miércoles, 8 de julio de 2015

Sinestesia (1)



El fragor blanquecino de las olas y el silencio negro de la noche violado en cada esquina a la luz de cien lámparas estruendosas. El calor sordo de la calina envuelto en el papel de celofán, donde corean el reposo solar las chicharras estivales. Venus y Júpiter, tan cerca, y tan lejos, despidiéndose de un largo idilio  y, además, en medio de todo esto,  un libro terrible que me encontró hace unas semanas y  que me acompaña durante  estos días -días decisivos-  en el que aparecen desventrados, grises, sin contornos,  hombres  explotados por hombres, hombres expulsados, desposeídos de toda dignidad, desenraizados a causa de la miseria que fabrican  quienes les acogen. 

Lo  leo en mi paz burguesa de un bar con vistas al mar, en el que no se sienta nadie, porque su propietario desconoce el glamour costero, o  quizá, sencillamente, porque  es sucio y anticuado. Pero yo me siento siempre aquí  porque me llega el  azul marino  enmarcado  entre las curvas abovedadas de una arcada enladrillada, por la que se escurre  la brisa fresca a través de su arco mientras los bañistas transitan plácidamente su desnudez estrepitosa, dejando a su paso el tufo  dulzón de sus cuerpos sin limpiar, rebozados en cremas que se diluirán entre  la arena y el agua de la playa  tumultuosa; la playa de rumores ocres, verdes y ulcerados, donde  las memorias se disuelven  y los planes de futuro se encorchetan hasta más ver, si es que hay futuro, si es que hay algo que ver más allá del horizonte  callado,  hacia el que nadie mira porque hay mucho culo que juzgar, mucha teta codiciada y, sobre todo, porque hay que defender a ultranza  el centímetro cuadrado en la orilla, la posesión roja, apasionada, visceral,  de su lugar en el mundo, como si de pioneros de las américas se tratase,  justo en esos instantes de descanso…

Y todo esto es lo que pienso a causa de la lectura de un libro que quizá no debería leer, si lo que ambiciono es un verano libre de sinestesias; un verano claro, concreto y objetivo, que me ofrezca gambas a la plancha, vino  frío, siestas antológicas y caricias al atardecer. ¿Qué hago leyéndolo, aquí, en este preciso lugar? ¿Por qué ahora, precisamente, donde muchos ganan en tres meses lo suficiente para comer todo el año en su lugar de origen ¿Por qué leerlo donde quien me sirve el café a duras penas habla mi idioma porque dejó su país, su familia, y su presente? ¿Es un castigo?¿La venganza programada de mi estirpe? ¿Quizá un aviso del destino? ¿Un recordatorio que me aflige y recapitula mis orígenes?¿ O lo achaco solamente a la casualidad, a  lo inoportuno de la elección, a esa impertinencia obstinada que late en  algunos libros y que te interpela al acercarte a ellos? ¿O quizá se trata de una simple,  llana y dolorosa sinestesia? 

Dice John Berger en “Un séptimo hombre”: “La ciudad, como el mar, todo lo cubre y a todos encubre”. Y yo añado: si la mentira pudiese proyectar su sombra sobre las paredes de  la caverna, ésta tendría la forma de la verdad. La verdad dura, profunda y  sin contemplaciones nos golpea  con este libro escrito en 1975, reeditado por Capitán Swing Libros. El puñetazo de su vigencia  solicita de nuestra atención, de nuestra valentía, aunque para ello perdamos  por el camino la tranquilidad de los vencidos.

10 comentarios:

ESTER dijo...

El tintineo del móvil me avisa que hay un nuevo mensaje en el correo: Sinestesia, de el pobrecito... Abandono el ereader y cambio de lectura.
Le belleza lingüística de tu lenguaje y la concreción de ideas sin caer en la pesadez hace que el retorno a mi anterior lectura me apesadumbre pero he de conyinuar.

Vuelvo con Llamazares...

Un beso, Ester

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡Vaya! Vas a hacer que me sonroje, Ester.
Creo sinceramente que si dejas de leer a Llamazares para leer mi entrada haces un mal negocio. Y más si es su último libro, hermoso y emotivo.
Muchas gracias de todos modos, Ester
Un abrazo

Juan Nadie dijo...

¿Quizás no deberías leer? Es precisamente eso lo que conviene hacer, sobre todo en verano, donde todo lo falso tiene su asiento.

ESTER dijo...

Siempre hago lo mismo.

Es el que me has recomendado.

Ester

Ana Rodríguez Fischer dijo...

¡Vaya!
Apenas llegada a Asturias... recupero las impresiones de un reciente viaje a Moscú-San Petersburgo, del que ni he osado hablar a mis íntimos. En Barcelona, me equipé de los libros que me faltaban (de los libros de los escritores amados) y ahora estoy inmersa (y sacudida) con la lectura de una no-escritora: las memorias de Nadeshka Mandelstam...
Hablaré, quizás.
Besos!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Juan, me gusta esa frase sobre lo falso
Leer sí, siempre, pero hay libros que tienen su lugar y su momento para ser leídos. Cuando cae en tus manos un libro como el John Berger y su lectura coincide con tu tiempo de descanso, algo se agita dentro, porque mientras accedes a la explotación de los hombres a través de las palabras, tu estás tan ricamente al fresco de la brisa, tomando un café, sin más molestia que alguna motocicleta ruidosa o una mosca despistada. En fin... a esa sinestesia me refería.Un cruce de sensaciones irreconciliables que me inquieta.
¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡Habla, habla, Ana! Esos que llamas "no escritores" regalan a menudo lo mejorcito
... y habla también de tu viaje ;)
¡Salud!

Babe dijo...

Sí, a veces es inquietante cruzarse con lecturas que sabes que te impactan con más fuerza por el momento y el lugar en que lo hacen, y que probablemente si las hubieras leído hace años no hubieran significado lo mismo, ¿destino, azar? Por otra parte la sinestesia es un efecto secundario, en mi opinión, positivo.
Disfruta de las vacaciones.
Un abrazo, :)

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Bueno, Babe, últimamente estoy obsesionado con el trasvase de sensaciones que constantemente se producen cada día en las vidas de cualquier persona, y también colectivamente. Hay otra dimensión, otros ángulos desde los que mirar la vida a partir de los cuales todo adquiere otra forma, desde los que se genera otro tipo de consecuencias distintas a las habituales, distintas al resultado esperado en cualquier proceso causa-efecto. Y eso se traduce en el sonido de los colores, en el color de los olores, en el olor de una voz...
Disfruta tu también de tu descanso, Babe
Gracias por seguir apareciendo por aquí
Salud

Obat Penyakit Tumor Otak dijo...

Every successful person must have a failure. Do not be afraid to fail because failure is a part of success.