martes, 10 de abril de 2007

Pasos de tacón alto



Ya no recordaba la lluvia tras el cristal. Estos últimos días me ensimismaba en la ventana durante horas viendo caer el agua . Cuando llueve, el tránsito entre el día y la noche desparece; el atardecer renuncia y llega la oscuridad súbita con sus brillos de faros sobre el asfalto y los disparos de agua que flotan alrededor de las farolas eléctricas. Y yo me quedo como un tonto mirando el espectáculo entre los marcos blancos del alumnio de mi ventana hasta que me percato de que allà afuera, los pocos transeuntes que caminan me miran y me señalan como si fuese un retrato del Greco envuelto en obra vista, una pintura tenebrista y posmoderna del siglo XXI. Y entonces me escondo, me refugio bajo otra luz, la de mi lámpara, y me hundo en mi sillón. Le doy un buen trago a mi copa y abro con delicadeza y emoción , despacito, lentamente, la primera pàgina de las aventuras de Wesley Jakson, de William Saroyan. Antes de empezar a leer la primera palabra miro de nuevo hacia el cristal. Las gotas de agua resbalan en carrera, como si jugasen a la cucaña del saco. No parece que vaya a escampar. Algo suena en el piso de arriba: un mueble que se cambia de lugar. Pasos de tacón alto y un leve gemido que, juraría, no es de queja. Cierro los ojos y me asaltan noches de lluvia junto a Dolores.

Saroyan, lo siento, mañana habrá dejado de llover y con los primeros rayos de sol olvidaré esta húmeda soledad de hoy.

Vuelvo mañana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que Saroyan también habría aplazado sus planes hoy, para recrearse en la evolución del sonido de los tacones. La lluvia, en algunas ocasiones, tiene la extraña propiedad de acentuar todos nuestros sentidos, incluso los no enumerables. Quizás imaginar o inventar que esta ocurriendo en el piso de arriba no diste mucho de leer a Saroyan. Además probablemente da ganas de ser, uno mismo, protagonista de sus propios ruidos... ;-)