miércoles, 31 de marzo de 2010

De Coppola y de Klimnt


El vecino del piso de arriba tiene un Ford Cougar de color del pacharán con asientos tapizados en cuero negro zaino. Le he visto dos o tres veces. Una vez salía del coche, que aparca asombrosamente, siempre, al lado del portal. Ese día, después de cerrar la puerta, se inclinó hacia el capó y con la uña del dedo meñique rascó un pequeño resto de suciedad que se habría adherido a la chapa. Después caminó tres pasos hasta la entrada mirando hacia atrás, hacia el vehículo, como hacen los toreros cuando terminan su serie de naturales antes de mostrar al respetable su abrupta estampa arqueada . Otro día lo tuve en mi propia casa. Llamó a mi puerta porque en un piso superior al suyo se originó un escape de agua que le estaba calando su cocina. Le hice pasar y entró acompañado de sus tres compañeras, que aguardaban unos peldaños más arriba del rellano de mi puerta como autoestopistas al acecho. Cuando los cinco estuvimos acomodados en el salón, les pregunté que en qué les podía ayudar y Cougar miró a sus tres compañeras y se dispuso a hablar. Cougar es bajito, calvo y cuarentón. Tiene la espalda ancha y camina con las piernas arqueadas. De vez en cuando sorbe por la nariz y carraspea a un tiempo, y cada diez o doce segundos tuerce el cuello hacia la izquierda, tal y como hizo antes de empezar a explicarse: Que tenía la cocina mojada, que el agua se filtraba a través de la campana extractora de humos y que a ver quién llamaba al fontanero y le pagaba los desperfectos y, sobre todo, a ver quién le decía al vecino de arriba que era un sinvergüenza y un cabrón. Mientras hablaba, las tres amigas, las tres morenas, muy guapas y más jóvenes que él, asentían a cada palabra como si quien hablase fuese un santón, su gurú, el hombre que guiaba sus vidas. Yo todavía no entendía nada. Solamente escuchaba y observaba. Les ofrecí cerveza, refrescos o café, pero Cougar sorbió nuevamente, carraspeó y alzando una ceja me dijo muy cariacontecido que él no había venido de visita, que de cervezas su nevera estaba llena y que lo que quería eran soluciones. Las tres amigas asintieron de nuevo, y me pareció que, incluso, una de ellas afirmaba ostentosamente con la cabeza y esbozaba una mueca convexa con los labios, como esgrimiendo un beso que no besa. Vista la situación, me di cuenta de que Cougar y su corte creían que yo era el presidente de la escalera. Así que les saqué de su error y les indiqué el lugar donde podrían encontrar al propietario de su piso. Desconcertado, miró a su harén, volvió a carraspear, sorbió sonora y hondamente, se incorporó, me estrechó la mano y dijo “bueno”, y salió detrás de las tres hermosas mujeres con la frente bien alta y el paso firme.

En su casa, Cougar y sus chicas se lo pasan en grande. Cuando ya no hay luz en la calle y se acerca la medianoche, se oye constantemente el ir y venir de tacones, pasillo arriba pasillo abajo, y el fluir constante del agua en las tuberías. Puedo oír hasta el choque de la alcachofa de la ducha cuando cierran el grifo y la colocan en su lugar. Así es que me paso noches enteras sin pegar ojo y, si soy sincero, creo que no es por el ruido; creo que es porque se me desboca la imaginación. El taconeo constante y el ruido del agua fluyendo a 10 atmósferas me llevan a imaginar al gran Cougar amadejado junto a sus compañeras de piso en un fabuloso ovillo de piernas y brazos, pechos y labios, gemidos y olores, como cuando el joven Jonathan Harker es objeto de la diabólica, y nunca suficientemente bien ponderada, visita nocturna de las esbirras del Conde Drácula, tal y como se ve en la película del genial Coppola. O mejor. Algunas noches, cuando me canso de imaginar en clave gótico-erótica, me paso al modernismo y me veo a mí mismo entre mis tres vecinas, igual que si estuviese retozando, perezoso, descuidado, absolutamente dejado en manos del placer que me proporcionaría el roce de mi piel con las pieles blancas, las manos y la sabiduría de las seis mujeres de “La Virgen” de Gustav Klimnt, diosas eternas del pecado, del color y de la carne. Porque, se mire por donde se mire, y más si soy yo quien mira, en ese cuadro falta un hombre.

Esas noches son inolvidables, sobre todo para Cougar. Yo suelo levantarme con sueño. Por eso esta mañana, mientras me daba una ducha, me preguntaba. ¿Por qué se presentó en mi casa con sus tres amigas? ¿Para ostentar? ¿Para decirme en mi propio hogar, en mi feudo, mira lo que tengo? ¿Lo haría para presionarme?¿Alguna de ellas será abogada?¿Sería, quizá para hacerme ver la necesidad imperiosa de que se arreglase su problema con el agua? ¿O querrían ellas conocerme, y todo fue un invento, el agua, la avería, el vecino de arriba, para invitarme de una manera sutil a su particular fragor de sinfonías nocturnas? Pude haber subido y preguntárselo, pero estarían durmiendo. A esas horas de la mañana no hacen ningún ruido.

Ya a media tarde le he vuelto a ver. Aparcaba el coche con gran habilidad, con esa traza de conductor consumado que controla el cotarro. El codo izquierdo apoyado en la ventilla, la mano derecha manejando el volante, soslayos hacia los espejos, y cigarrillo colgando de los labios. Bajó, cerró, miró hacia atrás y al entrar nos cruzamos en el portal. Quise aprovechar la ocasión para preguntarle sobre el arreglo de la avería y, en el caso de que la conversación empezase a fluir, sobre todo lo demás, pero no me dijo ni ahí te pudras. Entró muy digno, sorbió sonoramente y, mientras le miraba caminar tranquilo hacia el paraíso, la puerta de cristal se cerró ante mis narices.


Vuelvo mañana

26 comentarios:

Belén dijo...

Sí, todo es cuestión de miradas. Eres taxativo cuando dices "se mire por donde se mire..."; y verás, no se en el cuadro de Klimnt, pero desde luego ya hay quienes dicen que Bram Stoker se inspiró (entre otras fuentes) en la historia de la condesa húngara Erzsébet Báthory, quien al parecer bebía y se bañaba en sangre DE DONCELLAS... Me puedo imaginar la mezcolanza orgiástica de brazos y pies, también en este caso. ¿Qué vería? Creía que así obtendría la "eterna" juventud... Parece que a la postre,cad cual, busca esos modos de mantenerse siempre joven, unos mostrando harenes, otros resucitando, otros bebiendo sangre, otros... Feliz día.
Besotes

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Es que no me digas Belen... se mire por donde se mire. Creo que Klimnt no se pintó en el cuadro porque no podía estar en los dos sitios a la vez. Por eso lo dejó con seis mujeres, seis, para que quine lo viese se imaginase dentro de esa orgía de colores (o no)
Lenin dijo : "libertad ¿para qué?". Yo diría al respecto de Erzsébet Báthory,"La eterna juventud ¿para qué? La respuesta sale sola

Otra cosa más, Belen. El tipo que describo existe, y tiene un ford Cougar, y convive con tres chicas, y viven encima de nosotros, y por las noches no nos dejan dormir, tacon para arriba, tacon para abajo, ducha va y ducha viene; y un día se presentaron tod@s en casa, porque tenían un escape. Es absolutamente cierto.

¡Salud, recuerdos y besos!

Belén dijo...

¡Pero si SÍ te creía!
Belén

Ms. Frutos dijo...

“No hay nada especial acerca de mí”, esa puede ser la razón por la que Klimt no se pintó en esa orgía pictórica. El era un artista devoto a su arte y a su familia, y aunque tuvo sus affaires, en general era un hombre al que no le gustaban los escándalos. Parece ser que era a través de su arte donde nos dejaba ver toda esa sexualidad que guardaba dentro de sí.
El vecino que tú describes, calvo, cuarentón, neurótico con su carro…Lo que son los estereotipos, cuando estabas explicando que apareció en tu casa con tres mujeres, aunque estaba más que claro que se trababa de tres “amigas”, mi cabeza rápidamente ha pensado “¿Tres mujeres?, no, no, deben ser la mujer y sus dos hijas mayores”.
Sí, si yo fuese tú también me hubiese preguntado ¿Para qué coño bajo este tío con las tres mujeres? Parece ser que el vecino sí cree que hay algo especial acerca de él.
Un saludo

Is@Hz dijo...

Creo que no hago ningún descubrimiento, Mariano, al decir que en el cuadro de Klimnt sólo hay una mujer; es una mirada poliédrica del pintor.
A parte de esa pequeña puntualización, he disfrutado mucho con el relato. Describes con tanta precisión los detalles que estaba empezando a angustiarme ante el problema del escape. ¿Será por la desgracia de ser presidenta-consorte de mi comunidad de vecinos? Estoy segura que no.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Menos mal Belen. Pensé por un momento que todo dios iba a pensar qué sé yo...
¡Salud!

Carlos dijo...

Yo me he quedado con el tono desenfadado y divertido de la historia. ¿O sea que los Torrente existen? La historia de las comunidades de vecinos dan un juego literario terrible, pero no las quiero cerca, por favor. Entiendo que al menos tengas una consolación ensoñadora irreflexiva, aunque estoy seguro que es mejor mirar el cuadro de Klimt que a ese cuarteto desafinado. Un abrazo compañero

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ms.Frutos
Vi una de esas pelis que ahora encuadran en un género llamado biopic en la que el genial Klimnt era todo menos tipo familiar. No sé que tendrá de rigor la peli en cuestión, pero muere borracho y apaleado en un callejón después de un concurso con todos los divinos de Paris, entre ellos Picasso.
La película en cuestión es un poco rara, mira,no: tostón, para qué le vamos a dar vueltas.

Los estereotipos existen porque existen los ejemplos por antonomasia que los lideran. Mi vecino es uno de ellos. Y las tres mujeres no son familia: contrastado. En su buzon aparecen apellidos totalmente diferentes. Por eso me pregunto todavía por qué bajaron todos en tropel a preguntar por un escape de agua. Lo que tiene de especial Cougar, él lo sabe, y sus vecinos también.
¡Salud Ms Frutos! y gracias por dejar tus comentarios

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Is@z. Me encanta ver de nuevo un comentario tuyo.
Aunque tengo el pasillo lleno de cuadros de Klimnt, sé poco del significado de su obra, salvo por la película de la que le hablo a Ms. Frutos. Seguro que es como dices, una mirada poliédrica. Y si hay alguna mirada poliédrica esa es la del espectador. En el caso que nos ocupa, un tanto casposo, y con el que me reído de lo lindo recordando la escena del Cougar con sus chicas en mi casa, el cuadro de Klimnt es un lugar en el me gustaría estar.
Y si eres presidenta... cintura, mucha cintura, y procura escaquearte de poner las bombillas fundidas: da mucha pereza.;)
¡Salud Is@z!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Carlos, se cruza tu comentario con las respuestas a otros que he escrito
Así es, existen, pero más discretos, más inteligentes, y más efectivos.
Ya me gustaría a mi poder dormir al raso sobre el cesped de mi jardín. Pero chico, es lo que hay, y como estos sucesos no te los tomes con humor, vas aviao.
¡Salud Carlos! Y que viva Mark Twain

Isabel Martínez Barquero dijo...

Toda la primera parte, con el cuarentón y sus tres bellezas, me ha recordado (y no sé la causa) a la última novela de Luis Landero. Será quizá porque allí sale un señor vecino que le gira al narrador una visita betunera, eso sí, acompañado de su "santa" y de una suegra bastante perjudicada (una vil maniobra para hacerlo presidente de la comunidad). De verdad que muy divertida la escena, como esta tuya, Mariano José.

También me he divertido con las ensoñaciones poliédricas, místico-pictóricas y con la sensualidad de los vampiros. Ay, la primavera...

¡Salud, Mariano José! Seamos felices ahora y siempre.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

No he leido la novela de Landero, y es uno de los autores que más que gustan. Creo que no he dejado de leer ninguna de sus novelas, excepto esta que dices. Seguro que estarás de acuerdo conmigo en que "Juegos de las edad tardía" es una obra maestra.
Si se parece algo la escena que explico a alguna de las de su última novela es pura casualidad, y más porque me ocurrió realmente, tal y como la explico. Ya ves, que realidad y ficción se dan la mano hasta en la distancia.

Y en cuanto a las ensoñaciones, es que no me queda más remedio, porque si no, el remedio es llamar a los urbanos para que lso vecin@s me dejen dormir. Y quien es el guapo que le dice a un urbano que los tacones de las vecinas y el agua de la ducha me tienen en vela. Luego está la primavera, claro...

¡Salud Isabel! sigue disfrutando del ambientillo de Murcia

Eastriver dijo...

Gran relato. Desde el detalle del señor que siempre aparca en la puerta (no hay como el orgullo y la seguridad para que las cosas te salgan redondas) hasta las vecinitas afirmando en el sofá de tu casa o las imaginaciones perversas que son sanísimas por lo necesarias y casi inevitables. También el final, en el cual el silencio es, evidentemente, la única solución posible, la continuación lógica. Te digo una cosa: acabarán marchándose a un pueblo de montaña y trabajando por internet. En un pueblo suelen ser más escandalosos estos comportamientos: se bañarán en pelotas en el patio mientras el pueblo les contemplará horrorizado.

En lo que no estoy de acuerdo es que en el cuadro de Klimnt falte un hombre. Se bastan y se sobran.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Mariano José, la última novela de Landero no tiene la entidad de los "Juegos de la edad tardía", pero tiene pasajes magníficos, con los que disfruté muchísimo, de esos de no parar de subrayar. No dejes de leerla. Te vas a escacharrar con Don Obvio, con las manías persecutorias del narrador y, cómo no, con la comunidad de vecinos y sus líos. Por ella, pasean muchos personajes -en el recuerdo del narrador-, algunos realmente de antología.
¿Qué más decirte? Pues que la leas y verás qué gozada. La prosa de Landero es limpia. No fuerza, no constriñe. Simplemente, seduce con la manera elegante que tiene de desplegarla.
¡Salud, amigo Mariano!

Anónimo dijo...

Eso si que es una cama redonda y Klimnt seguramente estaba debajo de las sábanas,o haciendo guarreridas.

El PObrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ramon
Las mías son imaginaciones sanísimas sanísimas. Perversas son las vecinitas ( o eso me gustaría a mi).

Y en el cuadro falta un hombre, y he llegado al convencimiento, después de verlo durante años, que ese hombre no puede ser un hombre cualquiera, debo ser yo.

¡Salud Ramon!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Si Isabel, creo que la voy a leer. Me ha gustado siempre mucho Landero. Su estilo, las historias, los antihéroes... y creo que es además un tio muy honesto.
¡Salud Isabel!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Anónim@
Has cruzado la frontera, forastero... Chiquito y Klimnt no pegan mucho, aunque a decir verdad, tampoco mi historia.
¡Salud!

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Quillo, ¿a qué esperas? ¡Dale Kaña!
¡Al Cuarentón y a las misses!
¡Y a Lenin también, de paso!
Lo de "La libertad, ¿para qué?" creo que se lo dijo a nuestro Fernando de los Ríos.
Se acaba la Cuaresma pero conviene seguir.
A.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ana, ¡a mis 200 años no tiene uno el cuerpo para según que esfuerzos!, ni mucho menos si hay un componente cualitativo, que diría Lenin. Despué de mis dos siglos de existencia ya he dado el salto a lo cualitativo, lo cual no quiere decir que se haya producido revolución alguna. Bien al contrario, es pura biología.

Ya me imagino la cara del pobre F.dLR cuando el camarada 'Vladi' le soltó la máxima. La escena tiene un relato, por el contraste tan brutal de personalidades, de caracteres, y de modos de entender el mundo.

¡Salud Ana, salud postcuaresmal, para lo que se presente!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Quería decir componente cuantitativo, claro, porque si no no hay chiste
¡Salud!

Anne Fatosme dijo...

Me ha gustado mucho el relato, tu forma de narrar tan precisa, el sentido del humor. En cuanto al cuadro de Klimnt, me parece muy bien elegido para el texto porque, al igual que el, despierta la imaginación varonil!
Un saludo,

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Me alegro de que te haya gustado Anne. Michas gracias. La verdad es que me he reido un rato escribiéndolo. Estoy de acuerdo contigo sobre el cuadro de Kilmnt. No hay hombre que se resista a imaginarse dentro de él.
¡Salud Anne!

Anónimo dijo...

¡Vaya con la retirada de Doña Quaresma, Hablador! Ha dejado tras de sí (en tu entrada y en los comentarios) algo así como un bosque tomado por luciérnagas. Ojitos brillantes me parece ver como los que le quedaban anoche a Messi después de cada creación.
Y menos mal, porqué con todo éste mangoneo pepero y sotanil... Hasta a la primavera tienen asustada. ¡Salud! Glòria.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

El mangoneo pepero no respeta ni primaveras, ni cuaresmas ni a la madre que los parió. ¿y sabes lo peor? que van a ganar: entonces vamos a tenerles mucho miedo.

Me gusta la imagen de un bosque tomado por luciérnagas, y los ojitos de Messi, es verdad, brillan, porque disfruta con lo que hace, se lo pasa en grande , como chiquillo en el patio de un colegio.

Muchas gracias Gloria
¡Salud!

El_malo dijo...
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