martes, 30 de julio de 2013

To have or not to have



Creo que nunca he utilizado el verbo languidecer, y mira que me gusta. Es una palabra hermosa. Hoy ha llegado el día: este blog languidece. Cada semana tiene menos lectores, y menos que va a tener después de que lean esta entrada los pocos que quedan. El tema me viene rondando desde hace tiempo, y ayer encontré el detonante. Según informa el diario “La Marea”, la Galicia de Feijóo -también conocido como el amigo de los niños- se va a gastar este mismo año, del dinero que los gallegos le confían, 640.000 euros en promocionar la natalidad. El proyecto se acuna   con la mano ingeniosa de quien ha ideado semejante título: “Campaña de sensibilización para la dinamización geográfica”; epígrafe que se ha ganado toda mi admiración, al que nomino como candidato de peso, muy a tener en cuenta, para hacerse con el premio nacional al eufemismo más descarado. 

El objetivo de la campaña publicitaria, que desahogará las deudas de algún medio de comunicación afín,  no es otro que propiciar que las mujeres gallegas pasen de  parir los 1,08 hijos actuales que conciben actualmente  cada  útero gallego, a los 1,59 que conciben los úteros del resto de Europa.  Imagino que, en coherencia ideológica,  la campaña contemplará también  la manera, el estilo y la postura de concebir esa diferencia decimal según el patrón y la directriz dictada por Ana Mato: hembra, casada, que folla sin condón con su marido, bajo la mirada atenta de un crucifijo, previa confesión, no por vicio ni por fornicio, sino por traer un hijo a Su servicio.  

Sea como fuere, la cosa es que Feijóo se va a gastar 110 millones de las futuras pesetas (que diría el Gran Wyoming) en provocar múltiples eyaculaciones productivas, revolcones a feria, algún que otro orgasmo con grelos,  y hasta pajillas inducidas con retrogusto  albariñado, cuyas poluciones se custodiaran convenientemente en viscosos bancos de semen do pobo  galego. Todo sea por la dinamización geográfica. 

Esta nueva pachanga patria, este nuevo sablazo al dinero de todos,   a mí me sirve de excusa para confesarme:

Hace ya unos cuantos años, con las pocas luces que se me empezaban a encender, en ese periodo en el que uno empieza a saber lo que quiere, o desea, o espera, o sueña más o menos de la vida, decidí solemnemente no tener descendencia. Y mira por donde  tuve la suerte de dar con una mujer que pensaba lo mismo que yo; una mujer que a ojos de muchos, por mantener su opción,  es incompleta, desnaturalizada, egoísta, y  fría, por no decir pecadora y hasta  criminal. Como lo fueron, por citar algunas, Virgina Wolf, Marilyn Monroe, Frida Kahlo,  Chavela Vargas , y el 90% de las monjas que en el mundo han sido y que  predican y han predicado ¡el coño para la reproducción!.

Uno de los inconvenientes que sufrimos y padecemos en silencio los adultos en edad reproductiva que decidimos no tener hijos es no poder participar de amenas tertulias en las que se describen y debaten temas tan apasionantes como por ejemplo, el  grado de apetencia de  los vástagos; los ricos matices y el aroma de sus excrementos;  los pormenores de una correcta dentición; la brillantez, la promesa futura de ingenio, la inteligencia precoz que se observa, por ejemplo, en cómo babea, en como mira, en cómo agarra o rechaza el dedo; o el sacrificio trágico que jamás será recompensado, ni mínimamente reconocido, consistente en  aprender a convivir con el insomnio en semana laboral, amenizado por suaves e inocentes berridos. 

Estoy seguro de que a estas alturas ya he perdido el 50% de los pocos lectores que siguen el blog. Diré en mi descargo, por si algún desertor se lo piensa,  que una vez que el bebé se convierte en persona, crece, habla, y aprende a contar hasta diez , yo me invisto de plena  autoridad y ascendente -ingenuo de mi-  para  intervenir en tertulias relacionadas con la educación de un hijo. Éstas suelen ser apasionantes, porque en ellas se suceden una serie de fenómenos dignos de reflexión y comentario. Uno puede observar, por ejemplo, ante cualquiera tema susceptible de opinión, cómo algunas personas,  mientras fueron personas del pueblo  llano, sin más atributo que su presencia y su visión más o menos racional del mundo decían A. Y sin embargo, la misma persona, ungida  de la infalibilidad con que parece dotarse la m/paternidad, conscientemente, o ante la suposición interiorizada muy íntimamente de que por el hecho de ser m/padre  ha ascendido en la jerarquía humana, dando a entender con la vehemencia y la seguridad de su afirmaciones categóricas que han promocionado en el escalafón antropológico, que su parecer y su conocimiento del mundo, de la vida,  y de todo que les rodea  se encuentran muy por encima de la opinión de la población estéril, esa misma persona, padre y madre en la vida, ente el mismo tema, dirá  B. Y si por casualidad, alguien procedente del mundo estéril, (por voluntad propia, como yo mismo, o no), hallase argumentos suficientemente pesados, convincentes, racionales, de  puro sentido común, en relación a lo que una persona debe ser, a cómo se debe educar a un hijo, a cómo se debe relacionar  un joven en la sociedad actual, a todo aquello que se relaciona de una manera u otra en el desarrollo de un joven, entonces amigo, date por jodido, cállate la boca, porque no tardarás en escuchar el consabido salmo, en  sus múltiples variantes de : “cuando tengas un hijo sabrás de lo que te hablo”, “eso lo dices porque no tienes hijos”, si tuvieses hijos pensarías como yo”; o el más radical y acérrimo: “¡que sabréis de la vida los que no tenéis hijos!”.

El ejemplo de la opción sexual es recurrente. ¡Quién no ha escuchado  de labios de antiguos defensores de gays  y lesbianas que, tras ser padres,  lo que ahora  quieren para su hijo o para su hija es  una relación heterosexual  y que se llevarán un disgusto si no es así! ¡Y quién no ha enarcado la ceja del pasmo cuando, en la misma conversación, después de recordarle su pasado de convicciones y principios, ha escuchado como único argumento: “cuando tengas un hijo me lo cuentas”!

Y sin embargo,  sigo teniendo opinión, y la expreso, y no me callo -unas veces con razón otras sin ella,- porque no me da la gana. Todos los hombres y mujeres que han respirado en la tierra son y han sido hijos. ¡Y qué más razón se puede ofrecer que la razón de la experiencia! Por eso, aquí y ahora, dejo escrito qué cosa es un hijo, y reto a cualquier p/madre con carnet, de los que militan y enarbolan su condición como categoría de pensamiento, que añada algo,  y que confiese públicamente o en la intimidad, si se ha hecho alguna vez esa misma pregunta que yo respondo: 

Futuro, muerte, dolor, sacrificio, tiempo, más tiempo, incertidumbre, tiranía, amor, más amor, mucho amor,  beso, manos, piel, sueño, cuna, cama, comida,  ternura, decepción, desengaño, irresponsabilidad, traición, imaginación, alegría, entusiasmo, pasión, orgullo, obediencia, envidia, manipulación, celos, música, cuento, voz, olor,  renuncia,  peligro, cabello, urgencias,  sensación, juego, labios, pañal, dinero, rebeldía, risa, llanto, ropa, miedo, enfermedad, ojos, herida, termómetro, silla, sillita, coche, cochecito, impotencia, éxito, mierda, fracaso, humildad, insomnio, vacuna,  egoísmo, colonia, generosidad, docilidad, fragilidad, normas, deporte, indiferencia, misterio, secretos, mentira, educación, nostalgia, verdad, promesa, pies, medicina, colegio, amistad, sexo, la vida, un hijo es la vida misma, que crece y se dirige hacia el tiempo, irremisiblemente, mientras languidecen los recuerdos y la memoria que evocan en las noches insomnio aquellos días felices en los que estábamos con nuestros padres, y surgen como fantasmas las culpas en la conciencia para cantar lo que no hicimos por ellos.

13 comentarios:

Tesa dijo...

Hay que confiar mucho en el futuro para tener hijos y el futuro rompió su primera promesa conmigo el día de mi 20 cumpleaños metiéndonos en la OTAN. Clavao.
Las cosas siguieron de tal forma que nos han traído hasta aquí, no digo más.
A estas alturas nuestras tripas empiezan a cansarse de hacerse corazón, hemos sido muy resistentes, pero en su día nos negamos a arrastrar a otro de la mano hacia el campo de batalla y obligarle a resistir sin tener al menos una buena excusa.
No te niego que oyendo tantas veces “tú no puedes entenderlo, no tienes hijos” hubo momentos de decir hostia, ¿y si resulta que un hijo es una dimensión incompatible con dudas, equivocaciones y demás fruslerías que nos aquejan a los no multiplicados? ¿Y si la realidad empieza justo donde acaba el raciocinio?
Ahora solo me inquieta la paradoja de haber sido feliz por haber sido pesimista.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Lo dijo Virginia Wolf: Uno no puede traer hijos a un mundo como este

Y yo añado, ni a éste a aquel, ni a ningun otro mundo con humanos.
-¡Insensato! ¡pensando como tú se acabará la especie humana de la Tierra!
-¡No me digas!¡Venga, cuanto antes!

Un hombre y una mujer dejan de serlo cuando se convierten en padres: se convierten en guerreros feroces, en defensores irracionales, viscerales de su descendencia, y de si mismos a través de sus propios hijos, porque ahí está el orgullo, sobre todo el orgullo de lo tuyo, de la posesión, el hijo como una posesión, como propiedad, como tener un coche, una camiseta... y no hay nada que se pueda hacer.

Tu última frase me ha dejado petrificado, quieto, muy quieto. Tengo que procesarla.
¡Salud!

Roy dijo...

Estoy totalmente en desacuerdo con la idea de "no traer hijos a un mundo como este". Me parece una postura cuando menos infantil. Este es el mejor mundo que hemos tenido en la historia de la humanidad. Si no, por favor, un poquito de historia - intrahistoria- no vendría mal... Ni siquiera las "clases" poderosas y dominantes de otros tiempos - sea cuales sea- han vivido mejor de lo que las mismas clases viven ahora. Ya no mencionaremos a los otros.... Los hijos se deberían tener porque se desean. Sin más. Desde la reflexión de lo que supone se padre. Y apechugando a su vez con lo que acarrean. Dicho esto, me horroriza como la gente de mi generación ( entre 40-50 años) está educando a sus hijos. Me horroriza ver como nos hemos vuelto de egoistas y como se nos llena la boca de criticar al egoista mundo. Me horroriza ver la relaciones que se establecen entre padres e hijos ( de colegeo). Creo que la "culpa" la tenemos nosotros, mi generación, no los hijos. A nosotros se nos ha subieo la estupidez a la cabeza. Ellos, a pesar de la discapacidad emocional a la que los estamos abocando, son más generosos, más sinceros y tienen mejos prejuicios. No son más libres. A propósito, no tengo hijos porque no quiero. Y tengo derecho a opinar lo mismo que opino de la guerra en el mundo aunque yo no sea un guerrillero.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Roy, vamos por partes

Creo que cuando Viriginia Wolf dice lo que dice no se refiere a su presente, ni yo tampoco me refiero al mío. "El mundo" comprende la humanidad entera, desde Altamira hasta donde alcance el futuro.

El texto que escribo no juzga ni argumenta los valores de la decisión de tener o no tener hijos. Allá cada cual. Faltaría más. El texto critica el cambio asombroso que se produce en muchas personas cuando son padres. Un cambio, muchas veces, que les hace tremendamente conservadores, chovinistas e irracionales: les convierte en una especie de energúmenos vehementes que no ven más allá de los pañales de sus criaturas.

Con respecto a todo lo demás que comentas, estoy totalmente de acuerdo.

¡Salud!

ESTER dijo...

Los hijos no se poseen, los hijos SON.
Yo diría algo más: Los padres educamos pero los hijos también enseñan y educan a los padres.
Mi hija me ha mostrado que la vida no es como uno se piensa que es, la vida es como "El grito" de Munch: te hace gritar constantemente.
Matrimonio sin hijos: ¿Y por qué no? Es otra opción.

Besos, Ester

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Bueno, me ha costado llegar al final pero que sepas que no me encuentro entre ese 50% de lectores que mencionas.
Languidecer es una palabra hermosa, pero suele usarse con un sentido demasiado laxo...
La ilustración de Klimt, chapeau.
respecto a lo de la descendencia... algún día hablamos (no para hacerte variar de posición, faltaría)
Abrazos!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Yo así lo creo, Ester
Besos a todos.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ana
Je, je, no me extraña: el parrafito de A y B se las trae.

¡salud!

HOSTAL MI LOLI dijo...

Languidece este blog?? para nada, cada vez está más activo, interesante y despierto, así lo percibo. Abrazos.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Se agradece el cumplido Loli

!Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Se agradece el cumplido Loli

!Salud!

Anónimo dijo...

Pues acaba usted de ganar un lector con esta entrada.
En realidad ya me había gustado la anterior, pero es lo que tiene verse reflejado, un plus de empatía.
Saludos

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Bueno,muchas gracias por la decisión. Espero no defraudarte en las siguientes (por aquí no se lleva el Ud.)
En cualquier caso, bienvenido, amigo ó amiga