lunes, 29 de julio de 2019

Autorretrato en negativo



¿ Qué soy y qué no soy?


A la primera pregunta no creo que pueda ofrecer una respuesta mínimamente solvente. Ni substituyendo el qué por el quién o por el cómo obtendría un veredicto más o menos fiable, al menos para mí, y no digamos ya para los demás. Aunque, quién sabe,  es más que  probable  que  una legión de personas   me haya colocado unas cuantas etiquetas y estén mucho más convencidas que yo mismo al respecto de los atributos que conforman mi personalidad. 

La rotundidad de las conclusiones que arrojan  los  análisis de este masivo grupo de psicólogos aventajados  suelen provenir de prejuicios, intuiciones mal orientadas, dimes y diretes derivados de fuentes mal informadas, rumores, y en el mejor de los casos, aproximaciones  hacia mi persona en contextos extraordinarios o  en momentos  en los que  las circunstancias del  entorno  constriñen mi  proceder natural.

El tiempo también es un factor a tener en cuenta. Por eso soy mucho más condescendiente con los juicios sumarísimos que realizan personas que tan solo saben de mí, de mis pensamientos y de mis hechos, durante poco tiempo y en ambientes muy concretos,  que con las personas con quienes  vengo relacionándome  desde hace tantos años que ya ni recuerdan el primer dictamen que emitieron cuando me vieron y me escucharon por primera vez. 

Los primeros suelen desmentir su opinión inicial, para bien o para mal, o sencillamente se olvidan de mí; los segundos echan mano de  su colección de etiquetas con las que despachan desencuentros, discusiones y todo tipo de disensiones mal resueltas  en las que a menudo quedan al descubierto sus propias contradicciones, probablemente debido a la consistencia de mis criterios, que no suelen asentarse  en la ocurrencia, sino en el esfuerzo y en horas de búsqueda y de reflexión, sobre todo  si se  tratan  asuntos que afectan directamente a mis principios, a las normas éticas y morales de mi decálogo  ético y moral  con el que ando por la vida. 

Esas normas autoimpuestas no están grabadas en las piedras, ni las recito arrodillado ante la cama antes de acostarme. Sencillamente conforman lo que no soy. Y si alguna etiqueta o condena merezco, es a ellas a las que hay que acudir para describirme sumariamente. 

No soy mentiroso. No soy corrupto. No soy orgulloso. No soy ladrón, ni cómplice de ladrones. No soy egoísta. No soy inteligente. No soy racista. No soy nacionalista.  No soy violento. No soy vago. No soy intolerante. No soy cruel. No soy capitalista.  No soy un trepa. No soy hipócrita. No soy inflexible. No soy neolobileral. No soy envidioso.  No permanezco insensible ante el dolor ajeno, y tampoco ante la belleza. No soy insolidario. No soy ambicioso. No soy homófobo. No soy maleducado. No soy un fariseo. No soy escéptico. No soy cínico. No soy pragmático. No soy fascista. No soy desleal, y tampoco infiel. No soy ateo. No soy rico. No soy xenófobo. No soy pobre. No soy perfecto. No soy tonto. No soy machista.  No soy peor que los peores, y tampoco  mejor que los mejores. No me cuesta pedir perdón*, tantas veces como sea necesario, y tampoco perdonar. No soy cobarde, y tampoco un héroe. No soy miedoso. No soy vengativo, ni rencoroso. No olvido mis orígenes, y no los olvido  porque no soy todo esto gracias a la educación, los valores y el modo de estar en el mundo que me transmitieron mis mayores.

De manera que hago todo lo posible por no ser vanidoso, porque si algo soy, no me lo debo a mí mismo. Así es que, cualquiera que actúe, opine, o ponga en  entredicho la mayor parte  de los atributos que me constituyen en negativo -y como quiera que ninguno de ellos contribuye a un mundo peor- se  encontrará  frente  a mis palabras, mis argumentos  y mi determinación  al debate  y a  la crítica; sosegadamente una veces; en ocasiones  apasionadamente, dependiendo de la circunstancia, y sobre todo de mi estado de ánimo, porque  ¡Qué caray! ¡Nací! ¡Soy un ser humano!  *Esas  son  las únicas certidumbres por las que difícilmente llegue algún día a  pedir perdón.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ante tanta contundencia no me queda mas que decir que eres un ser humano que escribe bien y parafraseando al Gran Wyoming, te diré que tus opúsculos no consigan una revolución pero consuelan mucho porque expresas, en bonito, lo que a mi humilde entender pensamos muchos.
J.C.

D.F. dijo...

No me gustan los juicios sobre las personas, solo deben juzgarse sus hechos si en realidad nos sentimos con capacidad de juzgar, que no es mi caso casi nunca.

Descartes dice:

"Y aun cuando entre los persas y los chinos hay quizá hombres tan sensatos como entre nosotros, parecíame que lo más útil era acomodarme a aquellos con quienes tendría que vivir; y que para saber cuáles eran sus verdaderas opiniones, debía fijarme más bien en lo que hacían que en lo que decían, no sólo porque, dada la corrupción de nuestras costumbres, hay pocas personas que consientan en decir lo que creen, sino también porque muchas lo ignoran, pues el acto del pensamiento, por el cual uno cree una cosa, es diferente de aquel otro por el cual uno conoce que la cree, y por lo tanto muchas veces se encuentra aquél sin éste. "

Y poco más puedo añadir

Un saludo

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Gracias, J.C. La revolución hay que hacerla cada día, en el entorno de cada cual. Las revoluciones efectivas y eficaces no son políticas, son personales. Estoy convencido de que muchas revoluciones íntimas a diario, darán como resultado un mundo mejor.

¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Temujin
Estoy muy de acuerdo contigo. Pensamiento y acción deben ir de la mano.
En política suele ocurrir lo contrario. Como decía Arendt, a menudo los hechos se divorcian del discurso. Por eso insisto en fortalecer la ética y la moral en lo personal.
Muchas gracias por tu aportación.

¡Salud!

fiorella dijo...

Me resulta mucho màs fàcil definirme por lo que no soy. Ya veo que a vos te resulta igual y leyèndote de antes y de ahora todo eso que no sos, ya lo sabìa. Un beso

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Hola Fiorella. Disculpa por tardar tanto en responderte. He estado perdido un mes por ahí.
Grcias por tu comentario. Te agradezco mucho que después de tanto y tanto tiempo de vez en cuando te asomes por aquí
Un beso grande
¡Salud!