martes, 11 de octubre de 2016

Cuestionario compulsivo



¿Qué nos pasa?

¿Por qué nos tienen así?

¿Por qué somos incapaces de reaccionar?

¿Por qué admitimos, sin más, que dirijan nuestros destinos  una serie de personas organizadas en corporaciones delictivas?

¿Por qué regalamos una y otra vez la llave de nuestra casa a esas personas que  la utilizaron  para robarnos hasta las cucharas?

¿Por qué permitimos que las grandes  empresas y los grande poderes financieros marquen las reglas del juego?

¿Por qué no hacemos nada por denunciar y aniquilar los centros de poder que defienden e imponen intereses ajenos a los ciudadanos?

¿Por qué permitimos que, poco a poco, el Estado se quede en los huesos, sin apenas  recursos,  y le sea imposible protegernos con nuestras leyes, facilitarnos la vida  procurarnos  un futuro mejor para nuestros hijos?

¿Por qué caemos en la trampa, a sabiendas de que es una trampa, de la desinformación y el entretenimiento embrutecedor?  
 
¿Por qué caemos en la trampa, a sabiendas de que es una trampa, de la identidad nacional  y de la religión como salidas en falso a todo lo que nos ocurre?

¿Por qué asumimos la explotación como único modo de creación de riqueza?

¿Por qué admiramos a quienes se hacen ricos con el trabajo y con la desgracia ajena?

¿Por qué no buscamos la  verdad, individual y colectivamente, más allá de la superficie; más allá del espectáculo que engorda las audiencias y las cuentas de resultados de los grandes grupos de comunicación?

¿Por qué hemos perdido por el camino el valor de lo colectivo, el valor de la responsabilidad  hacia nuestras  vidas  y  en relación  fructífera  hacia  las  de nuestros semejantes? ¿Hemos creído alguna vez en esos valores?¿Vale la pena creer y luchar por esos valores?

¿Por qué despreciamos a quienes nos dicen la verdad, a quienes nos revelan toda esta gran mentira y nos proponen otro mundo, otro modo de relacionarnos, otra manera de organizarnos   social y colectivamente?

¿Por qué nos negamos a soñar en  una vida mejor, más allá del dinero, del trabajo, de la explotación y de la ambición, a sabiendas de que esos son los cuatro pilares de nuestra desgracia?

¿Por qué educamos a nuestros hijos  sin  pensar en la respuesta a  estas preguntas?

¿Por qué tenemos hijos sin  pensar  antes en la respuesta a  estas preguntas?

¿Tenemos miedo? ¿De qué tenemos miedo? ¿A qué le tememos?

Y si no tenemos miedo, entonces ¿Qué nos pasa?  ¿Por qué nos tienen así?

2 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Y se cierra el círculo, y vuelta a empezar con las malditas preguntas.

Pero como uno tiende más bien a ver la botella medio llena (seguramente porque el cerebro no le da para más), lo diré en clave humorístico-mourinhista: "Po qué?"

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Vacía del todo, amigo Juan, está vacía del todo, que se lo han bebido todo, los valores y los recursos
¡Salud!