miércoles, 9 de mayo de 2007

Para Andrés


Hoy hablaba con un amigo de Valencia sobre el tema de la incomunicación dentro de la novela "Verdes Valles, Colinas Rojas", la catedral literaria contemporánea construida por Ramiro Pinilla. En ella, es verdad, la serie de personajes que viven en sus páginas, se relacionan entre si, como en la vida, con mejor o peor fortuna dentro de un microcosmos que bien podría ser el universo entero. Ese microscosmos es el Pais Vasco, planteado por Pinilla como tal, como un mundo con sus soles, sus lunas, sus mares y su peculiar génesis. Y tambén con la explosión de un meteoro, la lucha obrera, que para unos significó un cambio hacia la oportunidad, hacia la igualdad, y para otros la pérdida de unos privilegios que todavía hoy, miles de personas, reclaman guiadas por meras leyendas que han amagado siempre la realidad de las relaciones de vasallaje.

(Ella y la familia Baskardo todavía hoy siguen riendo)


De modo que lo que choca en realidad son dos mundos, dos modos de vida y dos clases sociales en las que (y en los que) los códigos son absolutamente diferentes. Así es que, claro, la comunicación no existe. A no ser que el amor, la muerte, la necesidad o la ambición aparezcan de por medio. Eso es lo que nos empuja a entendernos, o a enfrentarnos, porque finalmente una guerra, familiar o militar, no es más que la utilización de otro lenguaje, el de la fuerza, para comunicar que uno es más fuerte y que ganará la Historia.


La cosa se hace literatura, es decir, realidad, a partir del momento en que los hombres y las mujeres utilizan ambos códigos para poder vivir. Tan solo los Baskardo de Sugarkea, fieles a la genética de la libertad, se mantienen al margen como un canto al indivíduio desnudo de toda intoxicación. Su código es distinto a los otros dos y por eso son incomprendidos por todos. La comuna viene a ser una mera imitación de ese anarquismo natural en el que, creo, milita el autor. De ahí que los pesonajes más positivos de la novela son aquellos que no muestran una clara adscripción política, sino que defienden la libertad del indivíduo por encima de cualquier condicionante, o sencillamente viven libres según unas normas morales sencillas y primitivas de respeto a uno mismo y a los demás.


Vuelvo mañana, querido amigo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya si hay comunicación en la novela!. ELLA habla desde la mala leche de la incógnita; Roque se comunica de manera sublime a través de la silla; los Hermanos desde la opresión esquizofrénica familiar.
Pero, Pobrecito Hablador, puestos a soñar, yo en otra vida que viviera me pido ser un Baskardo de Sugarkea!.

Nako.