jueves, 14 de julio de 2011

El beso






Sentada sobre el banco, bajo la acacia frondosa, la anciana vestida de azul parecía observar, muy atenta, el discurrir de la gente a través del paseo.

La anciana, extremadamente delgada, arrugada y hermosa, sostenía entre los dedos de piel un ramillete marchito de flores igual que una antigua vestal en ofrenda al tiempo.

Probablemente ya no recordaba su nombre. Hundía a cada tanto el rostro sobre el manojo, intentando hallar en el aroma extinguido un futuro próximo o la memoria de sus recuerdos remotos.

Nadie la miraba. Si alguien hubiese puesto atención, hubiese visto a la bella mujer sentada, hierática, vestida de azul, mover los labios y balbucear en silencio, alguna vieja canción, bajo la acacia frondosa, en la languidez del largo día de julio que al finalizar la tarde ya partía.

Quise besarla, pero mi beso murió en el propósito.


Al poco, me invadió una certeza: cumpliré la penitencia de ese pecado en el atardecer de cualquier verano, sentado en un banco, junto a mi olvido.

7 comentarios:

Joeller18 dijo...

Salvo que la portadora de la guadaña no se empeñe en arremeter en contra nuestro, no te quepa duda que sentado en un banco, o en una silla de cualquier residencia, o bien sentado en el andén de cualquier estación viendo pasar el tren, contemplaremos el paso de los días bajo la ignorancia de las gentes que vienen y van a lo suyo.
Recordando. Si la memoria nos lo permite.

HOSTAL MI LOLI dijo...

Me da pena ,me veo reflejada,esa anciana delgada puedo ser yo dentro de unos años.Beso.

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Eres enorme.....
El texto es bellísimo... No por los adornos, sino por la naturalidad y la transparencia, atributos de la belleza.
Hablo desde Asturias... en unos momentos en que mi madre se ha vuelto anciana, pero... ve mucha televisión... y a diferencia de su madre, mi abuela, pues que no...
Difícil explicar que el declive debe ser (seguir siendo)la imagen que punteas, sin llevar aparejadas opulencias no sólo innecesarias sino hasta obscenas...
Sí, alguien prestará atención a tus ancianas en este atardecer...

P.D. Estoy un tanto blue ( y apática, sin la energía de solicitar que ilustren mis nuevas entradas del Blog), pero desde ayaer el tiempo permite bañarse y me tonificaré. Kisses!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Joeller, tu comentario complementa de una manera hermosa la entrada. Así es: las estaciones de tren son un lugar propicio para la vejez. Me lo apunto para una próxima.

Loli, lo mismo que piensas tu pensé yo al ver a la mujer del paseo de las acacias

Ana, muchas gracias. Atender a la ancianidad, no sanitariamente, ni físicamente, sino afectivamente, es casi un acto de obligación con nosotros mismos.

Cada vez pienso más en la vejez, en el declive. Debe ser que estoy viendo como empequeñecen los míos, cómo cada día que les veo, descubro una nueva señal.En ellos me veo también a mi mismo. Hay un momento, sin saber a ciencia cierta cúando, en que dejamos de ser lo que fuimos.

Un abrazo a tod@s.

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Eso que postulas es peligrosísimo, Hablador...
Duele el reconocimiento (flaccidez en el rostro, por mi parte; en el de mi madre, una deliberada obsesión por... múltiples azares (tabúes),pero... conviene deslindar (yo intento hacerlo, para sobrevivir, porque si no, mi vida está entrampada entre... el esfuerzo por parir, criar y educar a unos hijos que... se marchan, y... unas madres que...
Largo lamento!

ESTER dijo...

El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.
Gustavo Adolfo Bécquer

A esa anciana quizás le diste otro tipo de beso, no te culpes...

Un beso, NENA

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Un beso para ti Nena. Tu comentario, además de ser hermoso, consuela