viernes, 25 de mayo de 2012

Amos a ver si nos vamos aclaraaando

Los geniales Faemino y Cansado representaban en sus inicios una divertida escena. En ella,  Cansado se dispone a sacar las entradas para el cine en la taquilla. Faemino se acerca por detrás y descaradamente se cuela. A continuación, y sin mediar palabra, pide dos entradas en la fila 11.

La reacción de Cansado no se hace esperar. Le toca con el dedo índice en el hombro a Faemino  e intenta hacerle ver - de manera sumamente  educada- que él  estaba primero en la fila. Entonces Faemino responde “Ya, ya. Yo también estaba en la fila. Ya,  si eso, lo hablamos”, pero no cumple su más que dudoso propósito y continúa su conversación privada con la imaginaria taquillera para comprar  dos entradas en la fila 11, centradas.

Cansado insiste e insiste en su protesta, siempre educada; esgrime para ello, tímida y civilizadamente,  los tópicos más manidos de la solidaridad humana, la bondad y el respeto preceptivo que es necesario  mantener entre las personas para poder convivir en paz. Ante lo cual, Faemino no solo sigue haciendo caso omiso, sino que incluso le recrimina a Cansado que le toque con el dedito en el hombro y le intenta convencer de que en realidad había dos colas y de que la suya es la correcta.

Cansado persiste, y argumenta que vivimos en una sociedad con normas que habría que respetar. Faemino- recordemos que es quien  se ha colado- empieza a mostrarse molesto ante tanta protesta y  como si hiciese un gran esfuerzo por no perder la compostura  inicia su famoso “Amos a veeér, amos a veeér. A ver si nos aclaráaaamos; a ver si nos vamos entendiéeendo”...

El gag tiene una duración de unos 6 minutos y el final se pierde en el infinito porque la situación de ambos personajes no cambia nunca. En algunas versiones el indignado amenaza al que se cuela con llevarlo al calabozo, pero ambos acaban declamando su ya célebre “que va que va, yo leo a Kierkegard”; en otras, la discusión sigue hasta el infinito  absurdo y en todas ellas  el que se cuela se sale con la suya.

No es difícil establecer cierto paralelismo entre esta hilarante representación y el presente económico y político de medio mundo. Pero a mí me ha venido a la memoria intentado comparar el estado de miedo, terror, pánico, depresión  y crisis permanente en el que nos tienen sumidos y algunas otras realidades que se cuelan en los informativos, y que me hacen expresar, igual que Faemino  “Amos a véeeer, amos a veeeér. A ver si nos aclaramos, a ver si nos vamos entendiéeendo”.

No hay liquidez, no hay dinero, pero a Bankia le hemos dado 10.000 millones de euros hace 15 días y estamos a punto de darle 20.000 millones más. En los últimos dos años, los ciudadanos europeos, por orden de sus representantes, les hemos dado a los bancos más de 2 billones de euros. ¿Dónde está la pasta?

Nuestra prima está  por las nubes, pero cada vez que intentamos colocar deuda para financiarnos  los inversores nos la quitan de las manos y vendemos siempre más de lo que estaba previsto.

El paro sube cada mes. Estamos cerca del 25% de la población activa. Sin embargo la cifra de los afiliados a la Seguridad Social sube mes a mes en decenas de miles de personas y la misma Seguridad Social ha cerrado el último semestre con superávit.

Las empresas cierran, no hay trabajo para nadie, aunque esta situación parece no afectar a la industria automovilística -desde siempre, un termómetro más que fiable de la actividad industrial- que está contratando a centenares de trabajadores y preparando en sus cadenas de montaje nuevos modelos.

Y para poner la guinda en este extraño pastel, mitad amargo y mitad dulce, las exportaciones de los productos españoles han crecido más de un 30% en el último trimestre.

Amos a véeer, amos a véeer si nos vamos entendiéeendo.

Lo que sí que es seguro, objetivo, y real es  que hoy en día un convenio colectivo no sirve para una mierda. Que los trabajadores y las trabajadoras estamos dispuestos a aceptar condiciones de esclavitud que han sido propiciadas por un estado de miedo prefabricado por los poderes económicos y que en lugar de reclamar y defender derechos, hemos terminado por reclamar trabajo, al precio y en las condiciones que nos dicten, porque la cosa está muy pero que muy mal.

Esta es una vieja estrategia   que ya funcionó muy bien en los 70, para la que el poder económico utilizó  como detonante la manipulación del precio del petróleo: la modificación  extrema a la baja  de la situación económica mundial con el fin de que los dueños de los medios de producción  recuperasen la iniciativa en las relaciones laborales y en las prestaciones sociales del estado del bienestar.

Y encima nos dicen que no les toquemos con el dedito.

8 comentarios:

ESTER dijo...

" EL SABEN AQUÉL QUE DICE...ª:

http://www.youtube.com/watch?v=wU-lA7gpu3E&feature=player_embedded

Ester

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Grande Eugenio. Buenísimo

Piti dijo...

Genial. Absolutamente genial

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Tú sí que eres genial, Piti
Besos y caricias

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Lo peor de todo es que van a tal ritmo que casi nos es imposible censurar, acusar, ridiculizar, bramar...
hemos pasado toda la semana con el culebrón de Bankia; creíamos haber tocado el techo de los "destapes" relativos a "la verdad", y hoy acaban de contarnos que los directivos (algunos) dimitidos se jubilarán co 14 millones de pensión (no indemnización, ¡ojo!, pensión). Es el colofón natural a no haber tenido que dar explicaciones ni rendir cuentas ni...
¿Ni....?
Abrazos!

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Ester, ojo que los hijos de eugenio van a ponerle coto... Un abrazo!

El Pobrecito Hablador del Siglo XxI dijo...

Ana, nuestros destinos los dirige la mafia, directamente. No somos nada ni nadi para ellos, no les importa una mierda un pais, una sociedad, el futuro y las vidas cotidanas de las personas. Les importa su dinero, y su poder. Por eso, que se muriesen uno a uno, o mejor, todos de una vez, no estaría nada mal. Quien propiciase su muerte sería un héroe, de la misma clase y al mismo nivel que aquellos valerosos guerrilleros que intentaron matar a Franco.
¡Salud!

ESTER dijo...

Ana, coto, ¿a qué?

Ester