Bajo una revolucionaria sonrisa aparente, hija de aquel logotipo
de la vieja Convergencia que diseñó el
partido del 3% para poner en evidencia
el rostro imperturbable del President Montilla, las huestes sobre las que se sustenta el
movimiento independentista catalán emulan con sus actitudes y con los hechos a lo peorcito del fascismo
español. Son fascistas y no lo saben. Como
buenos fascistas, son ignorantes, y por ignorar, ni siquiera saben que lo son.
El listado de ejemplos que han trascendido a los medios de comunicación y que muestra el carácter tremendamente reaccionario del independentismo es numeroso, aunque lo realmente importante es
lo que no vemos, un limo social turbio y espeso sobre el que fluyen las aguas de una riada
pretendidamente impoluta, depurada convenientemente en su superficie por los medios de comunicación
afines. No podía ser de otro modo. Los cimientos de cualquier movimiento
nacionalista se han construido siempre con el
odio hacia el otro, utilizando siempre
que sea posible la palabra traición para desligitimar el
argumento disidente.
Hemos oído, leído
y visto de todo. Amenazas contra los
funcionarios y cargos electos que no
colaboren con la hoja de ruta del llamado proceso, (policías, maestros, letrados,
jueces, concejales, alcaldes…) y menosprecio, insultos y amenazas graves a intelectuales,
escritores, artistas y periodistas que, de un modo u otro, han expresado sus
dudas hacia el modo de actuar de los políticos independentistas o han ejercido su libertad de expresión para posicionarse
contra la independencia de Cataluña.
Recuerdo, por
poner algunos ejemplos, a Santi Vidal, Lluis Llach o la última barbaridad nazi expresada de mano de una señora patriota que con un tweet deseaba que violasen en grupo
a la diputada Inés Arrimadas. Estos son algunos de los casos más conocidos. Pero quien quiera saber de verdad
qué tipo de fuego arde bajo la olla independentista,
que pruebe a darse una vuelta por determinados medios digitales de filiación patriota o por las redes sociales rastreando determinadas
etiquetas. Protegidos por el anonimato, el ciudadano aparentemente pacífico se envalentona, y se expresa con la voz de su más profundo Mr Hyde -el otro yo- y da rienda suelta a aquello que reprimime en el trabajo, en el vecindario o en el gimnasio, la otra cara de su alma.
Por supuesto, vamos a encontrar salvajadas en ambos bandos,
lo cual supone una muestra más de hacia dónde
nos lleva este tipo de situaciones, propiciadas
por la tradicional derecha catalana y española con el fin –no me cabe ninguna
duda- de aplicar con libertad un programa de gobierno respetuoso con el capital
y cerrar el paso a un gobierno de izquierda, social
y popular capaz de ejecutar un cambio radical en este deriva
neoliberal que amenaza todos nuestros derechos.
Pero si hay algún
ejemplo a destacar que ilustre con claridad esa mentalidad peligrosamente fascistoide, ignorante y fanática larvada en el espíritu de miles de independentistas
(mucho más extendida de lo que algunos creen) es el
informe del historiador Josep Abad, por encargo de la concejal del Ayuntamiento de Sabadell de ERC Montserrat
Chacón. El informe es de sobras conocido. Propone eliminar del callejero de esa
ciudad al poeta Antonio Machado y
algunos otros genios de la literatura del siglo
de Oro español y del romanticismo, tales como Góngora, Quevedo, Lope de
Vega y hasta a Mariano José de Larra, de quien tomé prestados en su momento su personalidad y pseudónimo para titular este blog.
Que una concejala
del signo que sea no conozca el compromiso de
Antonio Machado, o la profunda carga
ética, social y política de su pensamiento y de su obra no es de extrañar. El único libro que han leído algunos/as políticos
locales ( o no) es el catálogo de IKEA.
Sin embargo, que un historiador recomiende al político de
turno eliminar del callejero de su
ciudad a media docena de los mejores escritores de la historia de la literatura
universal debido a su lugar de nacimiento y a la lengua en la que
escribieron, no nos habla de su ignorancia, porque conoce perfectamente la
trascendencia de esos nombres y su aportación
al arte y a la cultura universal. Y como lo conocen – porque no me cabe ninguna duda de
que la licenciatura del Sr Abad
le proporcionó conocimiento e inteligencia- su recomendación y su informe no hace más que ilustrar a la perfección ese talante
intolerante, intransigente, xenófobo y
exaltado que habita en el alma de numerosos catalanes independentistas, cuyo
afán es borrar de un plumazo todo rastro
de relación con España. En este sentido, Josep Abad debería leer a su colega,
el historiador Joan Lluis Marfany y debería saber que
los inventores de la nación española fueron los mismos que impulsaron la
Renaixença.
Y es que es tal la fiebre patriótica que padecen
numerosos catalanes que son
capaces de lanzar contra el olvido, sin
inmutarse, como quien se deshace de la basura, a uno de los símbolos sagrados del
republicanismo , de la lucha por la libertad, del exilio y de la defensa hasta
la muerte de los más sagrados valores humanos , mientras que el bueno de Josep
Pla -el más grande escritor catalán de todos los tiempos, españolista hasta la médula y espía de Franco, gracias a cuyo trabajo murieron y fueron represaliados demócratas catalanes y españoles- continuará dando nombre a una de las calles
más largas de Sabadell. Nació en el Empordà,
y con eso basta. És dels nostres
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