37 disparos como 37
soles. 37 orificios perfectos, como estrellas en el firmamento, grabados en
la cúpula que cobija la sagrada soberanía nacional, en el planetarium que
resguarda y protege a Sus Señorías de
toda inclemencia, del frío, del calor y de la realidad, donde refulgen para
disfrute de generaciones, sus luces, los destellos, la memoria viva, todavía
candente de los fogonazos que, como
rayos de Zeus, escupieron las pistolas y
los subfusiles comandados, dirigidos y blandidos con soberbia maestría, igual que pinceles acariciando al
lienzo, que cinceles horadando el
mármol, en la más universal y conocidas
de las performances nunca vistas, capaz
de llegar adentro, muy adentro del alma social colectiva, capaz de hacer
temblar los cimientos de la Historia, de propiciar huidas apresuradas,
defecaciones, muecas, destrucción documental, algún gesto heroico ,reserva de
sepulturas, ocultamientos, miedo, mucho
miedo, masivas manifestaciones de protesta, un grito unánime y colectivo al auspicio del
camino que marcaban las huellas
poderosas del gran elefante blanco, el
arte por el arte, el arte total, un espectáculo completo, operístico, magistral, acompañado
por voces viriles, rotundas, exclamaciones imperativas, míticas, wagnerianas,
que nadie más que el insigne Antonio
Tejero Molina pudo proferir con tal convencimiento, con tal hondura patria, carácter
castizo, sensibilidad plástica, interpretación proverbial, aquella tarde
fragorosa de un 23 de febrero de 1981,
en la cúspide absoluta del éxtasis creativo, de tal manera que se produjo la revolución,
porque el arte cambió por completo, transformó
la expresión de lo bello, la pintura y la forma sucumbieron, el objeto
se hizo el rey, y todas las teorías, desde Aristóteles a Derrida quedaron para
siempre en desuso, sin acólitos, discípulos o epígonos, aunque alguien se arrogase la autoría (una vez más, malditos franceses), y lo
llamase readymade, pero, mal que les
pese, fue el Coronel quien con tal intervención cambió el curso de la bellas artes poniendo así broche de oro a su carrera artística con
aquellos 37 disparos como 37 soles
surgidos de un atronador golpe creativo,
un golpe de genio seminal, balístico, cinegético, que el presidente del
Congreso se apresuró a catalogar, sí, a
catalogar, a proteger -como no podía ser de otro modo- los 37 soles,
para que ahora, una cuadrilla de
vulgares albañiles, gentuza del pueblo llano, villains, incultos, toscos bárbaros del paletín y del Aguaplast,
haya osado eliminar cinco de ellos sin
encomendarse ni a dios ni al diablo, destruyendo así la unicidad de la obra, el
sentido completo, la concepción original, ese supremo espíritu que germina en
el interior de la cueva donde de la nada
surge la idea y nace al mundo, ve la luz y vuela incorpórea para llegar a posarse sobre el artista a
quien le es revelada la verdad y como
consecuencia de todo ello, a nosotros
españoles, a nosotros el mundo, ya solamente nos quedan 32 orificios, nueve milímetros Parabellum, y ¡Por Dios, a dónde vamos a ir a parar!
miércoles, 25 de septiembre de 2013
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4 comentarios:
Será porque entraba el frío, y sus actuales señorías tienen así peligro de resfriarse, es para que el nº de bajas por enfermedad en el, hemiciclo, se dice? BAJE, no vaya a ser que en estos tiempos de recortes en sanidad, tengan además que copagar por el ventolín, o el paracetamol, aunque sea genérico...
Así cogiesen la gran mayoría de SS.SS el beriberi y nos dejasen a todos en paz.
Y no te apures, si les recetan algún medicamento, será a precio de 'Congreso'. Ya sabes: menú 3 euros, gin tonic 3,5 euros
Abrazos
Con el aguaplast no se elimina el orificio, se enmascara. Como la mayoría de los que se mojaron con la gotera, el aguaplast disimula su verdadera idiosincrasia.
Besos, Ester
Por eso es muy propia la sustancia en cuestión: les viene que ni pintada (vaya chiste malo que me ha salido)
Abrazos
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