada la primavera.

Quienes mejor conocían esta flor eran los críos del pueblo, o mejor dicho, quienes más la odiaban, porque su aparición era la señal inequívoca, el aviso, de que en pocos días dejarían de disfrutar de los juegos y de las correrías y de las largas tardes del verano al aire libre, que acompañaban de un trozo de pan de hogaza mojado en vino tinto y endulzado de azúcar. Por eso, la flor tiene el nombre de 'Quitameriendas', porque al verla se iniciaba la ineludible cuenta atrás y pronto, antes de lo que los niños se diesen cuenta, se encontraban comiéndose el pan con vino y azúcar al abrigo del fuego de la gloria, viendo como madre desplumaba una gallina en la pica de la fregadera o escuchando toser a padre mientras liaba un cigarrillo.

‘Quitameriendas’ avisaba a los niños de que la mañana se iba a unir a la noche sin tránsito alguno, y de que, más allá de la escuela y de las labores obligadas en el huerto, o con los animales del corral, tan solo les quedaba compartir un mínimo espacio familiar en el silencio del crepitar del fuego, al olor de roble quemado y, al final del día, después de la leche caliente, la cama fría e inhóspita, preludio de un nuevo día exactamente igual al anterior.

‘Quitameriendas’, le decía yo a mi amigo, era, al fin y al cabo, una herramienta pedagógica de primer orden que la naturaleza brindaba, con rigor, a los niños que crecían bajo las montañas de la Sierra de la Demanda.

Vuelvo mañana

sábado, 6 de diciembre de 2008

El tercer día


Mi agente, mi representante en el siglo XXI, JLM, se ha puesto pesado. Me dan ganas de despedirle y de empezar a ir por libre, pero -tengo que confesarlo- le he cogido cariño y, además, el mercado está fatal. JLM ha ganado un premio por escribir cuatro lineas mal puestas y está inaguantable; ya se cree que es como yo, inmortal. Lleva toda la semana pidiéndome, día y noche, que publique su cuento, que publique su cuento, que si viene de mi le harán caso, que quiere que sea su padrino literario... y no sé qué majaderías más. Así es que, con tal de que me deje en paz, he decidido colocar hoy, y sin que sirva de precedente, el cuento de mi agente, mi representante en el siglo XXI. Ahí queda.

Vuelvo mañana

El tercer día
¿Qué tal Ann? Cómo han ido estos días de fiesta. Estupendo. Me alegro. ¿Yo? Yo acabo el turno mañana. Sí, New York. Estoy en el hotel. Ya sabes, me cambié del puente aéreo hace unos años y ahora me arrepiento. Qué le vamos a hacer. No, pocas novedades, lo de siempre. Pero escucha, te llamo a ver si tú averiguas algo. Encontré el otro día un papel, como una carta, sí, antes de despegar. No, no sé de quién es. Por eso te llamo, porque estoy intrigada. Le estuve dando vueltas al tema durante todo el vuelo y ahora no puedo ni dormir. Sí, chica. ¡Claro! quizá no sea nada, quién sabe, pero quería leértela para que juzgues tu misma. No, no será más que un momento. Mira, oye, oye:

Aprovecho ahora que volamos a velocidad de crucero para escribirte, para decirte lo que hace mucho tiempo debí decirte. El ayudante de vuelo duerme a mi lado y el piloto automático se ocupa de todo. Allí adentro las azafatas reparten la comida. Dentro de pocas horas no se oirá más que el zumbido de los motores. Como cada día que llega esa hora, la hora del sueño, me da la sensación de que transporto almas sin cuerpo, vidas entre paréntesis. Es ahora cuando encuentro el momento, porque nos han pasado los años y se ha hecho absolutamente necesario que alguno de los dos sea sincero. O mejor, ya es hora de que yo sea sincero. Me paso la vida a bordo y, sin embargo, me da la sensación de que, excepto la mía, dirijo las del mundo entero.

“Hago despegar este aparato gigantesco una y otra vez, semana a semana, y cada vez que inclino el morro hacia el cielo siento un vértigo que va más allá de la inercia. No sé como explicártelo. ¿Recuerdas el día en que naciste? Si lo recuerdas, entenderás de qué te hablo. Escondo el tren de aterrizaje y poco después estabilizo y sé que me espera por delante la vida entera, un formidable espacio que nunca acaba. Y así siempre, un círculo de muerte y resurrección. Es como si a cada travesía renaciese. ¿Cómo decírtelo? Despegas y naces, vuelas y vives y al aterrizar mueres. Piénsalo bien. Es justo como te lo digo. Es perfecto.

“Vuelo a 30.000 pies. Pronto cambiaré de zona de franja horaria. Está resultando un vuelo plácido. El agua brilla allá abajo y dentro de algunos minutos todo se teñirá de rojo y veré el sol en toda su dimensión, fabuloso, gigante, dorado, y como siempre que no hay nubes, se burlará de mí en el horizonte porque jamás seré tan rápido como él.

“El océano es inmenso. Parece que nunca vaya a cruzarlo. Podría explicarte cada una de las horas, completas, minuto a minuto. Se hace corto. Perdona, me explico muy mal. No puede ser que se haga corto y que al mismo tiempo me parezca imposible cruzarlo. Puede que sea las dos cosas a la vez, porque en cuanto veo tierra me gustaría volver hacia atrás, y empezar de nuevo, pero en el momento de despegar lo que quiero es devorar millas y millas. ¿Lo entiendes ahora? Deberías probar.

“Dentro de poco, en cuanto vislumbre el primer trozo de tierra, deberé decir ‘señores pasajeros, les habla el comandante, abróchense los cinturones porque en breve aterrizaremos. La temperatura en New York es fría’ (como la misma muerte).Y tomaré tierra y pisaré con el pie suelo americano y entonces deberé llamarte y decirte que ya llegué, una vez más, y que te añoro, sí, yo también mi amor, claro, en tres días estoy otra vez contigo. Y al tercer día despegaré de nuevo de vuelta, veré brillar el mar, viviré una nueva vida, hasta que entre en pérdida y aterrice y se hagan eternas las noches que duermo junto a ti ,esperando, ansioso, poder transitar el cielo, al tercer día.

“Amor, te juro que lo intenté, pero mi vida está aquí arriba. Quiero decir toda mi vida, la que he pasado y la que me queda por vivir. Cuando el niño crezca y pregunte por mí dile que estoy en el mismísimo cielo. Él lo entenderá, seguro. Os voy a añorar. No sé"

Y aquí se termina. ¿Cómo? Sí, sí, es una cosa entre triste y loca, como si quien escribe esté un poco ido. La última letra está, no sé cómo explicarte, como temblona. Pues quizá sea eso que dices, como si quisiese escribir más. Sí, exacto, y en un último momento se arrepintiese. ¿Cómo? Estaba en el suelo, arrugada y sucia, bajo el carro de las bebidas de popa. Claro, no limpiaron bien y ahí quedó. Pues chica, quién sabe, igual hace meses, el papel está ya amarillo. ¿Quién podrá ser? ¿Tú también? Es lo que yo pensé. Seguro. No puede ser otro. Vale, vale, te dejo. No te preocupes mujer, lo primero es lo primero chao, chao. ¡Oye! Que tengas buen servicio. Venga, un besote. Hablamos.