Viene de aquí
Una de las mejores entrevistas que le hicieron a Ramiro Pinilla fue la que firmó el periodista Enric González hace cuatro años en la revista cultural Jot Down. En ella, el autor vasco ofrece alguna pista sobre su proceso creativo. Pinilla confiesa, por ejemplo, su deuda con autores como Mark Twain, Charles Dickens o Herman Melville, y por supuesto con William Faulkner y Gabriel García Márquez.
De
hecho, no hay entrevista a Pinilla en la que mencione al autor de “El ruido y
la furia”, un escritor fundamental en su carrera al que no podía dejar de leer
en los instantes previos a la escritura, porque la música de su prosa le proporcionaba los
primeros compases con los que iniciar su tarea creativa.
Y es
que la elaboración de voces internas a lo largo de toda su novelística o la creación de un universo literario y
geográfico propio, en el que nacen, viven y mueren sus personajes, son huellas claras
que señalan y constatan el ascendente del autor norteamericano sobre el quehacer
literario de Pinilla.
La influencia de García Márquez es igualmente
constatable en parte de su obra. No es difícil percibir los ecos de un realismo mágico
propio y singular, seguramente utilizado con distintos objetivos a los que
estimularon al autor colombiano. En mi opinión,
el realismo mágico en la obra de Ramiro
Pinilla es muy evidente en “Seno”, la novela por la que ganó el premio Planeta en 1972 (aunque en el último
instante el todopoderoso Lara decidiese dárselo a José Mª Gironella), claramente
influida en su cercanía cronológica por “Cien años de soledad”.
Sin
embargo, en “Verdes valles, colinas rojas” el realismo mágico está presente de
otro modo. Pinilla lo utiliza
primorosamente como herramienta simbólica y alegórica, pero también como recurso con el que enfrentar los mitos nacionalistas frente a un espejo que no
deforma la realidad al modo de un esperpento (porque difícilmente puede
reflejarse en un espejo algo que no es real), pero que en su exageración
creativa, caricaturiza la mitología y las fuentes legendarias con las que se ha
alimentando una historia falseada, desde que el padre fundador de la patria
vasca -Sabino Arana- se ungiese como su fundador y salvador.
A
pesar de esos elementos mágicos, la obra de Pinilla es también realista en el sentido
más literario, porque lo que ocurre en sus libros no es, en absoluto, ajeno al
lector; porque el novelista no solo planta situaciones vividas en periodos y en
lugares perfectamente reconocibles, sino que
nos convoca a no escurrir el bulto de las realidades sociales que
refleja y de las manipulaciones políticas de la historia; nos convoca a tomar
partido, a definirnos ética y moralmente ante una serie de acontecimientos de
los que formamos parte de manera colectiva.
De
algún modo, Ramiro Pinilla apela a la conciencia de sus lectores como si solicitase de ellos la solidaridad y la
empatía para con sus personajes más desafortunados. Es más. Igual que en la mejor tradición
naturalista, Pinilla deja a sus criaturas que se desarrollen por sí mismas en
entornos absolutamente condicionados, en los que el resultado de la lucha de clases bascula siempre hacia el lado de los poderosos y niega a los desheredados la
más mínima oportunidad de redención
social; en los que la tiranía del nacimiento se impone ante la más mínima
posibilidad de vivir una existencia y un destino diferente, benévolo. Eso sí, con una
sola excepción: Ella, una creación brillante a caballo entre la encarnación de la maldad, el rencor enfermizo y obsesivo, y la pura supervivencia; un hallazgo de resonancias darwinianas solamente accesible a maestros de la talla de Pinilla.
Todavía
me veo a mí mismo, como lector, un primero de Mayo de finales del XIX formando junto
a centenares de mineros un gran corro de
obreros en huelga en las calles de La Arboleda, asistiendo atónitos y protegiendo de la intemperie con la unión de nuestros
cuerpos esclavos el parto de la gran Isidora sobre la silla del ya mítico Roque Altube. El nacimiento de un
nuevo siervo entre siervos: una premonición sin otro camino que el destino ineludible, equivalente al que viven, por ejemplo, personajes de las grandes tragedias realistas como los de “Germinal”, de Emile Zola, “Servidumbre humana”, de Somerset Maugham, o “Las uvas de la ira”, de John Steimbeck.
El
realismo en la obra de Ramiro Pinilla se observa también en “Las ciegas
hormigas” o en “Antonio B. el Ruso”, dos novelas que, bajo mi punto de vista,
suponen muestras de una intención artística muy clara, como es
la de invitar al lector a conocer las
causas y las consecuencias de una realidad histórica y social despiadada, sin
rendirse ante ningún tipo de concesión,
ni al estilo ni a la compasión, con la finalidad de ofrecernos
la verdad descarnada que les tocó en suerte a los desposeídos, en
momentos muy concretos de nuestro siglo XX.
En la
entrevista que mantiene Enric González con el autor vasco, éste confiesa
también su deuda con el cine, ante todo el cine estadounidense, por el que
sentía verdadera admiración. Le dice Pinilla al periodista que “El cine me ha formado literariamente, estoy
seguro […] y el cine estadounidense no digamos, cómo cuenta las cosas. Aquellos
guiones… Ahora con la tele se ven perfectamente todas aquellas películas que yo
veía hace sesenta o setenta años. Todavía se pueden ver, no estábamos
equivocados, eran buenas. Como ya te he dicho, siento que literariamente he
sido formado por el cine, sobre todo el estadounidense”.
Leyendo
y leyendo, disfrutando con gula, sumergido en las profundidades de la historia
humana y colectiva de “Verdes valles,
colinas rojas”, al lector que conecta con la voz de Pinilla no le cuesta dotar
de carnalidad y de mirada a sus criaturas. Tampoco cuesta verlas moverse igual a como se mueven los vivos, como nos movemos tú y yo, porque son seres reales navegando sobre una corriente de
vicisitudes que tienen lugar en momentos muy determinados de la historia,
dentro de espacios perfectamente reconocibles.
Además, el marco urbano, arquitectónico y geográfico donde se dirimen
los destinos de los hombres y mujeres que los habitan se construye nítidamente en nuestra
imaginación, aunque, como yo, el lector no haya pisado nunca la playa de Arrigunaga, los
acantilados próximos a Getxo… o ni
siquiera el suelo de un caserío.
Y es que el planteamiento
de muchas escenas de la novela y el hilván sobre el que cose los acontecimientos son,
a menudo, cinematográficos. ¡Cuántas veces no me habré detenido en la lectura y habré
imaginado cómo se enfrentaría el mismo
Pinilla a la adaptación cinematográfica de su obra!. ¿Qué escena iniciaría la película?
¿Plantearía un flashback a partir de
la muerte de alguno de los personajes más importantes? ¿Dispondría de un solo
narrador? O, por el contario, ¿Respetaría todos los puntos de vista del libro? ¿Y
una serie? ¿Habría algún productor o director lo suficientemente valiente y con
el talento bien calibrado capaz de asumir el reto? ¿Le gustaría a Pinilla que
eso sucediese? ¿Y a los lectores?
8 comentarios:
Pobrecito Hablador:
Me entero por Gustavo Iduriaga (y después por el Facebook PINILLESCA) de tus textos sobre Ramiro Pinilla, que me parecen un acierto y un reconocimiento a la obra de Ramiro, lo cual te agradezco.
Soy Ernesto Maruri, uno de tantos que participó en su taller de escritura.
Por si fueran de interés, dejo unos enlaces a unos textos sobre Pinilla.
Un artículo que publiqué sobre el taller de escritura:
EL TALLER DE ESCRITURA DE RAMIRO PINILLA: UN ESPACIO DE LIBERTAD (2009)
http://www.ernestomaruri.com/articulo.php?id=204&tipo=3&title=ElTallerDeEscrituraDeRamiroPinillaUn
Esta NECROLÓGICA escribí:
RAMIRO PINILLA SE NOS HA MUERTO
(24-X-2014)
http://www.ernestomaruri.com/articulo.php?id=201&tipo=3&title=RamiroPinillaSeNosHaMuerto
Una ENTREVISTA que le hice en 2004 en Walden:
http://www.ernestomaruri.com/articulo.php?id=168&tipo=3&title=EntrevistaARamiroPinilla
Una COMPILACIÓN sobre lo que ha dicho y escrito acerca de la escritura y de su obra:
RAMIRO PINILLA Y LA ESCRITURA: UNA COMPILACIÓN
(II-2016)
http://www.ernestomaruri.com/articulo.php?id=252&tipo=3&title=RamiroPinillaYLaEscrituraUnaCompilaci
Y ya que hablas de películas sobre su obra, no sé si sabes que este verano se rodó LA HIGUERA, con Karra Elejalde en el papel del protagonista, Rogelio Cerón Gutiérrez.
Hola Ernesto
¡Muchísimas gracias !
Y gracias por facilitarme todo ese material. Te aseguro que lo voy a devorar
¡Qué envidia me das! ¡Haber participado de los talleres literarios con Pinilla! Tuvo que ser toda una experiencia
No conocía el rodaje de "La Higuera". Karra Elejalde es un actor perfecto para ese papel ¿Tienes idea de cuando se estrena?
Gracias de nuevo, Ernesto
¡salud!
Hola de nuevo, Pobrecito Hablador:
Es un disfrute leer tus artículos sobre nuestro Ramiro Pinilla, de verdad. Y más aún cuando acaban con ese esperanzador "Continuará".
La película que te comenta Ernesto sobre "La higuera" se supone que se estrenará en 2017 ¿quizá para el Festival de Cine San Sebastián?
También tenemos noticia de un telefilm sobre "Las ciegas hormigas", que rodó en los años 70 un equipo de un TV alemana...pero no conocemos a nadie que la haya visto, ni hemos podido conseguir una copia, a pesar de haberlo intentado desde diferentes flancos.
Una serie sobre "Verdes valles...", qué gran idea. Ojalá alguien se anime.
Un saludo
Anabel
A ver si es verdad y se estrena pronto. ¿Sabes quién la dirige?
Conocía la existencia de el telefilm de "Las ciegas hormigas" . Creo que su realización fue motivo de gran enfado del propio Pinilla, porque la editorial Destino vendió los derechos sin su permiso. Este fue un motivo más de desencanto de Ramiro Pinilla hacia el mundo editorial que desembocaría -después del robo del premio Planeta- primero en la fundación de la editorial Libropueblo y más tarde en el autoexilio editorial.
Una serie sober "Verdes valles... eataría muy bien, sí, pero tampoco a cualquier precio. Ya sabes. Quiero decir que, a veces, las adaptaciones a la pantalla de grandes obras literarias no honoran el original. Hay innumerables ejemplos. Porque claro, ¿a qué actor te imaginas interpretando, por ejemplo, a Jaso Baskardo ? ¿Cómo rodar el episodio de la persecuación y muerte de las llamas?...
¡Salud!
Pobrecito Hablador:
La película se titula LA HIGUERA DE LOS BASTARDOS.
La directora es Ana Murugarren, de Navarra.
El hijo actor de Ramiro, David Pinilla Imaz, hace un breve papel.
Varios del taller de escritura aparecen como extras.
Está rodada en Getxo.
Por cierto, la labor pinillesca de Anabel y sus compañeras de la biblioteca de Villamonte - Getxo, de Gustavo Iduriaga con sus rutas literarias y su blog getxoterritoriopinilla y de Lucía Martínez Odriozola y sus colegas pinillescos, incluido Ramiro Pinilla Imaz (a quienes mando abarzos) es una pasada.
¡Salud!
Ernesto Maruri
Muchas gracias Ernesto. Me ha entrado tu comentario mientras le echaba un vistazo al material que me has facilitado. ¡Gran trabajo!
Me va a resultar muy útil y me ha motivado para buscar las obras descatalogadas. ¡Las necesito!¡Necesito leerlo todo!
Y sí, gran trabajo también de los pinillescos Anabel+compañeras, Gustavo, Lucía. ¡Qué bien tanta gente bueba alrededor de Ramiro Pinilla!
Enhorabuena por la entrada. Somos muchos los lectores pinillescos en la sombra, los que suscribimos tus palabras sobre uno de los más grandes escritores en lengua española. Como persona, además, era generoso y atento con sus lectores.
El director de cine David Trueba dijo una vez en una entrevista que su gran frustración era no haber podido sacar adelante "una serie sobre un libro de Ramiro Pinilla". Parece ser que algún intento ha habido.
Un abrazo,
Gabriel
Hola Gabriel.
Gracias por pasarte y por compartir tu admiración hacia este gran esctritor.
No sé si Trueba sería la mejor opción para llevar a la pantalla la obra de Pinilla. El tono de sus pelis y su punto de vista no cuadra mucho con la mirada de Pinilla. A mi me gustaría Medem, Bajo Ulloa, Eloy de la Iglesia, Erice, Uribe... por aquello de que, al ser de la tierra, posiblemente entiendan mejor la idosincrasia y los temas que se dirimen en "Verdes Valles..." Qué se yo. Igual sí que es mejor la mirada ajena, limpia, virgen de alguien como Trueba. En cualquier caso, un trabajo titánico para el que hay que tener mucho valor, porque para hacerlo hay que sumergirse sin oxígeno en lo profundo de muchas cosas
¡Salud!
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