viernes, 4 de julio de 2014

Más allá del límite




(A mi hermano, a modo de abrazo, con amor)

Más allá del límite del camino hay nuevos lugares. Más allá de la silueta  azul de las viejas colinas  se precipitan hacia el valle ríos bravos de agua virgen. Al final de la vaguada, serpenteando los meandros, estoy seguro de que encontraría un mar que ahora ni siquiera soy capaz de imaginar: Sereno e impetuoso, dócil e indómito, gris  y cobalto, de brisas venéreas y galernas trágicas, oculto entre nieblas perturbadoras, resucitado en la luz del sol. 

Un jilguero se ha posado sobre una espiga verde y me asombra ver su habilidad para mantenerse,  balancearse, jugar sin partir el tallo frágil, igual que si se recrease sobre un columpio de viento. Al verme, se fija en mí,  un solo instante; gira el pico desdeñoso, desconfiado, y parte hacia el aire, en busca de otra espiga. Otros vuelan en bandadas, a su alrededor, y giran y giran agitados  sobre el mismo lugar, llamando inútilmente su atención. 

Una culebra se cruza a mi paso en un breve zigzag. Ha dejado sobre el polvo de la vereda su huella sinuosa. Surgió del trigal como una centella carnosa, y se internó apresurada en el zarzal, entre arbustos, encinas jóvenes y flores de hierba. Dos conejos brincan y rebotan. Se detienen momentáneamente, respingan las orejas y desaparecen raudos  tras la ginesta amarilla. Por ahí deben tener su madriguera. 

Un caballo pasta solo en el prado. Ni se inmuta. Sigue rastreando el pasto, ensimismado, ahuyentando con su cola rubia, descuidadamente, alguna mosca osada. A veces levanta la testuz, sacude las crines, detiene sus  ojos  tristes sobre el vallado y vuelve a inclinarse hacia la hierba, en un gesto adictivo  con el que parece evadirse de una incurable melancolía. 

Hay nubes adornando el cielo alto, blancas como hueso de quijada. Son orondas y muy voluminosas. No pueden disimular su afán de protagonismo. Si el viento no lo impide, amenazan  con su presencia perpetua. Pero el viento soplará, estoy seguro. El hálito de aire que cimbrea la mies arreciará y las rasgará  hasta transformarlas en líneas inofensivas, por más que alguien crea que se han  convertido en cuchillos o espadas. Es la trampa del atardecer, que invita a especular con apocalipsis en llamas. 

Un perro ladra. Guarda el establo de la granja que veo a lo lejos. Husmear, otear extraños,  esa es su tarea diaria, que cumple a rajatabla.  Sin embargo, reparo en que no le ladra a mi presencia, todavía demasiado distante. En realidad aúlla el eco lejano  del desafío de un rastro de tiza que atraviesa el cielo, y pienso en la felicidad de vivir en un lugar donde los perros todavía  ladran a los aviones. 

Camino y sigo el camino, sin pausa, hacia el punto de origen. Esta noche, aquí, cuando la oscuridad  enmascare el paraje y ya nadie transite, se lamentará el cárabo bobo y el cuervo negro graznará dormido sus pesadillas, hasta que el alba emerja más allá del límite y yo vuelva a caminar por estos campos, con la esperanza cierta de encontrar nuevas palabras.

8 comentarios:

Belén dijo...

Yo también. Para tu hermano, un ABRAZO.

ESTER dijo...

Las palabras son el único tesoro con el que podemos viajar, pensar, recordar y amar.
Tus palabras son el mejor tesoro para tu hermano.

Besos, Ester

Tesa dijo...

A veces se me acumulan tus entradas por leer hasta que llega el ratito tranquilo. Hoy me he partido de risa leyendo lo del colectivo museros, me he mosqueado con los siguientes y me he relajado del todo con el último. ¡Perfecto!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Gracias a las tres
¡Abrazos también para vosotras!

Lansky dijo...

Bien como siempre, me gusta, aunque más allá del camino, más bien de la linde (qué palabreja más chula y precisa), no hay un prado a juzgar por la foto, sino un campo de hermosa cebada. Saludos

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Linde también me gusta, sí. Linde invita a invadir, a saltar, a ir más allá. Linde es una frontera sin controles, un muro de piedras en donde se esconden las lagartijas
¡salud!

Unknown dijo...

Que mejor regalo para alguien querido que hermosas palabras contadas. He llegado hasta aquí a través de Bee Borgas y ha sido un placer que espero mantener.
saludos desde Tenerife-Canarias y muchos besos de gofio.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡Bienvenida Gloria!
Me encantaría que te pasases por aquí a menudo
¡salud!