sábado, 26 de junio de 2010

Mañanitas de San Juan


La mañana de la víspera de San Juan suele ser soleada. Con ella se da por inaugurado oficiosamente el verano, que todavía no ha tomado conciencia de sus poderes porque el calor no agobia y el sol se recibe en la piel como bendición divina. En las mañanas, mañanitas de San Juan, la multitud prepara la celebración de la noche más corta del año. En el Mediterráneo esta jornada es especial. El aire se llena de luz, se espanta el silencio con pólvora, la noche huele a mar y, si el alcohol no ha hecho estragos, bajo la luna el amor gime sobre la carne. Desde hace ya algunos años no vivo la noche de San Juan lejos del mar. Llego a mi casita de la costa antes de mediodía, con tiempo suficiente para instalarme, ahuyentar la humedad estancada y airear a los fantasmas que aprovechan la ausencia del invierno y ocupan con su aliento frío la atmósfera abandonada del hogar. Después aprovisiono la bodega, lleno la despensa y le doy unos retoques al jardín, rebosante de hiedra exuberante, hortensias, pitas, geranios púrpuras, clavel rojo, genista, lavanda, aromático jazmín blanco y buganvillas radiantes que absorben todos los rayos del sol desde lo más alto del mástil del tronco en donde esparcen hacia el azul templado del cielo sus ramas repletas de flores. Me gustaría dejar que las plantas del jardín creciesen a su libre albedrío y no tener que cortarlas nunca; que se enredasen unas en otras, hasta no saber en qué lugar preciso han enraizado; que cobijasen otras especies ajenas, malas hierbas, dientes de león, ortiga, cardos, menta silvestre, citronela; que las semillas que transportan insectos, pájaros y el viento germinasen aquí y allá, entre el césped verde y el seto de ciprés en donde cada año, puntualmente, anida la misma pareja de mirlos que interpreta, con su grave y hermoso canto de flauta, la banda sonora de los primeros días de verano. Pocas veces he conseguido verles más de tres o cuatro segundo seguidos. No se dejan. En un momento u otro descubro el hueco del seto por donde se cuelan, que es donde han construido el nido en el que crían a su polluelo. El mirlo es uno de los pájaros más hermosos que vuela el cielo. Más que por el negro cerrado de sus plumas, su pico amarillo y el sonido de su canto, admiro al mirlo porque es solitario e independiente. Jamás se agrupa. El mirlo es como un gato alado. Por eso los romanos le bautizaron merula, que significa casi solo, y esa debe ser la razón principal de mi admiración hacia esta hermosa ave, que vive su existencia en estricta soledad, y que se aferra al territorio como las raíces de las plantas a la tierra, como mi discurrir a través de la eternidad, o mi estancia secular en la fosa en donde me pudro.

Pero las convenciones pueden conmigo, de manera que cuando habito mi casa cerca del mar procuro mantener el césped bien peinadito, igual que el flequillo de un graduado de Yale, y como esta primavera el cielo ha sido generoso, la hierba se ha engreñado en una caótica melena verde que se mece serena al compás de la brisa. Así que para dar fin a todas las tareas domésticas que suponen abrir una casa de veraneo, y para evitar la crítica de las visitas hacia el estado del césped, finalmente me dispuse a cortarlo. Cuando el contraste entre la zona peinada y la que no había cortado me recordaba un bosque tupido que limitase con la campiña, detuve súbitamente la máquina porque, entre tallos altos, grama salvaje y hierbas de todo tipo, yacía el cuerpecito medio podrido, mordisqueado, sin plumas, esquelético, del polluelo de mirlo que con inconsciencia precoz habría intentado el primer vuelo sin calcular bien sus fuerzas escasas, sin tener en cuenta su torpe pericia, o sin haber recibido todavía la primer lección natural que alerta sobre el instinto depredador de los enemigos urbanos que acechan, voraces, descuidos, errores y temeridades. En ese momento me invadió el impulso de conectar de nuevo la cortadora y pasarla sobre el cadáver del pequeño mirlo muerto para que su cuerpecillo se mezclase con la hierba molida y pasase a formar parte de la materia orgánica que poco después lanzaría a los contenedores selectivos. Pero al escuchar el motor afilado de la máquina imaginé en segundos cómo sería el ruido de los huesecillos aún por hacer cuando se iniciase el rotar de las cuchillas que, sin piedad, triturarían al polluelo y no dejarían de él, ni siquiera, el recuerdo de su breve y único vuelo. De modo que desconecté el cortacésped, fui a buscar una escoba y con la ayuda de un recogedor enterré entre el montón de hierba cortada, dentro de una bolsa verde, sin honores, lágrimas, o ceremonias, lo que los gatos dejaron de la cría del mirlo. Lo último que vi del pequeño despojo fue su pico abierto y dos diminutos hoyitos, oscuros como una cueva, que hacía poco debieron contener dos ojillos curiosos, pequeños, igual que cabezas de alfileres. También vi el pico amarillo del mirlo padre entre las espesura del seto que, expectante, cobijado sobre el mismo lugar en donde eclosionó la vida difunta, contemplaba toda la escena sin otra posibilidad más que la del lamento inaudible de su canto hermoso en la noche del año en que arden hogueras, estalla la pólvora y languidece exhausto el amor.

Vuelvo mañana

La cabeza me duele tanto que parece que me vaya a estallar. El whisky de ayer era de lo peor, y lo pagué como si hubiese reposado durante décadas en las bodegas del más recóndito de los castillos escoceses. Esos son los únicos lugares en donde habitan los fantasmas, señorito, y no en su casita de la playa. Por lo demás, tengo tal resaca que no pienso invertir ni medio segundo en desmentir sus labores del hogar, ni en probar que la bodega y la despensa las pisa usted, exclusivamente, para vaciarlas. Tampoco tengo ganas de explayarme en criticar la pedantería que exhibe: se cree el señor que no nos damos cuenta de que consulta Wikipedia más que un aspirante a bachiller, con el fin de hacer ostentación de latinajos y etimologías que no vienen al caso.Y en cuanto a la vida y a la muerte, menos voy a decir. Parece que no sepa hablar de otra cosa. Al final le van a coger el número y van a ver que todo es pura impostura, y entonces, amigo, no le leerá ni un servidor. Con Dios.

C.
PD: Muy bueno lo de su afición ornitológica. Después de 200 años juntos, todavía es capaz de sorprenderme, señor.

22 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu señorito me recuerda a un pavo real o a un real pavo y tu a un humilde abejarruco,por seguir con la ornitología.

Ana Rodríguez Fischer dijo...

¡Privilegiado!
Por lo de la casita en la playa y por el criado tan moderno y evolucionado.
Abrazos!

Eastriver dijo...

Me dirijo al criado: ¿Y qué me dice usted de ese recurso tan poco de altura de poner al papá mirlo en un rincón contemplando la escena? ¿O de esa apelación a los instintos primarios que nos dicen cómo sonarían los huesecillos aún a medio hacer del pobre mirlo difunto al ser triturados por la cortadora de césped? Estoy con usted. Porque escribe bien, que eso no se lo podemos negar. Por eso le seguimos leyendo usted y yo (perdón, quise decir, yo y usted)

Isabel Martínez Barquero dijo...

Estimado Mariano José, magnífica descripción de la puesta en marcha del jardín de la casa playera en los inicos del verano, al compás de la víspera mágica del día de San Juan y de sus fuegos mediterráneos.
Muy acertada la meditación sobre la cría de mirlo difunta.

Irónico criado de nuestro Mariano José, cómo se prevale de su situación y saca los trapos sucios de su señor. Mientras no le dé a usted por vender la exclusiva a ninguna revista del corazón, estamos a salvo. Nos lo cuenta a nosotros y punto.

Salud, Mariano y criado.
Firma: una mirla.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Sí que me siento un privilegiado Ana, y lo disfruto tanto que cuando llega el domingo me pongo de un humor de perros. El privilegio también lo es el teneros cada semana sin falta por aquí. (No podía evitarlo. Me lo has puesto a huevo) En cuanto al criado, mejor no hablo porque perdería la educación.
¡Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ramon
Un poco macabro todo, es verdad. ¿Podría decir ahora, en mi descargo, que la vida misma es macabra, sin parecer un gacetillero?
¡Salud amigo!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Isabel, os lo advierto, un consejo de amigo, no le deis mucha coba a C. que no sabeis quien es ese, que os hace la foto rápido y después ya no hay vuelta atrás
¡Salud!

Anónimo dijo...

C. si te gusta la casa de la playa y la quieres disfrutar tú solito sin el plasta de tu señorito,tan sólo tienes que asesinarlo,no sin antes hacerle firmar una hoja en blanco,donde podrás poner que todos sus bienes sean para tí tras su muerte. Si no sabes como asesinarlo ,yo te ayudaré.D.

Anónimo dijo...

Tu criado es un cínico aventajado que me hace reír mucho. Este contradiscurso de C pareciera la sombra de la que nos habla Jung. Buen método, MJ.
Por cierto, menuda suerte lo de la casa en la playa, espero que no la tenga usted hipotecada...
Salud!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Ataulfa, los que pertenecemos a la alta burguesía no utilizamos un método tan plebeyo como el de la hipoteca. La he financiado como Piqué en sus buenos tiempos: con un buen leasing, como Dios manda.
Por cierto, le estais deando demasiada cancha a mi criado y os advierto que es como un chiquillo: en cuanto le ríes las gracias un par de veces, se pone de un pesado que aburre a las ovejas. El día que se plante en vuestros blog, vereis lo que es bueno.
¡Salud Ataulfa!

Belén dijo...

Mariano, Pobrecito Hablador, C, JLM, Dr. Jekill, Mr. Hide... Estupendos recursos... para este juego... Pero que no te de la "esquizo" querido amigo... bueno y si es asi, puedes hacer lo que yo, que he decidido ir al psiquiatra, digo a la peluquería, que es lo mismo pero mejor -me escucha y ME DA la razón SIEMPRE, me masajea la cabeza (¡¡¡uau!!!), me peina y me deja ssssstupeennnda-, y todo por el "módico" precio de 35 leuracos. ¿De cuándo acá una sesión de psicoterapia ha sido tan barata?. Buen verano y un abrazo.

Carlos dijo...

Pues tu mañanita de San Juan fue bien plácida en contraste con las resacosas mañanas de muchos y las tristes de otros.
Tu criado sigue tan prosaico y crítico como siempre. Un abrazo.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Belen.
Las pelus deberían estar protegidas por la UNESCO y subvencionadas por la Seguridad Social. (pero las pelus de la señá Paquita o de la señá Conchita. No los centros de estilística del cabello y de la imagen). Eso es una labor por y para la salud mental, y no el prozac.
Y en cuanto a mi "esquizo", como dices, pues es muy divertida: Avatares por un tubo sin conectarme más que a un sencillo blog. De aquí me sale una trilogía, te lo digo yo (yo no, el otro)
¡salud, y a disfrutar de la Sierra!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Un abrazo para ti también, Carlos

Belén dijo...

¡Ya me gustaría a mí estar disfrutando de la Sierra! Pero no majete, aunque soy trabajadora de lo público y "maestra", no tengo los dos MESACOS de vacatas que tiene la mayoría del respetable que trabaja en estas lides. 22 días laborables (que no está mal) y va que arde, ya que de San Juan veníamos... Por nuestra parte los cogeremos como siempre en Agosto. Por cierto ¿sabes algo de cierto reencuentro revival que se quisiera hacer otra vez?... Una amiga común madrileña (Moni) con la que hablo a menudo me comentaba que recordaba haber recibido un mail que comentaba algo al respecto, ya hace meses, pero mandado desde ahí, desde esas tierras tuyas.... Besotes

Carlos dijo...

No respondas por tu señor que te tengo calado.

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Belen
No sé nada de ese segundo revival. De todos modos creo que 2as partes...
¡A pasarlo bien y recuerdos!

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Que no que no Carlos, que C. no tiene educación para andar con saludos. ¡Ves! ya me está creando problemas

Anónimo dijo...

C. no me seas cobarde. Mátalo de una puta vez. No ves que es un jodido burgués que no se merece vivir.Y después serás rico y lo que es más importante ...libre.No le des más vueltas.D.

NENA dijo...

Como has dicho anteriormente, yo también pertenezco a la burguesía de la hipoteca, aunque por poco tiempo ya ( un año...aleluya!!!).
Te tengo una sana envidia por poder disfrutar del inicio del solsticio al lado del mar y con la brisa marina.....

Un abrazo,

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

¡Eso si que es una liberación, Nena!
La orilla del mar es un buen sitio en donde estar por estas fechas. La verdad es que es como un bálsamo en todos los sentidos.
¡¡Abrazos y recuerdos!!

Anónimo dijo...

C. Como ves la única manera de tener tu propio blog ya sabes cual es,tu maldito y bastardo señorito apenas te deja escribir.Tu visión de la vida es más interesante que la del pelma de tu burgués amo y señor que escribe tonterías ,que si el mirlo,que si la playa,que si la orilla del mar,que si es un bálsamo.....A ese le daría yo trabajo de criado y a tí te pondría de amo,tu si que sabrías disfrutar del buen whiskie y de la buena vida y hasta escribir mejor que él,y veo que no te lanzas,aprovecha cuando se duerma y escribe tú.D.