viernes, 10 de noviembre de 2017

Necesito una compensación, aunque sea simbólica

¿Quién me va a compensar por el miedo de estos días de otoño, por todo el miedo padecido por mis amigos y mis seres queridos?

¿Quién me va a compensar por todas las amistades rotas; por las discusiones broncas; por las malas caras; por los reproches o por los insultos?

¿Quién me va a compensar por la desconfianza, por los soslayos, por las conversaciones veladas y por las murmullos?

¿Quién me va a compensar de la apropiación irrespetuosa,  perversa y torticera de nuestros  héroes de  la resistencia?

¿Quién me va a compensar por mi vehemencia, por mis malas caras, por los gritos que he disparado;  por mis ínfulas y mi soberbia; por lo peor de mí mismo;  por colocar por delante de tantas y tantas cosas buenas un poco de razón política de mierda?

¿Quién me va a compensar por las páginas no leídas, por las letras no escritas, por los cielos no imaginados, por el tiempo perdido intentando convencer vanamente, estúpidamente, a algunas personas de que nos estaban engañando, de que nos estaban robando nuestros sueños con una coartada con la que camuflar el botín de sus robos?

Ya me da igual  el producto interior bruto, la fuga de empresas, las cuentas espejo o la ruina de todo un país. 

Porque llegados a este punto,  ahora que nos han dicho que todo era simbólico, lo único que quiero es que algún patriota me devuelva mi miedo, mis sueños y mi tiempo para que pueda utilizarlos como mejor me venga en gana.

Por ejemplo, mi miedo a la vejez, mi anhelo de escribir un libro, mis horas y mis días en compañía de mi amor, paseando tranquilamente de la mano, pisando en silencio las hojas amarillas de los almeces, levantando la mirada de vez en cuando y ver solamente ropa tendida en los balcones.

(Necesito una compensación, aunque sea simbólica. )

4 comentarios:

Juan Nadie dijo...

Ay, qué dificil esto. Me temo que nadie tiene intención de compensar nada, ni se les ocurre, cada uno va a su bola, barriendo para su casa sectaria, nunca para la tuya.
Y mientras tanto, los demás, nosotros, la gente del común, aguantando el chaparrón y lamentándonos por los despropósitos de otros.
Como dice Masoliver: "Lloramos para que alguien nos consuele
y porque nadie quiere consolarnos."

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Más bien al revés, Juan, más bien al revés
Nadie reconoce nada. Todo es vanidad, mediocridad, irreponsabilidad. Y nosotros creyendo las mentiras que nos dicen a sabiendas de que son mentira.
sooo nos queda encrerrarnos en nuestro pequeño círculo y hallar el modo de evadirnos de toda esta mierda
¡Salud!

Belén dijo...

Animo J.L. Un beso. Belén

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Un abrazo, Belén