Los antiguos griegos llamaban skandalon a la piedra que sobresale en el camino y que, inadvertida, les provocaba el tropiezo y la consecuente caída. Pero el tiempo lo transforma todo, incluso los significados.
Los romanos recogieron el término y lo tradujeron como scandalum. Siglos después, en largo viaje, nos llegó en su forma moral para señalar todo aquello que nos conmueve negativamente o nos irrita y nos ocasiona una reacción casi inmediata de bochorno ajeno, repulsa y condena.
El escándalo nos ofusca, es decir, literalmente nos oscurece la razón y el entendimiento porque interpela directamente de modo instantáneo a los más esenciales principios del decoro, de la honestidad, la honradez y la rectitud de nuestras costumbres y valores comunes esenciales más arraigados.
Por eso, durante épocas poco permisivas, gobernadas por interpretaciones fundamentalistas de la religión, en las que la sociedad en su conjunto actuaba como un gran tribunal inquisitorial ante los más pequeños gestos interpretados como pecado, el escándalo dejó de ser la piedra en el camino para convertirse en el motivo por el cual había que lanzársela a quienes quebrantasen las normas dictadas de la decencia, el recato y el decoro de gen religioso.
Un matrimonio sobrevenido, la llamada sodomía o inversión sexual, los escarceos amorosos de un clérigo, la vestimenta femenina atrevida, la inoportuna irrupción de una mujer en asuntos de hombres, el adulterio, un embarazo extramarital, y un largo etcétera de casos en los que la sociedad en su conjunto juzgaba sin compasión, con dureza inclemente, veleidades, ligerezas, y toda heterodoxia en la usanza social, cuya inquina, crítica y juicio sumarísimo se orientaba habitualmente y en su mayor parte contra las mujeres, víctimas durante toda la historia humana de obligaciones y represiones que los varones nunca padecieron, o en este sentido, en menor medida.
En 1992 Willy Chirino escribió y compuso “Es-can-da-ló” para el cantante Miguel Rafael Martos Sánchez, el gran Raphael, uno de su mayores éxitos incluido en su álbum Ave Fenix, disco superventas en todo el mundo, con cinco millones de copias sólo en EEUU.
Aquel 92 fue el año de los fastos en España. La Movida ya había dado su última nota un año antes; Almodóvar había estrenado “Tacones Lejanos”, con Miguel Bosé interpretando a un juez que tras el atardecer se convertía en una bella y esbelta cabaretera.
Tras más de una década de desquite moral y de supuesto tratamiento nacional contra la caspa franquista, a esas alturas parecía como si los españoles nos hubiésemos vacunado contra la provocación y el escándalo.
Pero he aquí que el gran éxito de Raphael, sus decenas de millones de elepés vendidos, versiones raperas, la fascinación que provocó en los modernos, el resurgimiento del gran cantante gracias a esa canción prueban que “el amor entre penumbras que es más fuerte que un volcán”, una relación extra conyugal, adúltera, homosexual o interclasista, provoca las murmuraciones de la alta sociedad, el dedo acusador, el reproche moral de quienes dictan las normas, contra el que es necesario acopiar coraje para conservar “mi alma libre” porque “soy yo el que decide sí o no” y “si piensan mal no me tiene preocupado.” “Es-can-da-ló, es un es can-da-ló” (bis)…
Es tremendamente difícil y requiere más tiempo del que vivimos descargarse de los hombros toneladas de represión moral añeja y secular, modos, maneras y formas incrustadas durante siglos en la cosmovisión nacional. Tanto es así que buena parte de la sociedad española actual educa todavía a sus vástagos en valores enmohecidos, propios de tiempos oscuros, que defienden y representan -ya sin vergüenza y sin tapujos- determinadas opciones políticas, conocedoras del peso social y de las consecuencias que ocasiona el uso y difusión del escándalo, pues cuentan con la experiencia de siglos de práctica para señalar a los enemigos que amenazan sus privilegios, a los discrepantes, a los heterodoxos, al rebelde que se subleva y pretende subvertir el orden establecido.
Fue el spin doctor Steve Bannon quien vio el poder extraordinario de las redes sociales para construir Donald Trump como presidente de los EE.UU y la utilización política del escándalo como combustible con el que incendiar la opinión pública.
Trump, que era visto en sus inicios como un parvenú por la élite política y económica norteamericana, sistemáticamente fue cuestionado por los medios de comunicación convencionales, llamados serios, como candidato solvente del partido Republicano.
Los massmedia estadounidenses tachaban a Trump poco menos que de payaso de la política, histrión de la posmodernidad, un oportunista de gestualidad musoliniana con un discurso populista dirigido a frikis, terraplanistas evangélicos y demás fauna desinformada, nadie que pudiese llegar a convencer a una mayoría social tan sumamente experta en democracia.
Bannon vio que la verdadera oposición de su cliente no era el Partido Demócrata, o los otros candidatos de su propio partido, sino que eran los medios de comunicación, y utilizó una estrategia innovadora que consistió en llenarlos de mierda (sic). De ese modo, llegaría un momento en que el ciudadano no sabría distinguir entre la verdad y la mentira hasta verse envuelto en un entramado tan espeso y sumamente tóxico de continuos escándalos; finalmente asqueado, se vería abocado a renunciar al legítimo debate político, o bien introduciría todas las opciones convencionales dentro del mismo saco, transformadas gracias a esa barahúnda en hipócritas, mentirosas y alejadas de las verdaderas necesidades del pueblo.
Llegados a ese punto, Trump aparece ante los ojos hastiados del ciudadano medio como el político auténtico, cercano, desinhibido, que habla su propio lenguaje, y que promete deshacerse de toda esa casta elitista, de altos vuelos, corrupta, que les engaña, les explota, les escandaliza y no resuelve sus problemas.
Bannon supo colocar en el camino de la democracia norteamericana la piedra que sobresale y que puede provocar su caída. Bannon es el hacedor contemporáneo del skandalon. Los tiempos cambian. Ya no es necesario actuar como un bombero pirómano, incendiar el Reichstag, acusar después a los comunistas y aparecer como el salvador para hacerse con el poder.
Las redes sociales y la actual estructura de comunicación de masas permiten e invita a otras estrategias. Para utilizarlas con ese propósito de modo eficaz solamente se requiere de gran ambición y nulos escrúpulos.
Y es que el escándalo fascina, atrae, funciona como un imán. Su poder magnético ocupa por completo nuestra atención, como si al mismo tiempo que nos engancha literalmente contra el objeto del barullo, absorbiese nuestro interés, la capacidad de observación, anulando así nuestra aptitud para la reflexión crítica y el juicio sereno, provocándonos el veredicto sumarísimo, el linchamiento moral y político de sus víctimas, la renuncia a opciones sensatas y la erosión progresiva, escándalo a escándalo, de la confianza en las instituciones democráticas y en nuestros representantes, hasta que finalmente ponemos en manos de mamarrachos el destino de nuestro país.
En España los partidos conservadores y la ultraderecha están utilizando la misma estrategia del skandalon en diferentes frentes, en las que se conjugan parte del poder judicial, del poder legislativo y el sector conservador de los medios de comunicación. La cadena de valor es conocida. Alguien en la sombra construye un delito, un juez acusa sin fundamento, los medios de comunicación informan y debaten a diario el asunto, el ciudadano se escandaliza, los diputados de derecha extrema y de extrema derecha llenan de basura el Congreso de los Diputados, los ciudadanos contemplan hastiados el espectáculo, al tiempo que los medios de desinformación les convencen de que todos los políticos son iguales.
Hay quien quiere legislar para impedir esta estrategia, pero yo creo que no es la solución. Debemos ser lo suficientemente hábiles, sensatos y responsables para descubrir e identificar como un objeto mendaz esa piedra amenazante que sobresale en el camino, y sobre todo recordar que alguien la ha colocado allí para derribarnos.
No podemos actuar como beatones fariseos ante la provocación de nuestros instintos. Somos una sociedad inteligente, experimentada, que cuenta todavía con la memoria de la generación que creció y vivió bajo el yugo de los grandes beneficiarios del escándalo.
Sabemos quiénes son y sabemos qué pretenden. Sabemos que el triunfo de su estrategia depende en gran medida de nuestra pereza, y sobre todo de la negativa a embridar convenientemente ese instinto humano que ofusca la razón y el entendimiento, que embravece al moralista inquisidor que llevamos dentro, combustible social que incendia la democracia y convierte en cenizas el Estado de Derecho
Nos jugamos un sistema democrático en el que realmente los tres poderes gobiernen gracias a la voluntad de todos los ciudadanos, sin trampas, sin atajos, sin poner en riesgo las instituciones que hacen posible la convivencia. Pero ojo, nada es para siempre. Súbita o progresivamente la historia da un vuelco y todo se desmorona. En EEUU ya han dado el primer paso. Ese es el objeto final del skandalon.
4 comentarios:
Querido Pobrecito: Se me venía a la cabeza la palabra "scandallo", y mira lo que me dice una IA: La palabra "escandallo" tiene una etimología compleja, con raíces tanto en el latín como en el occitano. En español, "escandallo" se utiliza en diferentes contextos, incluyendo el náutico y el económico.
Etimología:
Raíces latinas:
El término "escandallo" podría estar relacionado con la palabra latina "scandalum", que a su vez proviene del griego "skándalon", con el significado de "trampa" u "obstáculo". LO QUE TÚ DICES.
Influencia del occitano:
Otra posible fuente de la palabra "escandallo" es la palabra occitana "escandall", que significa "sonda".
Significados en español:
Náutico:
En el ámbito náutico, "escandallo" se refiere a la plomada cónica utilizada para sondear la profundidad del mar, según Wikipedia.
Económico:
En economía, "escandallo" se refiere a la lista de materiales y procesos necesarios para la fabricación de un producto, o a la determinación del coste de una mercancía, dice LinkedIn.
General:
En un sentido más general, "escandallo" puede referirse a cualquier proceso de tomar muestras para obtener una idea del conjunto, o a una evaluación de la composición de un producto o servicio. ES LA LECHE, ESTO DE LAS PALABRAS. M'ENCANTA. UN ABRAZO, QUERIDO.
A mi me fascina la historia de las palabras. El origen y el camino que siguen hasta el presente me ayudan a entender y me abre puertas. Cuando dentro de unos siglos, por ejemplo, vean el esfuerzo ridículo que muchos están haciendo por pervertir y encajar con calzador la naturaleza lingüística a su ideología, podrán sacar conclusiones muy valiosas a la hora de interpretarnos como sociedad dentro de un espacio de tiempo
Un abrazo, Belén
¡Salud!
Gracias por seguir ahí, dándonos el placer de leerte.
Efectivamente, antes los golpes de estado los daban los militares, ahora los dan los jueces.
Jueces y pseudoperiodistas, principales actores del skandalon
Un abrazo, J.C
¡Salud!
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