Me siento realmente conmovido,
emocionado y hasta perturbado ante el espectáculo de la cadena por la
independencia de Catalunya. Hoy albergo, además, una razón de peso para la esperanza, porque más allá de los brotes verdes, que
se marchitan antes de nacer; más allá de las políticas de recortes
presupuestarios, de la reforma laboral y
de la destrucción del sistema sanitario y educativo públicos -propiciada por el mismo gobierno de
CiU i de ERC que ha impulsado esta movilización- ahora sé que a partir de 2014,
cuando los catalanes y catalanas votemos masivamente por la independencia de nuestra
nación, todo volverá a ser como antes. No: ¡Pero qué digo! ¡Mucho mejor que antes!.
Ya falta poco para que
podamos disfrutar como niños en un chiquipark de una Catalunya independiente, sin
corrupción, sin mangantes, sin mafias politicofinancieras gobernada por CiU y ERC. Una Catalunya dotada de un sistema público de educación y de sanidad de referencia internacional. Una Catalunya sin mini jobs, sin paro, con unas condiciones laborales excepcionales
para todos los trabajadores, con las tres últimas reformas laborales derogadas. Una Catalunya con Justicia íntegra, rápida, eficaz y efectiva, no como la de ahora. Una Catalunya con
un respeto escrupuloso hacia el medio ambiente. Un país con pensiones a los 65 años, o
antes, y siempre por encima del IPC. En definitiva, una nación
con un futuro independiente, muy independiente, extraordinariamente independiente, del Euro, del Dólar, del precio del petróleo, del
valor del oro, del Banco Central Europeo, del Banco Mundial, del Fondo
Monetario Internacional, de Alemania, de la OTAN, de La Caixa, de la CEOE y de la CECOT, que nos va a permitir a
todos los catalanes y catalanas alcanzar las más altas cuotas de bienestar
nunca conocidas en lugar alguno.
De manera que, por todo
ello, vaya por delante mi apoyo incondicional y mi entusiasmo, que deseo expresar con una exlamación sincera y apasionada, desde el más profundo de los sentimientos democráticos, desde mi sentir catalán: ¡Vivan las cadenas!
8 comentarios:
Leo tu entrada y veo que no hay comentarios. Desde luego: sobran.
Una vez más, enhorabuena.
Roy, como siempre, es un gustazo verte por aquí.
¡Salud!
Chapeau. Sí, parece ser que en el 2014 aproximadamente todo se arregla. Joder, era tan evidente que nos cegábamos protestando inadecuadamente.
Un saludo.
¿Pero no lo ve la gente?¿No se dan cuenta de que todo es manipulación, de que todo es una gran cortina de humo para esconder los problemas que de verdad nos atañen, para que los corruptos de toda la vida se escaqueen de sus responsabilidades, para evitar un estallido social en otra dirección?
¿No se dan cuenta, o no quieren darse cuenta¿ ¡¡Pues que nos jodan!! ¡¡Que nos jodan a todos!! ¡¡Que nos metan a todos el palo de la puta bandera por el culo mientras cantamos "Els segadors"!!
Bueno, Carlos, perdona la vehemencia. Tú ya me entiendes.
¡Salud!
Yo estoy flipando con el adoctrinamiento de los medios de comunicación. En otros tiempos esto hubiera sido motivo de escándalo, pero hoy toca seguir la consigna. ¿Donde está la prensa libre?
Pues no estamos tan lejos de cierto régimen. Joder, si hasta en la reivindicación folklórica nos asemejamos.
Pena de país.
Un saludo Hablador.
¡Hasta La vanguardia! ¡El monárquico Grupo Godó! Huele fatal, y la peña erre que erre, a seguir al flautista
He aprendido algo:
¡Vivan las cadenas! es un lema acuñado por los absolutistas españoles en 1814 cuando, en la vuelta del destierro de Fernando VII, se escenificó un recibimiento popular en el que se desengancharon los caballos de su carroza, que fueron sustituidos por personas del pueblo que tiraron de ella.1 Se pretendía justificar con ello la decisión del rey de ignorar la Constitución de 1812 y el resto de la obra legislativa de las Cortes de Cádiz, gobernando como rey absoluto, como le proponían los firmantes del Manifiesto de los Persas (12 de abril).
Besos, Ester
Así es. Cambia al rey por cualquier político o medio de comunicación de los que sacan provecho de los sentimientos identitarios de las personas, y obtienes el mismo efecto que entonces: no aprendemos nada
¡salud!
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