viernes, 8 de julio de 2022

La masacre de San Juan

 


A finales de Enero del año pasado el periodista de la cadena SER Javier del Pino entrevistó en directo al expresidente norteamericano Barak Obama con motivo de la publicación de la primera parte de sus memorias. Juan José Millás acompañó a del Pino en la histórica entrevista. El escritor valenciano formuló la siguiente pregunta al hombre que dirigió durante ocho años el país más poderoso del mundo. “¿Señor, en el momento en que decidió presentarse al cargo de Presidente de los Estado Unidos de América, era usted consciente de que probablemente ordenaría matar a personas?

Recuerdo perfectamente mi admiración hacia Millás y el asombro que experimenté ante su interpelación. Probablemente ningún alto mandatario se habrá encontrado en tesitura equivalente durante una entrevista. La interrogación de Millás podría ocupar el primer puesto en un ranquing de  preguntas valientes, porque más que una frase que requiere de una respuesta informativa, en realidad, se trata de un reproche, una amonestación, la moción radical y definitiva que coloca a quien la recibe en el comprometido espacio de la traición de sus propios valores y de la falta de consideración hacia la coherencia moral, incluso antes de ejercer.

Ante la cuestión planteada por Juan José Millás, Obama reaccionó rápido. En la radio uno o dos segundos de silencio comprometen, porque la mudez deviene o bien en valorativa, o bien indica ignorancia, incomodidad o embarazo. De modo que Barak Obama, sin perder un ápice la compostura y en el mismo tono asertivo y seductor con que se condujo toda la entrevista explicó que, efectivamente, se vio obligado a tomar decisiones difíciles, siempre bajo el mandamiento de la defensa de los ciudadanos norteamericanos y de la paz mundial. Si en algún momento dictó la orden de que el ejército estadounidense eliminase a alguna persona o personas fue para evitar sufrimientos a inocentes y neutralizar amenazas.

El expresidente de los EEUU se arropó con las siempre socorridas razones de Estado para eludir responder a la verdadera pregunta que le formuló Millás. Porque en realidad, lo que el escritor le estaba diciendo al mandatario es que, antes de acceder a la presidencia del país, él ya sabía que debería ordenar la muerte de personas, y aun así siguió adelante con su campaña electoral en pos de la confianza de los ciudadanos, que con sus votos le proporcionarían el poder para decidir sobre vidas humanas.

Hace unos pocos días se ha perpetrado en territorio español la más grande infamia que conoce nuestra historia reciente. Es cierto que nuestro país ha sufrido durante décadas el terrorismo secesionista de ETA con el resultado de 853 muertos, 2600 heridos y 90 secuestrados (hombres, mujeres y niños; militares, civiles, trabajadores). España sufrió también el atentado terrorista más grave y cruento de la historia de Europa, con 193 muertos y 2000 heridos. El dolor que han provocado quienes planearon, ejecutaron y justificaron tal ignominia en nombre de unas ideas o un dios es difícilmente comparable con cualquier otra tragedia.

Sin embargo, lo que sucedió el pasado 24 de junio en Melilla ingresa en un plano diferente. Los hechos son bien conocidos. Un nutrido grupo de hombres desesperados, después de transitar durante meses por territorio africano y de perder lo poco que tenían a manos de las mafias traficantes de seres humanos, arriba a la ansiada frontera con Europa establecida en la tristemente célebre valla que separa Marruecos de Melilla, el sudesarrollo del bienestar, la tiranía  del Estado de Derecho. A llegar, se encaraman masivamente intentando pasar a territorio español.

Ante el intento de pisar suelo europeo, la policía marroquí, contraviniendo toda norma internacional, ocupa nuestro territorio nacional y dispara indiscriminadamente balas de goma a hombres indefensos que se aferran como pueden a los alambres de la valla para no caer y evitar lastimarse.

Los  policías, además de los disparos con balas de goma,  lanzan botes de humo contra los hombres indefensos, que van cayendo uno sobre otro lesionados, semi asfixiados. El resultado es de sobras conocido. 37 cadáveres amontonados como carne de muladar, privados de la dignidad que requiere la muerte humana tras ser asesinados sin piedad. Los responsables de la carnicería observaban la escena impertérritos,  como si la cosa ni fuese con ellos, como si estuviesen antes una suciedad molesta pendiente de retirar.

Al poco, las imágenes ya circulan a través de la redes sociales ocupando nuestra acomodaticia cotidianidad occidental mientras los 37 cuerpos seguían tendidos sobre la tierra, sin identificar y todavía sin inhumar. En este contexto,   el presidente del gobierno de España y Secretario General del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez Castejón, ofreció a los medios de comunicación las siguientes declaraciones desde Bruselas, sede del Consejo de Europa:

Quiero expresar mi solidaridad con la ciudad autónoma de Melilla, tras un asalto violento a la valla de Melilla. Rechazamos cualquier intento violento de asalto a la valla de Melilla, como el que se ha producido, por mafias que trafican son seres humanos. Quiero trasladar la solidaridad y agradecimiento a la cooperación con el reino de Marruecos, que demuestran la necesidad de mantener la mejor relación con este país. Hay que ser conscientes de que Marruecos también sufre presión migratoria de otros países africanos, y en particular de la zona inestable del Sahel. Vean las imágenes, en las que la gendarmería se ha empeñado a fondo para intentar evitar el asalto violento. Es importante reconocer el extraordinario trabajo de las Fuerzas Armadas y cuerpos de seguridad en Melilla y Ceuta, y la lucha contra migración irregular en general, y también por parte del Gobierno marroquí en coordinación con nosotros para tratar de frenar un asalto violento, que ha estado bien organizado, perpetrado, y bien resuelto por los dos cuerpos de seguridad.

La reacción de sus socios de gobierno, entre los que se encuentra la coalición de partidos Unidas Podemos, Izquierda Unida y el Partido Comunista de España (PCE) se limitó a una condena rotunda y sin paliativos, tanto en relación con los sucesos como con  las declaraciones posteriores del Presidente del Gobierno. Además, muy soliviantados, solicitaron una comisión de investigación. Nadie ni si quiera llegó a insinuar que, ante una de las más grandes infamias que se han producido en los últimos cincuenta años en España, Unidas Podemos, Izquierda Unida y el Partido Comunista de España podría romper con el gobierno. De hecho, a día de hoy, esta coalición de partidos continúa formando parte del gobierno que aplaudió el asesinato cobarde e indiscriminado de 37 seres humanos.

Si yo fuese periodista y tuviese a tiro de pregunta a Pedro Sánchez Castejón, intentaría repetirle la pregunta que Juan José Millás le formuló a Barak Obama, justo en sus mismos términos. Intuyo que la respuesta no sería muy diferente a la del expresidente norteamericano.  A pesar de que la pregunta no apuntaba en esa dirección, sino que interpelaba a la coherencia futura de los principios morales previos al ejercicio del poder, Sánchez, igual que Obama, probablemente, argüiría el sentido de Estado, las obligaciones y responsabilidades del cargo, y bla, bla, bla.

Y lo peor de todo, estoy convencido de que el presidente español ni tan solo habrá reparado en que, desde el día 24 de junio de 2022, pesan sobre su trayectoria y su  conciencia 37 vidas humanas, bien porque no ve hombres asesinados, sino violentos asaltantes muertos ( el resultado de una brillante acción policial)  bien porque está plenamente convencido de que él nada tuvo que ver en tan desafortunado asunto, del que, por cierto, ya nadie habla. Porque, a pesar de que apenas han trascurrido 15 días, ya nadie se acuerda de La masacre de San Juan.

Yo nunca podré olvidar la mano de uno de los hombres asesinados alzarse desesparada entre el amasijo de cuerpos, solicitando auxilio en los últimos instantes de su agonía, del mismo modo que tampoco puedo olvidar la pregunta de Juan José Millás a Barak Obama, porque en realidad el escritor, ese día, con su interpelación, desnudó al poder y consiguió que dejásemos de ver a un hombre, líder del mundo civilizado,  para ver un monstruo. Porque lo que Millás le dijo al hombre más poderoso de la Tierra aquel 28 de enero de 2021 fue “Sabemos que estás dispuesto a matar con tal de ocupar y conservar el poder.”

3 comentarios:

Unknown dijo...

Brillante!

Anónimo dijo...

Otra vez mas suscribo cada una de las frases y te digo: No se puede expresar mejor el pensamiento de este grupo minoritario de españoles en el que me incluyo. Si el grupo de los que así pensamos fuera mayoritario, no habrían pactado (en secreto a voces) con Marruecos, el abandono del pueblo Saharaui, a cambio de que nos maten a los inmigrantes y renuncien o aparquen sus pretensiones sobre Ceuta y Melilla. El problema es que mucha gente está de acuerdo en que nos haga Marruecos la labor.
Este fin de semana se celebra el XXI Congreso del P.C.E. y son, precisamente, estas cosas que harían que no debiéramos seguir un minuto mas en el gobierno, las que nos llevan mas divididos
que nunca (y mira que de divisiones tenemos toneladas) a una batalla que espero y deseo se solucione mediante una síntesis pactada. Ya se que somos tan poquitos que nuestra opinión no influye pero, como buenos bolcheviques, tocamos (que no controlamos) parcelas de poder que pueden influir en la mejoría de la vida de los ciudadanos. Ahora, hay asuntos tan vomitivos que nos deben hacer abandonar o al menos plantar mas cara frontalmente. Claro está que hay que tener en cuenta que U.P. tampoco mantiene opiniones coordinadas y coherentes entre sus cabezas visibles.
En fin. Que me alegra que nos recuerdes donde están los límites de lo permisible.
Un abrazo.
J.C.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Desconocido, un abrazo


J.C.
Me produce vergüenza propia, Carlos, ya no ajena. La vida de esa gente no nos importa lo más mínimo. Nuestro silencio y aquiesciencia individual y colectivo ante el mayor escándalo que ha vivido el país en décadas expresa a las claras nuestras prioridades: no queremos que la pobreza negra nos moleste, de modo que damos por buenos los 37 asesinatos. Es puro racismo. Creo que estamos ante una cuestión de degradación moral colectiva que pagamos a gusto por nuestra comodidad

En el momento que escribo esto ya ha finalizado el congreso del PCE. He visto que ha sido convulso. Espero que el partido que fue de referencia para los tranajadores de España recupere su músculo y pueda protagonizar de nuevo la vida política.

Un abrazo, J.C.
¡Salud!