lunes, 9 de julio de 2007

T

Esto de las nuevas tecnologías tiene su qué. Poco a poco le voy encontrando sus ventajas. Para muestra, un botón: me ha llegado a mi dirección electrónica (mi tercera identidad) un relato de un tipo llamado José Luis Melgosa. La verdad es que deja un poco que desear, pero el final me ha dejado un poco inquieto. No se la suerte que correrá el tal Melgosa o si volverá a encontrarse con "T" en un futuro . Por si le sirve de algo, lo publico en mi espacio de hoy y de los días sucesivos , pués quizá sea demasiado largo para leerlo de una sola vez. No voy a poner foto porque la debería escoger él y no tengo indicación alguna al respecto
Ahí va.
(Melgosa ni siquiera le ha puesto título.)


Mi despacho en Terrassa es un lugar extraño. Y no es extraño porque lo encuentre o me parezca ajeno. Es extraño porque ahora que me doy cuenta, ocurren cosas de lo más inquietantes.

Por ejemplo: ayer entró un tipo bronceado más o menos joven, más o menos alto, más o menos maduro y diría que hasta guapo. El tipo (a partir de ahora le llamaremos "T") lucía gafas Vuarnet pasadas de moda, de aquellas que se llevaron en los 80 con las patillas y el borde de los cristales dorado. T vestía panatalón vaquero Levis etiqueta naranja y polo negro con publicidad de una multinacional gravada a altura izquierda del pecho. Peinaba raya a la derecha y estaba perfectamente afeitado. Desprendía un ligero aroma a masaje caro aftershave. Calzaba náuticos marrones, relucientes, tanto que parecían de charol (como diría Don Juan Ramón). De pies a cabeza era lo que cualquiera hubiese calificado como un tipo pijo, muy pijo.


T cruzó el umbral del despacho y caminó dos pasos y, súbitamente, repentinamente, como un corrientazo de aire cuando se abre una ventana con la puerta abierta, miró hacia su izquierda y clavó sus ojos y su boca y un grito de alegría "María Guerrero" sobre el retrato de Salvador Allende que preside una de las parades del despacho. Boris Izaguirre ante Ricky Martin: así parecía T ante el rostro del Camarada Allende.

- ¡Hola, cómo está! ¡Me encanta poder saludarlo!. Me llevo una agradable sorpresa al entrar aquí y encontrar esta fotografía que me llena, me llena de emoción...!

Inmediatamente me percaté de que T no era de aquí. T era sudamericano, probablemente chileno, aunque convertía levemente algunas llanas naturales en agudas, tal y como hablan los argentinos y los uruguayos.

- Sí, esta fotografía es regalo de un estudiante chileno, estupenda persona, que anduvo por aquí hace algunos años. Me regaló también un poster de Víctor Jara pero lo regalé porque era demasdiado grande y no cabía en la pared- le dije.

T escuchaba con atención. Abría mucho la boca. Era como un tiburón riendo, no se bien si de alegría , de emoción sincera o directamente de mí. Los tiburones también sienten , creo.

Hasta aquí y por hoy, dejaremos el relato de Melgosa. Temo que su lectura pueda hacerse demasiado larga y pesadada .

Vuelvo mañana, con T y con Melgosa

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