jueves, 14 de septiembre de 2017

Amos y esclavos



Hace unos cuantos años, aunque no tantos como parece, la manipulación  de  la  actualidad  corría a cargo, exclusivamente,  de los grandes imperios de la comunicación. Igualmente, la creación de la opinión pública se trabajaba desde los despachos de los subsecretarios ministeriales  en colaboración con la dirección de los grandes medios de comunicación  de cada país.  Unas cuantas docenas de periodistas bien alimentados, ya sea en televisión, radio o prensa, se encargaban de decirnos  qué es lo que teníamos que pensar al respecto de determinados temas sensibles de interés general, en función de determinados intereses.

Eso era y sigue siendo así. Escogemos  el medio y el periodista  más afín a nuestro modo de pensar y de ese modo fortalecemos nuestras creencias, de manera que así  podemos justificarlas o defenderlas frente a las opciones contrarias igual que forofos de un club de fútbol o que militantes de un partido político. De hecho,  no leemos periódicos, sino que militamos en ellos.  No escuchamos una emisora de  radio, sino que nos confirmamos con ella. Nuestro espíritu crítico y nuestra capacidad de razonar o de cambiar de opinión está muerta y enterrada. Y el poder lo sabe.  Otra cosa es dilucidar si este fenómeno es una característica más  de la condición humana o si es el resultado de décadas sometidos a una manipulación permanente. 

Sea como fuere,  esta relación perversa se produce desde mucho antes de los tiempos del imperio  Hearst.   En ocasiones he imaginado un mundo sin periodismo, sin periódicos, sin radio y sin televisión,  y he intentado pergeñar el esquema de una historia  en la que las personas  viviesen sus vidas sin la influencia de las noticias ni de la opinión de los analistas; en la que los ciudadanos de todos los  países conociésemos  lo que ocurre al otro lado del mundo meses después  de lo acontecido, gracias a alguien que viajó allí y volvió y nos lo explicó. Una sociedad, en definitiva, atenta exclusivamente a lo que ocurre en el entorno inmediato, informada de lo que sucede día a día  en el vecindario, en el  barrio, y a los sumo en la  ciudad, gracias a nuestra capacidad innata de relacionarnos. Y  todo  sin la intermediación de empresas ni de profesionales  cuya materia prima son los hechos que, convenientemente  procesados, se convierten  en  el producto de venta que solicita un cliente fidelizado,  y que actuará  hipnotizado en función de lo que le dicta su periódico favorito. 

Sin embargo, estamos muy lejos de experimentar  esa utopía (¿Quizás distopía? ) porque la aparición de internet y de las redes sociales multiplica exponencialmente  la capacidad de manipulación masiva. Hoy, cualquier mocoso  puede realizar un video falso y conseguir que millones de personas creamos en su veracidad. Hoy, proliferan blogs en los que ciudadanos  anónimos como usted y como yo difaman y mienten  en función de sus particulares objetivos, consiguiendo, incluso, que profesionales de la comunicación den pábulo a sus historias y a sus opiniones, convirtiendo así una mentira en noticia, y la noticia en certeza. Hoy, los centenares de millones de usuarios de  Facebook y Twitter   tienen más capacidad de influencia que  cualquier  Pedro J.,  Évole  o Gabilondo al uso.

Seguramente, la manipulación con la que operan los mass media alimenta  la falsificación que perpretamos los  ciudadanos, y a la inversa, pero en cualquier caso, nosotros, hoy, somos al mismo tiempo sujetos agentes y pacientes  de nuestras propias manipulaciones y, entre todos, gracias a que hemos renunciado individual y colectivamente a la crítica y a la búsqueda de la verdad,  hemos convertido el mundo en un  lugar peor para  vivir, pensar y decidir, porque nos hemos constituido al mismo tiempo en amos y esclavos de nuestras propias convicciones, aunque solamente esclavos de quienes  las promueven.

6 comentarios:

Juan Nadie dijo...

"no leemos periódicos, sino que militamos en ellos. No escuchamos una emisora de radio, sino que nos confirmamos con ella."
Ahí está la clave de muchas cosas que nos ocurren últimamente. No es necesario decir nada más. O sÍ: "hoy, cualquier mocoso puede realizar un video falso y conseguir que millones de personas creamos en su veracidad." O no, pero el daño ya está hecho.

De Facebook y Twitter ni me hables, amigo Hablador.

Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Hola Juan
Sí, creo que somos corresponsales y víctimas al mismo tiempo de nuestra propia manipulación, y las herramientas con las que contamos actualmente multiplican peligrosamente los efectos del autoengaño.

Somos perezosos. Nos conformamos con el mensaje simple que encaje más o menos con nuestro modo de ver el mundo. Creo que este es un tema clave y que estamos lejos de resolver, más bien al contrario.

En Cataluña los estudiantes de bachillerato científico ya no tienen que estudiar filosofía porque desde este año, el govern "revolucionario" ha decidido que no es materia de la selectividad. Otro paso más que consolida este estado de la cuestión... Tengo ganas de escribir al respecto. Pronto

¡Salud, Juan !

Juan Nadie dijo...

La filosofía no es materia de Selectividad. ¿Y qué es materia de Selectividad ahora mismo? Si quitamos la filosofía, la historia (o la manipulamos), la literatura, las Humanidades (qué bonito sonaba eso y qué civilizado), ¿con qué nos quedamos? ¿Es que no tienen bastante con el subnivel que están adquiriendo las nuevas generaciones, pobres?

No te cortes. Escribe.

Salud! O Santé! O mejor, Salut!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ahí vamos...

Carlos dijo...

Cuanta razón Hablador y por eso ando yo por este blog, espíritu crítico y cercano. Esperando tus escritos como bálsamo para poder ir en compañia de una voz amiga en esta larga travesía.
Para saber leer más allá hay que estar educado en ello y olvidar todas las certezas con las que venimos cargados. Intento siempre comprender cual es el motivo que ha llevado al otro a pensar tal o cual cosa y desde allí (si es necesario)poder rebatirlo. A mis hijos les inculco constantemente que el ataque "per se" a la idea contraria solo lleva al refuerzo de la misma y que ellos tampoco están libres de la manipulación. Hoy en día nos hemos de mantener en alerta constante para que no nos cuelen imagenes, mensajes,opiniones falsas o sacadas de contexto y que acaban repercutiendo en nuestro (su) pensamiento.
Salud

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡Hola Carlos!
¡No sabes cuanto me gusta ver tu nombre. !

Estoy muy deacuerdo con tu reflexión y con el modo con que inculcas a los tuyos el espíritu crítico.
No es fácil preservar la independencia de criterio y salvaguardarse de manipulaciones. La manipulación suele conseguir sus objetivos cuando se dirige estratégicamente las masas. El poder , a lo largo de la historia, se asienta en ella.

Hoy leía un artículo de un supuesto científico, exdecano de una facultad de sociología, hombre de universidad, que ha optado por tomar el camino contrario al del pensamiento crítico. Es Salvador Cardús. Dice hoy Salvador Cardús en un diario local en relación a la cuestión catalana que toda postura es legítima (el sí o el no), pero que lo que no es legítimo es la equidistancia, es no participar. ¡Con un par! Tenemos que huir de estos tipos que aprovechan su posición de privilegio para decirles a la gente lo que está bien y lo que está mal en función de sus propios intereses. Por desgracia, son estos tipos los que sujetan con sus manos los altavoces desde los que se manipula a las personas.

No queda más remedio que resistir, amigo Carlos, practicar la educación en la disidiencia al pensamiento unívoco y maniqueo.

¡Salud, amigo!