Ayer entré en un chino (en una tienda regentada por una persona originaria de la China, quiero decir) y compré un molinillo de viento que clavé en la jardinera que más a la vista tiene mi jardín, al socaire de los vientos marinos que refrescan mi vida de verano. Se me pasan las horas mirando como giran las tres circunferencias de que se compone el juguetito, radiadas con fràgiles pedazos de telas de colores que, al rodar, hipnotizan a todo el que las mira como si fuese una especie de arcoiris magnético. El recuerdo de este verano va a ser este, en apariencia, sencillo e inofensivo juguete.
No he iniciado todavía mis vacaciones (los muertos también descansamos en Agosto) y me atrevo a predecir mi memoria. Estoy convencido de que esta extraña cualidad que he adquirido de adelantarme, de predecir los recuerdos que voy a tener, se la debo al molinillo y no a los poderes de que disponemos los muertos con una segunda oportunidad. Porque he comprobado que estar junto al molinillo proporciona extrañas habilidades. Por ejemplo, el molinillo es capaz de recoger los recuerdos de quien lo mira fijamente durante unos segundos. No tengo más que mirarlo girar con atención. sin pensar en nada más, dejarme llevar por sus colores , e immediatamente después mi memoria traspasa a las ruedas giratorias el día en que fumé mi primer cigarrilo, o el momento en que mi amor me besó por primera vez, el estruendo horroroso del día en que disparé un arma, la primera mañana en que me desperté a tu lado, la cabaña que construí con amigos a los que ya no veo, y que ya nunca más veré, el tacto del mármol de la rodilla del Moisés de Miguel Ángel, el día en que Enrique me regaló su sombrero, la Nochebuena del 36, el dia de difuntos... y casi tres siglos de historia.
En cuanto a predecir los recuerdos - es muy importante aclarar que no se trata de predecir el futuro, sino los recuerdos - de momento estoy valorando la posibilidad de utilizar más a menudo esta propiedad que he adquirido, pero no estoy muy seguro de querer ejercerla. Temo por muchas cosas; temo poder saber, eternamente, hasta que el viento deje de soplar, lo que me quedará del pasado de hoy, que será recuerdo mañana. Aunque, quien sabe, quizá sea inútil especular, quizá nada dependa ya de lo que yo quiera o deje de querer sino de lo que el molinillo ordene a partir de este verano de 2007.
Vuelvo mañana
(creo recordar)
lunes, 23 de julio de 2007
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