viernes, 18 de julio de 2014

Conspiración



Este texto es subversivo y por lo tanto peligroso. Hace unas semanas, mientras exprimía unas naranjas después de la ducha matinal, escuchaba “La Grange” , una canción de ZZ Top. “La Grange" pertenece a  ese tipo de rock&roll  confederado, machista  y auténtico que tanto me gusta. Siempre que suena me veo a mi mismo conduciendo una Harley  y follándome  a  todo lo que se menea en  moteles  baratos. ¡Cuántas veces no habré escuchado “La Grange”, más o menos a la misma hora  de la mañana, y cuántas veces  habré maldecido por no tener el carnet de conducir motos!. 

Pero ZZ Top  ya no es para mí, exclusivamente, una banda de Rock. Después de aquella mañana, ZZ Top ha marcado en mi vida un antes y un después. Me di cuenta de todo gracias a esa lucidez  privada que late de madrugada poco después de sonar el despertador; ese momento del día en el que,  por el hecho de ponernos a  caminar, creemos  que ya estamos despiertos, aunque la realidad es bien distinta: respiramos y ejecutamos actos cotidianos y rutinarios en un estado de semisonambulismo que  procesa nuestros pensamientos entre la inconsciencia y la realidad, entre los sueños  y la verdad. Es un estado que desaprovechamos a diario de un modo  incomprensible porque nos permite afrontar la realidad y nuestros razonamientos  utilizando  la audacia y el atrevimiento del que solamente somos capaces en los sueños. Viene a ser algo así como asistir con lucidez, durante unos minutos, a la existencia de nuestro superyó, todavía limpio y ajeno a  las  impurezas con que nos  amedrentan  los condicionantes de todo tipo y que acaban por  imponerse justo después de que nos hayamos puesto los calzoncillos, momento a partir del cual ya estamos dispuestos y predispuestos a resistir estoicamente todo tipo de humillaciones en pos de la paz social y de nuestra despensa. 

Sonó el último acorde de “La Grange”. El locutor dio la hora y a continuación, tras animar a la audiencia, anunció feliz  una nueva canción: 'Black Betty', de  Ram Jam. Yo escuchaba y bebía al mismo tiempo el zumo fresco. Oía  potentes las voces, las  guitarras y la batería, que recibía igual que una oración matinal, sin matices, como una salmodia  latosa   infiltrada  a esa hora temprana  en mi casa aprovechando  mi gusto por ese tipo de música.

Finalizó 'Black Betty',  emitieron el boletín de noticias y tras unos minutos de publicidad empezaron a sonar, una tras otra, entre secciones, frases y distracciones variadas, exactamente las mismas canciones que suenan indefectiblemente, todos los días del año, ya llueva, nieve, abrase o se pierda el mundo entre nieblas espesas.

En un principio no di mayor importancia a mi observación. Tan solo pensé en cambiar de emisora, de modo que así lo hice, pero como  ya albergaba cierta alarma  y se había inoculado en mi cabecita loca el germen de   la obsesión, dediqué las madrugadas siguientes al análisis exhaustivo del dial y de la programación matinal, de modo que estuve rastreando todas y cada una de las frecuencias de la FM  y todos y cada  uno de los programas despertador sin excepción. Los resultados  que arrojaron mi misión  son inquietantes. Dada una emisora determinada  y el público a que se dirige, sus responsables eligen un estilo de música determinado. Dentro de cada estilo diferenciado, todos los días de la semana de todos los meses del año suenan, en todas las emisoras nacionales, exactamente las mismas canciones. Nunca se producen variaciones. Ni el más leve cambio, ninguna novedad, ningún tema extraño al inventario. A veces, incluso, algunas de ellas suenan a la misma hora de la mañana con una puntualidad que  resulta un tanto  perturbadora. 

He sabido por boca de estudiosos y expertos que a los niños les  gusta ver una misma película una y diez veces; que les encanta que papá o mamá les repitan hasta el hartazgo el mismo cuento noche tras noche. Parece ser que este fenómeno se produce por una razón. La reiteración argumental ofrece a los más pequeños seguridad en sí mismos y seguridad en el futuro. Escuchar siempre la misma historia les mece en la certidumbre; les  blinda en las fantasías reiteradas  de los cuentos  un hipotético  dominio sobre el mundo que les rodea. ¡Santa  y bendita ingenuidad!

Sin embargo, crecemos y parece que no aprendemos a zafarnos de los engaños, a descubrir  las trampas y  a desvelar  los placebos. Y es que las conclusiones a las que he llegado después de realizar mi estudio no pueden resultar más  alarmantes.  La repetición sistemática  de la programación musical en las emisoras que emiten programas despertadores  no es más que una de las  acciones integradas  dentro de la estrategia conspiradora más peligrosa y dañina que nunca, nadie,  haya conocido hasta la fecha,  destinada a un único fin: convencernos desde las primeras horas del día -justo cuando nuestra conciencia despierta de nuevo a la realidad- de que nada cambia; de que  siempre, ahora, y ayer, y mañana, todo va seguir igual; de que no hay posibilidad alguna de novedad, progreso o transformación.

No me resulta difícil imaginar una madrugada cualquiera, exprimiendo tres o cuatro naranjas y escuchando por sorpresa una de las sinfonías de Mozart, a Rocío Jurado, o a Mecano en el mismo programa en la que escucho a diario “La Grange”. Seguramente, cambiaría de emisora. Después encontraría en el dial  otra de mi gusto, pero  volvería a encontrarme con otra sorpresa, y cambiaría de nuevo, y así cada mañana, de cada uno de mis días, hasta que mi superyó, presente en ese estado de precaria lucidez seminosámbula, tomaría las riendas de mi vida lanzándome a la calle sin ni siquiera ponerme la ropa interior. De esa manera -no me cabe ninguna duda- daría comienzo una nueva era.

11 comentarios:

Roy dijo...

Acertada la idea de bucle. Me gusta Bill Murray. Lo adoro. Pero creo, que al final, tanto en la radio con la musica, como en la película, la repetición me hace salir corriendo. ni siquiera me gusta repetirme a mi misma ( o quizás , a mi misma menos).

ESTER dijo...

Mi emisora de radio la invento yo. Me despierto cada día con ganas de escuchar alguna canción en concreto o algún grupo. Mi equipo de música es mi FM particular.

Besos, Ester

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Imposible comentar nada...
Nunca fui muy de bandas ni de festivales, aunque estuve en algunos... Cierta al sorpresa al comprobar que mis hijos..., pero el balance... casi como el tuyo.
Aparte, el busisness...
Kissses!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡Vaya, Roy! Te has desvelado fémina. Toda una sopresa, muy propia de quien no le gustan las redundancias
¡Abrazos!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ester, besos a tod@s

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Sí, Ana, parece que los jóvenes redescubren a nuestros ídolos. Así está el panorama creativo: un erial
¡Salud!

Lansky dijo...

Hablando de mismas o mismos,"el inconsciencia y la realidad,..". Ajusta el género: "la", o bien cambia el sujeto de inconsciencia a inconsciente.

Bill, cara de palo picada, Murray es un grande

Saludos

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Gracias Lansky, ya lo he cambiado
¡Salud!

Babe dijo...

Es muy común el encasillamiento en los mundos en que vivimos, quizás para reconocer el nicho de mercado al que atacar para vender, de ahí que nos empujen a definirnos y nosotros vamos y lo hacemos, elegimos una emisora, una cadena de televisión o en Facebook la gente pone sus gustos generales, a partir de ahí les damos las herramientas para que nos manipulen y nos bombardeen manteniéndonos en un letargo semiconsciente de falsa estabilidad.

Sin lugar a dudas si por las mañanas nos dieran los buenos días con un pupurrí ecléctico e inesperado de buenas canciones se montaría la de Dios, este mundo no está preparado para pensar, solo para seguir las rodadas del carro que tiene delante.

El buen arte, en general, accede a partes de uno mismo que son más profundas y que te remueven por dentro, y una exposición prolongada a estos estímulos perjudicaría a los que se llevan la tostada que podrían llamarse, Amazon, Random, Apple o políticos...etc no te lo van a poner fácil. Lo triste es que no se apaguen las radios masivamente y gastemos el tiempo en encontrar cosas que merezcan la pena, no es muy difícil, hay mil grupos, mil canciones y mil artistas esperando a que los abraces y los integres para tu uso personal.

Supongo que el tema musical es muy parecido a lo que pasa con los libros.

Un abrazo, :)

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Babe, estoy muy de acuerdo con lo que dices. Todo se traduce en segmentación.

De todos modos, en mi texto, pretendía ir por otra dirección. Quería decir que hay una especie de péndulo global que nos hipnotiza a diario con la repetición, de manera que se nos alienta o se nos educa para que siempre veamos las cosas igual, sin cambios; para que sean las rutinas quienes nos formen y conformen un pensaminento colectivo conservador en el sentido del no cambio, hacia la asuncion de un status quo que es el que debe ser por orden natural.

Creo que me he explicado mejor ahora, respondiendo tu comentario, que en el texto

Un abrazo, Babe, y gracias por tu tiempo

Ana Rodríguez Fischer dijo...

Bueno, yo iba a hablar de lo de halagar y de repente veo que me encajan en anteriores entradas..
¡Vejez!