Hace unos cuantos
años, aunque no tantos como parece, la manipulación de la actualidad corría a cargo, exclusivamente, de los grandes imperios de la comunicación. Igualmente,
la creación de la opinión pública se
trabajaba desde los despachos de los subsecretarios ministeriales en colaboración con la dirección de los
grandes medios de comunicación de cada
país. Unas cuantas docenas de
periodistas bien alimentados, ya sea en televisión, radio o prensa, se
encargaban de decirnos qué es lo que
teníamos que pensar al respecto de determinados temas sensibles de interés
general, en función de determinados intereses.
Eso era y sigue siendo así. Escogemos el medio y el periodista más afín a nuestro modo de pensar y de ese
modo fortalecemos nuestras creencias, de manera que así podemos justificarlas o defenderlas frente a
las opciones contrarias igual que forofos de un club de fútbol o que
militantes de un partido político. De hecho, no leemos periódicos, sino que militamos en
ellos. No escuchamos una emisora de radio, sino que nos confirmamos con ella. Nuestro
espíritu crítico y nuestra capacidad de razonar o de cambiar de opinión está
muerta y enterrada. Y el poder lo sabe. Otra cosa es dilucidar si este fenómeno es una
característica más de la condición humana
o si es el resultado de décadas sometidos a una manipulación permanente.
Sea como fuere, esta relación perversa se produce desde mucho
antes de los tiempos del imperio Hearst. En
ocasiones he imaginado un mundo sin periodismo, sin periódicos, sin radio y sin
televisión, y he intentado pergeñar el
esquema de una historia en la que las
personas viviesen sus vidas sin la
influencia de las noticias ni de la opinión de los analistas; en la que los
ciudadanos de todos los países conociésemos
lo que ocurre al otro lado del mundo
meses después de lo acontecido, gracias
a alguien que viajó allí y volvió y nos lo explicó. Una sociedad, en
definitiva, atenta exclusivamente a lo que ocurre en el entorno inmediato,
informada de lo que sucede día a día en
el vecindario, en el barrio, y a los sumo
en la ciudad, gracias a nuestra capacidad innata de relacionarnos.
Y todo sin la intermediación de empresas ni de
profesionales cuya materia prima son los
hechos que, convenientemente procesados,
se convierten en el producto de venta que solicita un cliente
fidelizado, y que actuará hipnotizado en función de lo que le dicta su
periódico favorito.
Sin embargo,
estamos muy lejos de experimentar esa
utopía (¿Quizás distopía? ) porque la aparición de internet y de las redes
sociales multiplica exponencialmente la
capacidad de manipulación masiva. Hoy, cualquier mocoso puede realizar un video falso y conseguir que
millones de personas creamos en su veracidad. Hoy, proliferan blogs en los que
ciudadanos anónimos como usted y como yo
difaman y mienten en función de sus
particulares objetivos, consiguiendo,
incluso, que profesionales de la comunicación den pábulo a sus historias y a
sus opiniones, convirtiendo así una mentira en noticia, y la noticia en certeza. Hoy, los centenares de
millones de usuarios de Facebook y Twitter tienen
más capacidad de influencia que cualquier Pedro J., Évole o Gabilondo
al uso.
Seguramente, la manipulación con la que operan los mass
media alimenta la falsificación que perpretamos los ciudadanos, y a la inversa, pero en cualquier caso, nosotros, hoy, somos al
mismo tiempo sujetos agentes y pacientes de nuestras propias manipulaciones y, entre todos, gracias a que hemos renunciado individual y colectivamente a la crítica y a la búsqueda de la verdad, hemos
convertido el mundo en un lugar peor
para vivir, pensar y decidir, porque nos hemos constituido
al mismo tiempo en amos y esclavos de nuestras propias convicciones, aunque
solamente esclavos de quienes las promueven.
6 comentarios:
"no leemos periódicos, sino que militamos en ellos. No escuchamos una emisora de radio, sino que nos confirmamos con ella."
Ahí está la clave de muchas cosas que nos ocurren últimamente. No es necesario decir nada más. O sÍ: "hoy, cualquier mocoso puede realizar un video falso y conseguir que millones de personas creamos en su veracidad." O no, pero el daño ya está hecho.
De Facebook y Twitter ni me hables, amigo Hablador.
Salud!
Hola Juan
Sí, creo que somos corresponsales y víctimas al mismo tiempo de nuestra propia manipulación, y las herramientas con las que contamos actualmente multiplican peligrosamente los efectos del autoengaño.
Somos perezosos. Nos conformamos con el mensaje simple que encaje más o menos con nuestro modo de ver el mundo. Creo que este es un tema clave y que estamos lejos de resolver, más bien al contrario.
En Cataluña los estudiantes de bachillerato científico ya no tienen que estudiar filosofía porque desde este año, el govern "revolucionario" ha decidido que no es materia de la selectividad. Otro paso más que consolida este estado de la cuestión... Tengo ganas de escribir al respecto. Pronto
¡Salud, Juan !
La filosofía no es materia de Selectividad. ¿Y qué es materia de Selectividad ahora mismo? Si quitamos la filosofía, la historia (o la manipulamos), la literatura, las Humanidades (qué bonito sonaba eso y qué civilizado), ¿con qué nos quedamos? ¿Es que no tienen bastante con el subnivel que están adquiriendo las nuevas generaciones, pobres?
No te cortes. Escribe.
Salud! O Santé! O mejor, Salut!
Ahí vamos...
Cuanta razón Hablador y por eso ando yo por este blog, espíritu crítico y cercano. Esperando tus escritos como bálsamo para poder ir en compañia de una voz amiga en esta larga travesía.
Para saber leer más allá hay que estar educado en ello y olvidar todas las certezas con las que venimos cargados. Intento siempre comprender cual es el motivo que ha llevado al otro a pensar tal o cual cosa y desde allí (si es necesario)poder rebatirlo. A mis hijos les inculco constantemente que el ataque "per se" a la idea contraria solo lleva al refuerzo de la misma y que ellos tampoco están libres de la manipulación. Hoy en día nos hemos de mantener en alerta constante para que no nos cuelen imagenes, mensajes,opiniones falsas o sacadas de contexto y que acaban repercutiendo en nuestro (su) pensamiento.
Salud
¡Hola Carlos!
¡No sabes cuanto me gusta ver tu nombre. !
Estoy muy deacuerdo con tu reflexión y con el modo con que inculcas a los tuyos el espíritu crítico.
No es fácil preservar la independencia de criterio y salvaguardarse de manipulaciones. La manipulación suele conseguir sus objetivos cuando se dirige estratégicamente las masas. El poder , a lo largo de la historia, se asienta en ella.
Hoy leía un artículo de un supuesto científico, exdecano de una facultad de sociología, hombre de universidad, que ha optado por tomar el camino contrario al del pensamiento crítico. Es Salvador Cardús. Dice hoy Salvador Cardús en un diario local en relación a la cuestión catalana que toda postura es legítima (el sí o el no), pero que lo que no es legítimo es la equidistancia, es no participar. ¡Con un par! Tenemos que huir de estos tipos que aprovechan su posición de privilegio para decirles a la gente lo que está bien y lo que está mal en función de sus propios intereses. Por desgracia, son estos tipos los que sujetan con sus manos los altavoces desde los que se manipula a las personas.
No queda más remedio que resistir, amigo Carlos, practicar la educación en la disidiencia al pensamiento unívoco y maniqueo.
¡Salud, amigo!
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