viernes, 19 de febrero de 2010

El inglés con mil palabras


Carezco de formación en idiomas. El paso del tiempo se ha cebado con mi otrora perfecto inglés, mi mejor francés y lo que es peor, con mi latín. Era capaz de leer de seguido, en versión original, a Cicerón, Ovidio y Virgilio. En las noches locas de ‘La partida del Trueno’, cuando Ventura, Pepe, Manolo, Ramón y yo salíamos a quemar Madrid, nos burlábamos de los petimetres y asombrábamos a bobitas como mi Pepita declinando, muy altisonantes, con carita de honorables burgueses, las más obscenas de las barbaridades, de manera que ellas casi llegaban a creer que les estábamos proponiendo matrimonio, cuando en realidad lo que hacíamos era sugerirles los más inconfesables y jugosos juegos en la lengua de Catulo. Con los años, incluso, he llegado a pensar que Pepita se enamoró de mí por un malentendido relacionado con el latín. “Mucho piano y poca declinación”, decía siempre Ventura cuando al final de la velada, en la madrugada canalla de Madrid, cada cual se recogía a su cubil. Los cuatro asentíamos muy serios a la máxima de nuestro camarada. Entonces, mientras intentábamos concentrar toda nuestra perjudicada atención en no posar los botines impolutos sobre los charcos sucios, repetíamos como un sonsonete y con media lengua raspada de Cariñena, “¡Sí señor. Mucho piano y poca declinación.!”. Y es que nuestro Ventura era un sabio.

La cosa es que la pérdida de mi capacidad para los idiomas me traes esos recuerdos porque, lejos de lamentarme, la verdad es que en estos momentos de mi tercera vida me congratulo de no saber de la lengua inglesa, por ejemplo, más que algunas construcciones fáciles, un vocabulario básico y poca cosa más. Digamos que hablo el famoso inglés con mil palabras. Del francés me olvido y del latín, ¡Ay el latín! ¡Qué tiempos, qué momentos! . Todo esto viene a cuento porque me sucede un fenómeno que no sé si alguien más lo experimenta. Habitualmente escucho música, en español y en inglés, y en el idioma que se tercie (en latín no). Me gustan todo tipo de músicas, grupos, cantantes, estilos y épocas y soy un poco obsesivo. Si un día me engancha una pieza de, vamos poner por caso, Mozart, durante semanas no hago otras cosa que escuchar música clásica (perdón: culta). Cuando me harto, cambio al jazz, al sonido meloso de un buen saxo, al agudo y potente de una trompeta o a la voz sensual de alguna cantante negra. Y así con todos los géneros y formatos. De hecho, si descubro algo especial en un grupo o un autor soy perfectamente capaz de escuchar sus discos una y otra vez durante varias semanas seguidas, consecutivas, sin que escuche otra música que no sea el disco en cuestión. De manera que mi torpeza con las lenguas extranjeras sumada a una manía como esta me permite interiorizar la música que escucho. Creo que lo que me ocurre lo explicó mucho mejor que yo, de una manera más efectiva y más breve, el celebrado autor de comics Chris Ware, quien afirmó “Envidio a mi hija, que todavía puede mirar una palabra sin leerla”. Sin haber leído ni una sola de las obras de este artista, en mi opinión su presencia en este mundo está más que justificada porque creo sinceramente que esta frase asombrosa contiene en su interior toda la reflexión que se haya podido hacer en miles de páginas sesudas al respecto del lenguaje, la literatura y el arte.

Así es que no miento si afirmo que esta es la cuarta semana que escucho cada día que me levanto el disco “Nothing Gold Can Stay”, obra de un grupo estadounidense llamado The Duke&The Kings. Su música me amansa, me excita, me deprime y a veces, con alguna de sus canciones, se apodera de mí una euforia que en su punto culminante me parece hasta peligrosa e insana. Por su puesto no entiendo ni jota de lo que canta el vocalista. Para ser más exactos, pesco alguna que otra frase o palabras sueltas que me sirven como pespunte para coser después mi propia versión del tema. Ni siquiera los títulos de las canciones influyen en mi deconstrucción y recomposición particular: El fondo de la guitarra acústica, que mece también la melodía ; una trompeta apenas audible que aparece de repente y da paso a la voz, y a los coros armónicos de voces en falsete, como susurros. El compás leve de las escobillas frotadas sobre la caja de la batería o, súbitamente, compases más rítmicos acompañados con acordes rockeros de una guitarra eléctrica sin más pretensión que la de de hacer sonar un poco de poesía, la lluvia de una mañana de verano, un reencuentro, la bajada a los infiernos, el canto a la amada; la felicidad, la pasión y la incertidumbre en los primeros momento del amor; la alegría desbordante por cualquier causa, por las cosas buenas de la existencia; la soledad y el dolor sin posibilidad de consuelo; la fugacidad de la vida; la fatalidad del destino, la tristeza ante la muerte… Todo eso es lo que me llevo cuando escucho ese disco sin entender un ápice lo que dicen las letras de sus hermosas canciones.

Hoy hablaban Michael Nyman y Adolfo Domínguez en la radio. El modisto -como le llaman- (qué poco respeto a la profesión) presentaba en la pasarela Cibeles su nueva colección, amenizada en directo con la música del compositor. A Nyman le pasa lo que a mí, que no sabe idiomas; solamente se expresa en su perfecto inglés. Aunque había traductor, para mi era inútil, porque sin entenderle sabía perfectamente lo que estaba diciendo. Me acordaba muy bien de cómo sonaba su piano. Después ha hablado Adolfo Domínguez y ha dicho que “para qué diablos se necesita la sentencia de un juez cuando un empresario quiere despedir a sus trabajadores”. Entonces no he entendido nada. Era como si el tipo hablase en latín, como si hubiese hecho también algún exceso con el Cariñena. Con todo, lo peor podría ser que alguien por ahí traduzca lo dicho por el modista como lo hacían mi Pepita y sus amigas, y acaben por confundir la pornografía con las ideas. Cuando el modisto ha continuado diciendo que lo que más valoraba en las personas era la humildad, he apagado la radio y me he puesto a escuchar ‘If you ever get famous’ de The Duke&The Kings

Vuelvo mañana
La imagen es un autorretrato de Chris Ware

33 comentarios:

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Pues sí será, Mariano: que la famosería atonta. O el tiempo. Como decía Rosa Chacel de según quines, cuando discurseaban o se comportaban como memos: "A este le ha dado un ataque de importancia", porque ADF tenía un discurso aceptable (que yo recuerde).
Saludos!

Anónimo dijo...

Cuando oyes una canción en inglés cuya letra no entiendes ,la sustituyes por tus propias letras ,las de tu vida,pasa igual con los silencios largos en las peliculas o en la vida real ,los llenamos de pensamientos propios.Hace poco ví una película con muchas pausas silenciosas con pocos diálogos,y me extrañó ver la cantidad de ideas que me sugería el silencio,que enriquecedor me pareció, para el mundo de las ideas. Cada vez creo más en el poder que tienen los silencios ,son como aspiradoras o imanes de pensamientos,es como si el silencio tuviera necesidad de voces y ruidos,y quisiera ser llenado,aunque claro está todo es mental ¿o no?

Isabel Martínez Barquero dijo...

Lo más terrible, Mariano José, es cuando ya no entiendes ni tu idioma natal. Me ocurre mucho últimamente. Según quien lo use, lo reconozco o me parece chino mandarín. Será que estoy desfasada. Será que me quedo corta. Será que "nemo dat quod non habet", si es que se escribe así.

Menos mal que tus letras las entiendo, aunque quizá no las comprenda, ¡qué sé yo! El mundo es tan complicado y tan sencillo al tiempo.

Salud siempre, amigo Mariano.

El Pobrecito Habladort del Siglo XXI dijo...

Yo creo Ana, que los ataques de famoserío se tienen porque van en los genes. Es decir, que si alguien no tiene nunca un acceso de famositis es porque no ha tenido ocasión. No sé porqué pero me da en la nariz que el mundo de la moda es un buen activador, o catalizador de esa potencia. Y ahora que lo pienso, cualquier vertiente artística que se base en la apreciación y el alago de comunes... (me estoy acostumbrando a tu recurso de los puntos suspensivos, que es la manera de decir sin decir)
¡Salud Ana!
PD: de cualquier manera, el centro de atención de esta entrada no está en el famoseo ni en ADF, sino en la frase de Chris Ware.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Anónimo. Hubiese escrito lo que dices con las misma palabras. O seguramente peor.La cosa es que me identifico plenamente con lo que dices. ¡Qué gratificante es tener por ahí cómplices anónimos!
¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Isabel
Es posible que nos hagamos mayores, pero entonces lo que hay que hacer es hablar con quien nos entienda. Ya no estamos en épocas de convencer a nadie. Y si se produce un diálogo enriquecedor, pues venga, vamos a hablar, aunque sea con signos, o con gestos. La voluntad de entederse y , sobre todo, de querer hablar es lo que importa. Por ejemplo, el latinajo que incorporas no sé lo que quiere decir, pero sé que lo que escribes para aportar algo positivo.

Yo aveces no me entiendo a mi mismo y me sorprendo dicendo ¿Pero esto lo he escrito yo?

¡Salud y abrazos Isabel!

Anónimo dijo...

He llegit moltes coses a la vida que no he entès. I en comptes d’abandonar-les com va dir que feia un escriptor com déu mana, vaig enterrar-hi un temps preciós, perquè no em varen aportar un gram de commoció. Però, llegir sense entendre, encara que la conjunció de signes et commogui, no és quedar-se a mitges?

Trobo, Pobrecito Hablador, que tens traça per a les coses hermoses, així que gràcies per compartir-les. Rosa Delvents.

Anónimo dijo...

Las canciones de Duke and the King me hacen sentir de todo menos euforía y alegría. Creo que te gustan porque tienen mensajes subliminales y te identificas con palabras que se repiten,y tú ya sabes las que son,que aunque están en inglés se entienden,y hacen de autohipnosis,por eso te gusta oirlas repetidamente y alimentan tu visión romántica de la existencia.

El Ppbrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Rosa Delvents
Crec que quan una lectura no s'entèn es poden fer dues coses (o més, segons per a qui). Si els signes emocionen, intentar esbrinar-ne el siginificat. Si no emocionen, triar una altra lectura, que hi ha mes llibres que dies a la vida. I gràcies a tu per estar-t'hi aquí una estona compartint el que s'em pasa pel cap
¡Salut!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Anónim@
No me digas que alguna de ellas no te pone, no te da ánimo, no te entra cierto gusanillo eufórico...
...aunque creo que lo has clavado, para qué engañarme. Sí señor@, eso es lo que me ocurre con la música de Duke and the Kings
¡Salud!

Anónimo dijo...

La que me pone ,me da ánimo y euforia es la de this is the life de amy mcdonald,hoy la abré escuchado como diez o quince veces y me la quiero aprender para cantarla,para mí ,claro. La letra no dice nada especial porque no la entiendo ,bueno habla de amigos que se van de fiesta,pero me pone como una moto a 200 por hora.

Eastriver dijo...

Mariano José, ocurre que cuando una canción te gusta acabas por entenderla. Lo mismo que los versos. Decía eso mismo JGB de la poesía: que cuando un poema te gusta acabas entendiéndolo; por eso se me ocurre que pasa lo mismo con la música. Tengo cierta experiencia. Mi primer contacto con la ópera fue en arias desgajadas del texto narrativo. Si el aria me gustaba de tanto escucharla imaginaba el contexto, el tema, todo. Y después ha sido increíble comprobar que no me equivoqué nunca.

En otro orden de cosas lo peor del comentario de Adolfo Domínguez es sobre todo el desprecio que destila. Ese desprecio es de lo que debemos protegernos. Es el paso que falta para dar antes de convertirnos en verdaderamente fachas. Un abrazo.

Anónimo dijo...

No sé si te ha pasado alguna vez,pero a mí si me ha pasado que en sueños he cantado canciones con música y letra inventadas al instante por mí,que por supuesto una vez me despierto se evaporan y es imposible recordar,y también alguna vez he hablado en catalán en sueños ,cosa que no acostumbro a hacer en la vida real.Esto me lleva a recordar que Paul Mccartney,escribió Let it be,tras soñar la canción inspirado por su madre ya fallecida en el sueño,y como tenía el piano en la habitación inmediatamente tocó las notas en el piano y escribió la canción de un tirón.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Eso, querido amigo, habrá que hablar con quien nos entienda, porque con los años no se pretende convencer a nadie.
¿Sabes? Para mí es terrible lo del inglés, porque no lo estudié y es la actual lengua del imperio. No me entero de nada con la manía de la gente de meter inglés por todas partes. Me quedé en el antiguo imperio (una está algo caduca) y el latinajo viene a decir que nadie pueda dar o entregar lo que no tiene o posee.
¡Salud, querido Mariano José!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Sí, hay canciones que nos lanzan como resortes. Y creo que son necesarias, para darnos de vez en cuando un poco de ánimo.

Ramón, me pasa lo mismo, y creo que a todo el mundo, poco más menos, lo cual significa que el autor tiene poco que decir después de dejar su obra en manos de quien la disfruta, o de quien la deconstruye para hacerla suya. Adolfo Dominguez siempre ha sido un fascista. Toda esa caterva de mal llamados artistas de la moda tiene un cuajo que... Esa frase no se pronuncia tan alegremente porque te hayas dado un golpe en la cabeza. Va dentro del ADN
¡Salud Ramón!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Anónim@
No, no sueño en canciones. Qué curioso, nunca me había parado a pensarlo. Nunca he soñado con canciones. No sé.
Curioso también lo del Beatle. Gracias por explicarlo aquí
¡Salud Anónim@!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Isabel,
Está bine el significado del latinajo. Ahora pienso en los promotores inmobiliarios o en los bancos. Los humanos honrados (mortales o inmortales) creo que a veces damos más de lo que tenemos, y a veces acabamos como acabamos,, con ansiedades, estresses y todo tipo de malos rollos
Y en cuanto al inglés, yo ya no me fustigo. Hasta donde llegue.
¡Salud Isabel!

Anónimo dijo...

Creo que algunas de las poesías ,libros,canciones,obras de arte etc,ya estan creadas en la supraconciencia o concienciaarchivocósmico de las ideas y ya existen,nosotros sólo tenemos que captar la onda y escribirlas o darles formas.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Yo también ando creyendo eso, anónim@. El trabajo constante y el talento son los imanes o las antenas receptoras de las ondas. A mi me gusta pensar que las grandes obras estan ocultas en lo profundo de cuevas ignotas y que el artista privilegiado es el designado por el destino para dar con ellas
¡Salud!

NENA dijo...

Después de discutir con Bep qué frase es la esencial en tu entrada(diversidad de opiniones), a mi me ayuda mucho poder entender lo que comunica un artista. Por eso te apunto algo de lo que dice la canción "If you ever get famous" (si llegas a ser famoso)(no conocía al grupo; no me desagrada).

Aquí hay algo de lo que dice el tema:
" Si llegas a ser famoso,
no te olvides de mi
deseo que se realize todo lo que deseabas...."


Un abrazo,

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Gracias por la traducción Nena, pero si me permites, la voy a ignorar. Yo me había montado otra película con ella.
En cuanto a la frase central. Creo que lo que dijo Chris Ware es tan fuerte que le voy a dedicar una entrada a la frase sin mediar más tema que la misma frase
¡Salud Nena y Bep!

Anónimo dijo...

Me gustaría que me dijeras que significa para tí la frase esa de envidio a mi hija que todavía..........etc.porque en realidad no se lo que está envidiando si es la inocencia,la ignorancia,la indeferencia ante la escritura,o tiene miedo del conocimiento y de que su hija quede subyugada al poder de las letras y la escritura....no se. Me gustaría saber tu opinión.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Bueno, me da la sensación de estar ahora mismo bajo la luz del flexo de una lámpara de comisaría o ante un tribunal académico en el que todos los miembros tienen antifaz.

La frase de Ware, segun mi punto de vista, dice que la mirada ingenua, pura, ante la obra de arte, ante el signo, es creadora. Que esa mirada desvela el significado que el artista ha intentado ofrecer y lo hace sin haber accedido a las fuentes o a las claves de los códigos con los que el artista ha trabajado. En definitiva, Ware está diciendo con esa frase que quien le da valor artístico al signo literario (al musical, pictórico, et.) es el lector. El lector es el creador de la obra.

Aunque creo que hay muchas más interpretaciones. Llevo con ella en la cabeza meses, desde que leí la entrevista en "Publico". Pero me las guardo. Espero que no te moleste.

¡Salud!

Anónimo dijo...

No es que me moleste pero me he quedado con curiosidad de saber más.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Si te parece, escribo una entrada con al frase como protagonista. No te prometo que sea la próxima, y tampoco que en lugar de desevelar más cosas, al final, aparezcan más interrogantes que respuestas

Gracias por interés, Anónim@
¡Salud!

Anónimo dijo...

Gracias a tí estoy conociendo a Chris Ware y me gusta.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Me alegro mucho. Yo todavía no he abierto un comic suyo. Tal y como digo en la entrada, sé de él la frase y su pensamiento resumido en una entrevista que le hizo "Público"
Disfrútalo
¡Salud!

PACO GÓMEZ dijo...

Yo, desde que un tal Iranzo dejó ir aquello de la psicoestética de la imagen para denominar a los que cortan el pelo, ya no me sorprendo de nada.
Saludos.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Toda corporación busca prestigiarse a través del lenguaje. Al final, si nos despojasemos todos de los apellidos, quedaríamos solamente nosotros, en bolas picadas, ante los demás. Y entonces qué.
Hay que reconocer que algunos son ingeniosos: "psicoestética..." hummm.

A ver qué te parece esta frase que se inventó Michel, del Madrid, para decir "ha pasado el balon" y que todos los comentarista repiten ahora: "ha habilitado a.. fulano". Buena ¿eh?
¡Salud Paco!

Anónimo dijo...

Pues yo tengo un conocido que en su tarjeta de visita pone que es cirujano arbóreo y es jardinero del ayuntamiento.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ese es un buen ejemplo, si. Aunque creo que a los jardineros no les hace falta cambiar la nomenclatura de su oficio: ya es suficientemente expresiva, hermosa y expresa a la prefección la funciona que realizan.
¡Salud!

Anónimo dijo...

Crees que un escritor podía ser llamado psicoesteta de las palabras? por utilizar la que ha empleado Paco Gomez para referirse a los peluqueros, te imaginas en la tarjeta de visita de un escritor que ponga: Psicoesteta de palabras ó malabarista de frases ó combinador de palabras y enlazador de frases ó compositor de frases..etc.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Yo creo que escritor, o poeta estan bien. Contador, fabulador cuentista, juglar... también
Adaptar esa manía contemporánea de inventar vocablos para oficios o pasiones o vicios que ya se definene suficientemente bien con las palabras que tenemos me parece artificioso y, además, y lo más importante, no definen la esencia de lo que pretenden representar.
Por mucho que digas 'tratamiento fotomecánico de material celulósico' no dejará de ser fotocopiar
¡Salud Anónim@!