La memoria política colectiva de nuestro presente se ha ido empequeñeciendo
tanto que a día de hoy el recuerdo de lo que sucedió hace un mes se podría
embutir perfectamente en el calcetín de un recién nacido. En el tiempo en que
internet nos ha puesto al alcance de la mano una hemeroteca universal es el
tiempo en que más y mejor se engaña a los ciudadanos.
En cuestión de dos días, alguien que negaba con rotundidad por
enésima vez la amnistía a los secesionistas catalanes anunció que los
amnistiaba; alguien que cultivó la amistad de mafiosos de la droga, se postula para
presidir el gobierno de la octava economía del mundo, sin impedimento ni rubor;
alguien que no ha dado palo al agua en su vida, que ha vivido a cuerpo de rey
gracias a los Presupuestos Generales del Estado, interpela a la España que
madruga y amenaza a media España con retirarle la “paguita”, y consigue de ese
modo aumentar la intención de voto en las encuestas; alguien muy cristiano, de
misa semanal, que pidió formalmente la creación de un estado palestino, hoy confiesa
que sueña con que Israel arrase Gaza.
Estos son sólo algunos ejemplos diversos y plurales, como gusta en
decir la izquierda en la actualidad. En Cataluña, en España, entre sus dirigentes
y algunos militantes, la jivarización de su capacidad nemotécnica también ha
ido evolucionando de un modo sorprendente hasta conseguir que ese rincón de su
cerebro donde se almacenan los souvenirs de sus experiencias haya menguado tanto
que llevan camino de competir con Dory.
De hecho, cuando se desencadenó el llamado procès, ningún
dirigente político catalán o del resto de España recordaba que su principal
instigador, a la sazón Artur Mas, les había desalojado de las calles del
movimiento 15M a porrazos y con balas de goma, tanto a ellos mismos como a la
gente harta ya de degeneración política y de recortes; o que ese sujeto
convergente, falso, taimado, infame y gris que es Jordi Turull, solicitó
desalojar a patadas a los indignados, que para el convergente eran “esa gentuza
que ensucia nuestras plazas”; o que el partido que puso la maquinaria propagandística
secesionista en marcha con el dinero de todos estaba condenado por corrupción
sistemática organizada, que perpetró durante décadas con total impunidad; o que
la legislación autonómica a lo largo de los años convergentes benefició siempre
a las clases privilegiadas y perjudicó a los más humildes; o que Jordi Pujol –indecente
ladrón de lo común, tanto de día como de noche- se sentó a fumar un puro con
José María Aznar en el Hotel Majestic; o que Convergencia i Unió, principal impulsor
del procès, fue un instrumento político con el que se integraron masivamente las élites franquistas
catalanas al nuevo marco constitucional…
Aun así, a excepción de los políticos de la generación que sufrió
el franquismo, o que vivieron la transición, como Joan Coscubiela o
LluísRabell, tanto dirigentes de los
partidos de izquierda, como muchos de sus militantes y simpatizantes o
periodistas y tertulianos en la órbita roja catalana y del resto de España, a
priori mantuvieron una equidistancia prudente y al poco solicitaban sin reparos el cacareado
derecho a decidir y apoyaron la celebración de un referéndum pactado. Con el
suceder de los acontecimientos, muchos terminaron por acudir a votar al
referéndum ilegal del 1 de Octubre -también llamado referéndum fake- con el argumento infantil e irrisorio de que
en realidad era un voto contra Mariano Rajoy el PP.
Fueron muy difundidas las imágenes de Xavier Domènech, cabeza de
lista de En Comú Podem - la lista electoral heredera de Iniciativa per Catalunya
els Verds y del PSUC- llorando a lágrima viva en una manifestación la detención
de los llamados Jordis (Jordi Cuixart y Jordi Sánchez, dos dirigentes secesionistas
en la órbita convergente ) acusados de sedición por promover el asedio a la
Consejería de economía el 20 de septiembre de 2017.
Al
hilo del rastro seco de las lágrimas soberanistas, el celebérrimo Pablo
Iglesias, por aquel entonces líder de Podemos, partido considerado la
vanguardia de la izquierda española, declaró públicamente en un tweet: “La dignidad y la coherencia se demuestran en los momentos
difíciles. Orgulloso de caminar a tu lado.” Poco después ambos sellarían públicamente,
en sede parlamentaria, su recíproca estima con un beso en los labios.
Por su parte Irene Montero, exmilitante de
Juventudes Comunistas de España, y por aquel entonces diputada rasa por Podemos
en el Parlamento español, sensible ante el llanto de solidario del diputado
catalán, declaró igualmente en un tweet que “Xavier Domenech nos
recuerda hoy por qué estamos aquí. Firmes defendiendo la democracia con brillo
en los ojos y todo corazón”
La
cercanía de Podemos con el secesionismo convergente no conoció límites. Unidas
Podemos, a través del dirigente Jaume Asens pidió "perdón" en
rueda de prensa celebrada en el Congreso de los Diputados a los nueve condenados por el 'procés' ante
el retraso en la concesión de los indultos y reivindicó que la medida de gracia
no implica "debilidad" sino la "fortaleza democrática".
Asens
también apeló a la política de la empatía y a desterrar la venganza. Incluso
se atrevió a afirmar que “estamos ante los indultos con más legitimidad democrática
de la historia”, ni más ni menos, aunque “no son la solución al conflicto
catalán”. Algo así como “el frotar se va acabar”
Agustín Santos Maraver, diplomático de carrera, actualmente
diputado electo de SUMAR, considerado número de 2 de la ministra de Trabajo y
Vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, afirmó en el blog “Sin
Permiso” con el pseudónimo Gustavo Buster que “El referéndum del 1 de octubre,
pase lo que pase en los próximos días y semanas, será recordado, y no sólo en
Cataluña, como una de las jornadas más espectaculares de lucha pacífica de la población por el derecho
a la autodeterminación,
y en contrapartida, también como una de las más contundentes represiones de las
fuerzas policiales contra los derechos de reunión, expresión y voto". Ahí
queda eso.
Al
llegar Octubre, unos pocos nostálgicos catalanes de los sucesos que tuvieron lugar
en el otoño de 2017 intentan llamar de nuevo a filas para retomar aquellos
momentos de gloria y batalla, de jaque al Estado. Otros pocos sencillamente lo
evocan, y la gran mayoría de aquellas miles de personas que se movilizaron, o
bien expresa su enfado con los dirigentes que les engañaron o sencillamente
siguen con sus vidas arrastrando en silencio el peso de haber sido utilizados
para la mayor campaña de marketing político nunca vista en Europa desde el
ascenso de Hitler al poder.
La
política hoy día es vertiginosa. La lucha encarnizada entre los partidos por
ganar la iniciativa y marcar el marco de debate provoca un vaivén constante y
un cambio acelerado del contexto, y por tanto de la actualidad. Todo es
susceptible de utilización propagandística; todo es apto como arma arrojadiza
que lanzar al adversario. Y cuando cambian las circunstancias, los socios se
convierten en enemigos y los enemigos pasan a sentarse en el sofá de casa. Por
eso la memoria no cotiza. Ya lo decía la pequeña Dory: “Ríndete viejo, esto es
evolución, nací para ser veloz”
En
los últimos meses Convergencia Democrática de Catalunya, ahora llamada Junts
per Catalunya, han pasado de ser considerada vanguardia revolucionaria y aliada
de la izquierda, al partido conservador
que siempre fue, corrupto, cutre, filofascista, xenófobo, nacionalcatólico y supremacista por
obra y gracia del partido en el que militan quienes lloraban a lágrima
batiente la detención de algunos de sus líderes.
El
guindo es un árbol que suele crecer en el margen izquierdo de la política.
Todavía hay quienes se están cayendo igual que cerezas rojas maduras al
observar, pasmados, como los convergentes, otrora poco menos que trotskistas, votan
una y otra vez junto al PP y VOX en contra de leyes fundamentales para el
desarrollo y consolidación de los derechos de los trabajadores y del estado del
bienestar.
Convergencia,
la misma que luchó por la secesión y que mantiene como líder a quien proclamó
la República Catalana de los ocho segundos, ha impedido con sus siete votos la revalorización de
las pensiones, las ayudas al transporte, una ley de extranjería justa, subir el
impuesto a las empresas energéticas, todos los decretos anticrisis, el aumento
del 9% del ingreso mínimo vital, la jornada de 37,5 horas, el paquete de ayudas
por la DANA, la deducción del IRPF por compra de vehículos, ayudas a la compra
de bicicletas eléctricas, el impuesto a los cigarrillos electrónicos, la
regulación del precio de los alquileres de vivienda, la suspensión de los desahucios
en hogares vulnerables, la prórroga de las deducciones por obras de eficiencia
energética, prórroga de la prohibición de corte de suministro eléctrico a los
hogares vulnerables … y lo que te rondaré hasta que finalice la legislatura.
Todavía
se escucha el rechinar de dientes, el rasga rasga de camisetas moradas y del
algodón de las camisas blancas que visten los tertulianos afines tras comprobar en Cataluña y
en Madrid que, ¡Oh, sorpresa! Convergencia JuntsxCat es y ha sido siempre un partido conservador,
de base burguesa nacionalcatólica, racista y xenófobo que, tras engañar a sus
fieles más hiperventilados, ha dado a luz a la Aliança Catalana de Silvia
Orriols, quien no tardará en ocupar su espacio político gracias a los mismo
votos que cosechó Pujol, Artur Mas y Puigdemont.
Retengan
si pueden, por favor, en su memoria, esto que pronostico, porque las últimas
encuestas ya muestran un trasvase masivo de votos de Junts y la CUP -¡otra chorprecha!-
al partido de la pujante Orriols. Ya veremos lo que ocurre. Yo, por mi parte,
voy a seguir el consejo de la pequeña Dory. “Cuando la vida te
supera, ¿sabes qué hay que hacer? ¡Hay que seguir nadando!"