jueves, 7 de septiembre de 2017

Almas fascistas



Bajo una  revolucionaria  sonrisa aparente, hija de aquel  logotipo de la vieja Convergencia que diseñó  el partido del 3%  para poner en evidencia el rostro imperturbable  del President  Montilla,  las  huestes sobre las que se sustenta el movimiento independentista catalán emulan con sus actitudes  y con los hechos a lo peorcito del fascismo español. Son  fascistas y no lo saben. Como buenos fascistas, son ignorantes, y por ignorar, ni siquiera saben que lo son. 

El listado  de ejemplos que han  trascendido a los medios de comunicación  y que muestra el carácter tremendamente  reaccionario del independentismo  es numeroso, aunque lo realmente importante es lo que no vemos, un  limo social  turbio y espeso  sobre el que fluyen las aguas de una riada pretendidamente impoluta, depurada convenientemente  en su superficie por los medios de comunicación afines. No podía ser de otro modo. Los cimientos de cualquier movimiento nacionalista se  han construido siempre  con  el odio hacia el  otro, utilizando siempre que sea posible la palabra traición para desligitimar  el argumento disidente. 

Hemos oído, leído y visto  de todo. Amenazas contra los funcionarios  y cargos electos que no colaboren con la hoja de ruta del llamado proceso, (policías, maestros, letrados, jueces, concejales, alcaldes…) y menosprecio, insultos y amenazas graves a intelectuales, escritores, artistas y periodistas que, de un modo u otro, han expresado sus dudas hacia el modo de actuar de los políticos independentistas  o han ejercido  su libertad de expresión para posicionarse contra la independencia de Cataluña. 

Recuerdo, por poner algunos ejemplos, a Santi Vidal, Lluis Llach o la última barbaridad  nazi expresada de mano de una señora patriota  que con un tweet deseaba que violasen en grupo a la diputada Inés Arrimadas. Estos son  algunos de los casos más  conocidos. Pero quien quiera saber de verdad qué tipo de fuego  arde bajo la olla independentista, que pruebe a darse una vuelta por determinados medios digitales de filiación patriota o por las redes sociales   rastreando determinadas etiquetas. Protegidos por el anonimato, el ciudadano aparentemente pacífico se envalentona, y se  expresa con la voz de su más profundo Mr Hyde -el otro yo- y da rienda suelta a aquello que reprimime en el trabajo, en el vecindario o en el gimnasio, la otra cara de su alma.

Por supuesto,  vamos a encontrar salvajadas en ambos bandos, lo cual supone  una muestra más de hacia dónde nos lleva este tipo de situaciones,  propiciadas por la tradicional derecha catalana y española  con el fin –no me cabe ninguna duda- de aplicar con libertad un programa de gobierno respetuoso con el capital  y  cerrar el paso a un gobierno de izquierda, social y  popular capaz de  ejecutar un cambio radical en este deriva neoliberal que amenaza todos nuestros derechos. 

Pero si hay algún ejemplo a destacar que ilustre con claridad esa  mentalidad  peligrosamente  fascistoide, ignorante y fanática  larvada en el espíritu de miles de independentistas (mucho más extendida de lo que algunos creen)   es el informe del historiador Josep Abad, por encargo de la concejal  del Ayuntamiento de Sabadell de ERC Montserrat Chacón. El informe es de sobras conocido. Propone eliminar del callejero de esa ciudad  al poeta Antonio Machado y algunos otros genios de la literatura del siglo  de Oro español y del romanticismo, tales como Góngora, Quevedo, Lope de Vega y  hasta  a Mariano José de Larra, de quien tomé  prestados en su momento su personalidad y  pseudónimo para titular  este blog.

Que una concejala   del signo que sea no conozca el compromiso de Antonio  Machado, o la profunda carga ética, social y  política  de su pensamiento y de su obra  no es de extrañar.  El único libro que han leído algunos/as políticos locales ( o no)  es el catálogo de IKEA. 

Sin embargo,  que un historiador recomiende al político de turno  eliminar del callejero de su ciudad a media docena de los mejores escritores de la historia de la literatura universal  debido a  su lugar de nacimiento y a la lengua en la que escribieron, no nos habla de su ignorancia, porque conoce perfectamente la trascendencia de esos  nombres y su aportación al arte y a la cultura universal. Y como  lo conocen – porque no me cabe ninguna duda de que  la licenciatura del  Sr Abad  le proporcionó conocimiento e inteligencia- su recomendación  y su informe  no hace más que  ilustrar a la perfección ese talante intolerante,  intransigente, xenófobo y exaltado que habita en el alma de numerosos catalanes independentistas, cuyo afán es  borrar de un plumazo todo rastro de relación con España. En este sentido, Josep Abad debería leer a su colega, el historiador Joan Lluis  Marfany  y debería  saber  que los inventores de la nación española fueron los mismos que impulsaron la Renaixença.

Y es que es  tal la fiebre patriótica  que padecen  numerosos catalanes  que son capaces de  lanzar contra el olvido, sin inmutarse, como quien se deshace de la basura,   a  uno de los símbolos sagrados del republicanismo , de la lucha por la libertad, del exilio y de la defensa hasta la muerte de los más sagrados valores humanos , mientras que el bueno de Josep Pla -el más grande escritor catalán de todos los tiempos, españolista  hasta la médula y  espía de Franco, gracias a cuyo trabajo  murieron y fueron represaliados demócratas catalanes y españoles- continuará dando nombre a una de las calles más largas de Sabadell.  Nació en el Empordà, y con eso basta. És dels nostres

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