Me temo a mi mismo por momentos. Mi condición sobrenatural de inmortal eterno me lleva a creer que dispongo de un catálogo de poderes más propios de un superhéroe de Alan Moore que de un doliente suicida ibérico que se ganó la gloria postmortem gracias a una cabezonería sentimental. Estoy convencido, después de comprobarlo empíricamente, de que detento facultades -más allá de las que pueda albergar la élite de los mortales - para influir en el resultado o el futuro de los acontecimientos. He tardado algunos días en decidirme a hacerlo público, porque este tipo de revelaciones pueden acarrearle a uno más inconvenientes que ventajas, y más viendo cómo está el panorama, pues por lanzar un par de zarrapastrosos zapatos sucios de postguerra en una rueda de prensa, o colarte en una fiesta de smoking sostenible, te alojan a la sombra durante unas semanas con somanta incluida.
Para que quede clara la diferencia entre vaticinar y modificar digamos que, a día de hoy, anunciar abiertamente que uno es capaz de ver más allá del presente, no tiene ya ninguna gracia. La red y los medios van llenas de sesudos análisis prospectivos firmados y expresados con engole por grandes expertos en materias de interés general, y hace ya años que las cadenas de televisión ofrecen minutos y espacios a quiromantes, magos, brujas, hechiceros, mentalistas y mediopensionistas entunicados que se dedican a buscar parejas a las casas reales amenazadas de soltería o de mal de armario; a especular con el próximo número premiado de la lotería navidad, o a adivinar en qué año del siglo XXI Madrid será sede olímpica (por poner algunos ejemplos)... Es fácil concluir, pues, que esta área del conocimiento ya está muy explotada y que apenas hay lugar para más. Lo que realmente tiene valor hoy en día es influir en los acontecimientos que nos deparará el futuro sin saber previamente qué es lo que el destino le tenía reservado a una persona, institución, animal o cosa. Es decir, dejar que las vicisitudes de cada cual ocurran sin necesidad de preverlas, sin tener la más mínima voluntad de predecirlas, pero ejerciendo tal poder sobre los protagonistas de las mismas que acaben realizando lo que menos se esperaba de ellos. No sé si me explico. Es la lucha contra el fatum, el destino fatal contra el que los románticos de medio mundo anduvimos a vueltas hace algunos años sin encontrar más salida que la propia muerte. Aunque lo mejor será, para hacerme entender de una vez, que muestre lo que yo mismo, a día de hoy, soy capaz de hacer.
Así, sin más preámbulos, de sopetón: he comprobado científicamente que cuando no veo un partido del Barça, éste pierde. O sea, que tal y como avanzaba al inicio, tengo la asombrosa capacidad de influir en los acontecimientos y cambiar su final, su devenir, el destino que la mano demiurga les tiene asignado. Bien; en honor a la verdad y por salvaguardar mi modestia diré que esto no ocurre ni en todos los ámbitos de la vida ni mucho menos en todos los partidos. Digamos que solamente lo he comprobado de una manera rigurosa en los partidos en los que el Barça se juega el torneo con sistema de eliminatorias. Estoy convencido de que, igual que cuando en un estadio el público hace la ola porque hay un primer espectador que la inicia, de igual manera yo influyo en el devenir de un partido eliminatorio, tanto si me planto ante el televisor como si me es imposible verlo. Es como si en el hecho de renunciar a ver el partido por televisión provocase los terribles tornados que la famosa mariposa de aleteo sin par es capaz de producir en el Caribe, solamente con saltar de flor en flor en las verdes praderas neozelandesas. Barça 1-Sevilla 2, no lo vi. Sevilla 0-Barça 1, tampoco lo vi: ganó el Barça, pero perdió la eliminatoria. La acción individual, consciente, responsable y soberana de que yo vea o no vea el partido desencadena una serie de hechos difíciles ahora de valorar e imposibles de enumerar, que produce como consecuencia final de toda esa cadena de sucesos enlazados un resultado u otro en el encuentro, en este caso, la eliminación del F.C. Barcelona a manos del Sevilla C.F. Esto que cuento es difícil de creer, pero si ponemos atención al entorno en el que vivimos y a su Historia y a las maneras de actuar de quienes lo describen e imaginan, es decir, los intelectuales, veremos que no he dado con la fórmula de la sopa de ajo. Zola y el caso Dreyfus casi hicieron saltar por los aires a la Tercera República Francesa (xenófoba, racista y antisemita, como el resto de Europa). En aquellos finales del XIX se inauguraba con este escándalo de Estado la función social del intelectual, que era aquella persona de mente preclara, dedicada al conocimiento, motor social de progreso, comprometida con la justicia y la igualdad y que incluso marcaba, a veces, el camino por donde debía discurrir la Historia; una persona inteligente, audaz, valiente, atrevida y capaz, efectivamente, de influir en los acontecimientos futuros a través de la razón. El siglo XX ha sido testigo de cambios positivos auspiciados en buena medida por la figura del intelectual, y cuando se han impuesto otro tipo de razones, opuestas a las abanderadas por éstos, el devenir de las cosas ha tenido mal final, terrible y sangriento final.
Por eso me siento un intelectual del siglo XXI, porque me he dado cuenta de que cuando me instalo cómodamente en mi sillón y veo el partido de fútbol que enfrenta a mi equipo con otro, sin hacer más que eso, mi Barça va y gana. Quiero decir que gana solamente y únicamente gracias a que yo lo veo, a mi acción consciente de asobinarme en el sofá y poner atención al discurrir del partido. Y si no lo veo, si me quedo dormido leyendo lo último de Huntington, o salgo a tomar unas cervezas, o a firmar un suculento contrato… entonces mi equipo pierde, porque yo no estoy, y de esta manera, aunque esté mal en decirlo, me siento particularmente satisfecho porque se demuestra que mi presencia es absolutamente necesaria. Y además lo escribo, lo explico, y si es necesario hasta doy una conferencia, porque es mi deber social y porque, oye, a todos nos gusta que nos regalen el oído. Hay quien se equivoca, y le da por llamar intelectual al mismísimo Pep Guardiola, porque creen los muy ingenuos -románticos trasnochados- que con valentía, fe en los suyos, audacia, riesgo, trabajo, rigor, compromiso e imaginación se cambian las cosas o se consiguen resultados. Lo dicho, pobres pringados, ingenuos, románticos trasnochados con ganas de figurar.
Vuelvo mañana
PD: ¡Qué gran fotografía!: la confianza abierta, sin reservas; la ilusión desbocada, la felicidad plena en un instante...
32 comentarios:
El fútbol es vida, decía alguien.
La vida es y tiene esas cosas para sentir y disfrutar. Mejor con la calma que obliga sentir .
Salud
Es curioso, la de cosas extrañas, parecidas pero distintas que nos ocurren a unos y a otros. También yo tengo la presunción de creer ser capaz de influir en un partido de fútbol. Cuando el Barça se la juega y está perdiendo y quedan ya pocos minutos me escondo en cualquier habitación y me pierdo en un libro. O lo intento porqué pronto me reprocho haberles abandonado a su suerte. Siento que si no estoy delante del televisor con el resto de sufridores de mi casa, deseando que gane nuestro equipo, no van a conseguir marcar ese gol tan necesario. A veces marcan y otras no, y así sé que si se salen con la suya, es sólo gracias a su insistencia y a todas esas virtudes (¿deberíamos hacer algo para modernizar esta palabra?) que tan bien relatas y que ese líder lúcido y valiente intenta inculcar también con el ejemplo, siempre con el ejemplo (otra que sale del armario oliendo a abrigo de tía-abuela).
Entonces convenimos que: lástima de intelectuales de este siglo nuestro y de políticos y de… Pero oye Hablador, tú que lo puedes ver casi todo ¿algunos/as habrá por ahí que sean capaces de despertar y guiar las buenas cualidades que dormitan en nuestra alma hacia un fin noble, no? Un abrazo. Glòria.
Has estado muy gracioso y con un poco de mala baba, que es lo bueno. ¿Sabes que me pasa un poco lo mismo a mí? LO que ocurre es que como soy más ácrata, aunque no más radical, me ocurre cuando el Barça va a jugar y yo no me entero. Da igual si lo veo o no: lo que importa es que yo sepa o no sepa si juega. Si estoy pendiente, aunque no lo vea, pierde. Si no me entero, goleada.
(Aclararé que soy poco futbolero y que si últimamente me entero algo más es porque en casa estamos divididos... qué duro vivir con alguien del Madrid, palabra!)
Ramon, es difícil que el Barça pierda, admítelo...
Yo vi el primer round de la Copa (cuando le robaron el patido al Barça), pese a que Nico se fue a verlo con sus amigos y Adrián, confiado, pobrecillo... lo grabó (por aquello de no desviarse de... los exámenes en ciernes). El segundo round apenas lo vi porque el salón de casa... bullía.Ayer, en Asturias, me enteré de la revancha: el magnífico 0-4 (o al revés).
En fin, recuerdo a mi padre...
Hablador...
No seas cruel! Si las cosas pintan mal, sacríficate por tu equipo, y estáte a lo que hay que estar...
Kisses!
Algunos en mi país , para que gane su equipo, se tocan su genitalidad al comenzar el partido, y dicen que de un lado en especial. Su aseveración es tan fuerte como la tuya . Saludos desde Argentina. Paola
Pinto, esa es una afirmación rotunda de un futbolero acérrimo. Yo diría que en la vida hay fútbol y que como en la vida, se disfruta, se sufre, se siente, y hasta se aprende...
¡salud Pinto!
Gloria, haberlo haylos, ya sabes, como las meigas, peri ¿dónde están? ¿quíen les da tribuna? ¿Qué hacen más allá de su actividad académica o editorial? Yo nos los veo, no influyen, no ejercen el poder que tienen para cambiar nada, excepto los del lado oscuro de la fuerza, que son los que han colocado su discurso y su punto de vista en el centro de la actualidad: El creacionismo es un ejemplo, en el que creen más del 50% de los americanos; la sanidad privada es otro ejemplo, que defienden incluso los familiares de muertos por falta de asistencia. Aquí poco a poco se instala la idea de que la visita ambulatoria hay que pagarla...
¡Salud Gloria!
Ramón, es muy divertido convivir con alguien del equipo enemigo histórico. Yo me los paso en grande con otro merengón muy próximo a mi, y más en estas dos últimas temporadas, en las que nos toca disfrutar a nosotros
¡salud Ramon!
Ana, ya digo, practico el sacrificio del intelectual: lo veo sentado. Cuando sé que la cosa pinta mal, me levanto y me voy (a otra cosa). Si veo que hay tiqui, taca, un par de goles en la primera parte y fluidez en las bandas y dominio del cotarro en el centro del campo, me quedo, y a ganar, y a ponerme la medalla
¡Salud Ana!
Paola,
Está bien eso de tocárselos antes del partido: un gesto muy machote cargado de intenciones. Creo que probaré cuando toque jugar la Champions otra vez
¡salud Paola!
Creo que ya sabes, Mariano, que no soy nada futbolera... aun así, reconozco que me crea curiosidad, observar cómo a "cienes y cienes" de personas se les/nos menean los sensores ante eventos de este pelaje; por ejemplo: la imagen del anciano Sandro Pertini en aquel viejo mundial (el de España, el de naranjito) cuando en la final, Italia marcó gol contra ¿Francia?.. es igual, o cuando se sabe que el deporte "rey"(?)menea la aguja a gente de todos los colores, desde las estepas de Mongolia, pasando por los desiertos de Burkina Fasso, dando la vuelta por las altiplanicies del Yucatán o en Bolivia (donde, creo, las mujeres lo juegan con todas sus faldas y sayas, y descalzas) y aquí en la vieja europa, donde dicen que nació... algo tendrá, termino por pensar... En culquier caso le leí una vez a Paul Auster, que su éxito radica en que no deja de ser una representación de la "guerra en tiempos/contextos de paz"... Inquietante ¿no crees?
Besos
Belen
Yo tampoco soy demasiado futbolero, pero este Barça pone, y pone Guardiola, con su manera de trabajar, que se podría y se debería copias en muchos otros ámbitos.
Qué curioso lo que dices de Bolivia. De hecho, parece ser que los primeros que le vieron algo divertido a darle golpes a un esférico fueron las ccivilizaciones precolombinas.
No sé si has leído "Verde Valles, Colinas Rojas" de Ramiro Pinilla: una catedral literaria de tres tomos en la que se narra la historia mítica y no tan mítica del Pais Vasco, con mitologías inventadas y los enfrentamientos y cuitas a través de la historia de dos o tres sagas familiares. Una de esas mitologías inventadas es el origen, la historia de la invención del fútbol, que como no podía ser de otra manera, tuvo lugar en las playas de lo que ahora es Getxo, antes de que ni siquiera naciese la loba que amamantó a Rómulo y Remo. Dos tribus, una indígena (vasca) y la otra proveniente de lo que ahora es Gran Bretaña, se disputan el territorio dándole patadas al cráneo pelado de un animal: 800 contra 1200. Por supuesto, ganan los indígenas, los vascos, y desde entonces esas tierras vuestras son lo que son, porque si no ahora se hablaría inglés... Muy, muy recomendable.
¡salud Belen!
Tomo nota, Mariano. Gracias.
Estoy convencida de tu visión de futuro, porque tienes una mente bien amueblada. El peso de los siglos también influye, no lo pierdas de vista.
De lo que no puedo opinar es de fútbol. Para mí, es chino. Aunque veo muy cerca, y me hace gracia, esa pasión desbordada.
Ya sabes, a no perderte un partido del Barça.
¡Salud, Mariano clarividente!
Creo que me perderé más de uno y más de cinco Isabel, pero estoy convencido de que Pep ya ha dado con la fórmula para ganar cuando yo no vea el partido
¡Salud Isabel!
Hablador, hace tanto tiempo que no veo fútbol que no recordaba a Zola. ¿Con qué equipo dices que jugaba? ¿Es de la época de Platini y Urruticoechea?
A ver si me despabilo porque desde que me caí al suelo estoy totalmente atolondrado.
Salud, Quisque
...i va el tio i lliga Zola amb el futbol, això és gràcies al Guardiola o és el teu propi talent?
Barretada per el post
Culturajos, Zola jugaba en el equipo de Dreyfus, el pobre...y Urruti, qué recuerdos, era el cromo que más valía en mis primeros tiempos de mi tercera vida, porque tenía el nombre más largo junto al de Roberto Fernández. De esto 'Leolo' sabe un montón.
¡salud Quisque!
Viva lectora, jo crec que Guardiola ens il.lumina a tots. Al final serà l'intel.lectual a seguir. I ho dic sense cap ironia.
Gràcies pel barret, de debó. Els camins de la història son inversemblants. Si Zola llegís aquesta entrada, segurament em publicava, però davant del jutge!
¡Salut viva lectora!
Tan intelectual y apasionado del futbol? Eres primitivo.
Te equivocas en casi todo querid@ anónim@: ni intelectual ni apasionado del fútbol. Primitivo si, mucho.
Las dos primeras virtudes las tiene Pep Guardiola.
¡salud!
Postulo al Barça para el próximo Premio Príncipe de Asturias a las Bellas Artes.
Querido Mariano, el fútbol no es lo más importante, es... ¡LO ÚNICO IMPORTANTE!
Je, je, no lo dudo Thornton
Y de las bellas artes, si señor, porque si el toreo lo es por qué no lo va ser un pase de Xavi, un regate de Mesi o una diagonal de Iniesta
¡salud!
...de pobre, nada!
La verdad es que los futbolistas son arte puro sobre todo en la parte de los muslos y entrepierna ,y tambien en brazos y demás musculitos,y a reirse del David de Miguel Angel.
Anne, es verdad, ...cito, cito, pequeño, diminuto, pobre-cito
¡Salud!
Anónimo
¡Cómo andamos, eh!, Hoy estás de suerte, que es víspera de sábado. y ya falta poco...
¡Salud y suerte!
El poder de tu mente es inmenso. Estábamos equivocados cuando pensábamos que Guardiola, Messi o Xavi eran la clave del buen hacer del Barça. Ahora -después de leer tu entrada- he descubierto la razón de tanto éxito. Por favor, no te pierdas el Real Madrid - Barça.
¡Ja, ja!. No sé si lo veré. Para tu tranquilidad, creo que Pep no está nada preocupado por mi posible ausencia en el clásico.
¡Salud Arobos!
Hola ,soy Pep,que sin tí el partido no es lo mismo,no me falles.
Bueno Pep... pues te fallé, no os vi jugar anoche, y tal y como ya sospechaba, os sobrais y os bastais para meterle 3 al más pintado.
¡Salud! quien quiera que seas
Ya te he dicho que soy Pep,incrédulo. Yo aparte de futbolero soy intelectual y te sigo.
Es todo un placer, pero creo que nunca te hubieses defido a ti mismo como futbolero e intelectual.
¡Salud!
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