Somos cutres. No nos hemos movido de la covachuela. Seguimos vistiendo manguitos y bisera de charol.
Una buena amiga mía ha recibido de la Universidad de Barcelona el premio extraordinario a su tesis doctoral. La carta que le comunica tan feliz decisión ni siquiera está firmada por el Rector, sino por una funcionaria con cargo. El primer párrafo de la carta está destinado a comunicar, en el lenguaje más neutro y frío posible, la decisión de otorgar el premio.
En al segundo párrafo se dice que la premiada por su trabajo de 6 años de renuncias, sacrificios, humillaciones y todo tipo de privaciones en aras de ser excelente y aportar a la sociedad lo mejor de si misma, se dice, decía, que puede optar, o bien por ver escrita la mención al premio de manera expresa en el texto del diploma o bien por el abono, a la doctoracumlaudepremioextraordinario, del dinero correspondiente a los derechos del título (80€).
O sea, o te escribo en el diploma que eres premio extraordinario o te devuelvo el maldito parné: las dos cosa ni hablar. ¡¡ Es que la sabiduría no tiene precio!!
Dos siglos después seguimos siendo cutres, cutres.
Vuelvo mañana
lunes, 4 de junio de 2007
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2 comentarios:
Igual que al hombre lo hace hombre el hecho de hablar, de comunicarse, de pensar de una manera abstracta, de reconocerse en un espejo, también lo hace el hecho de ser cutre. Es triste, sí, pero no lo es también la vanidad, el egosísmo, la capacidad de matar o de humillar a iguales??
Pensemos entonces que la cutrez, es una de nuestras características más benévolas por lo que a nuestros congéneres supone.
Esperemos que los sabios y sabias sí sepan reconocer la sabiduría sin que tenga un coste determinado.
Igual que al hombre lo hace hombre el hecho de hablar, de comunicarse, de pensar de una manera abstracta, de reconocerse en un espejo, también lo hace el hecho de ser cutre. Es triste, sí, pero no lo es también la vanidad, el egosísmo, la capacidad de matar o de humillar a iguales??
Pensemos entonces que la cutrez, es una de nuestras características más benévolas por lo que a nuestros congéneres supone.
Esperemos que los sabios y sabias sí sepan reconocer la sabiduría sin que tenga un coste determinado.
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