Estoy bajo los efectos del vértigo por tener que escribir sobre el poemario de una autora a la que ni siquiera conozco, de la que jamás he leído una palabra. Borges decía que la mejor manera de leer un libro era entrar virgen a él, es decir, desconocer todo lo paraliterario que lo rodea o que pudo haber influido en su creación, de manera que entre la obra ,el lector y su interpretación no hubiese más intermediarios que los ojos y el tiempo, aunque siempre he pensado que el consejo en cuestión no fue más que otra broma más del argentino, pues como todo el mundo sabe, Borges se leyó hasta lo que no estuvo escrito y resulta difícil creer que no conociese al contexto vital e histórico de cada unos de los autores a quienes visitó.
Lo único que yo sé de Mariel Manrique (Buenos Aires ,1968), autora de “La Constelación de Andrómeda”, es que actualiza diariamente su blog “Pájaro de China”; que tiene en Mª Jesús de “Paradela de Coles”, en Isabel Martínez y en Ramon Eastriver a sus amigos, y fieles lectores , quienes me han invitado muy amablemente a sumarme a la iniciativa bloguera titulada “La Semana de…” inaugurada alrededor, precisamente, de esta mujer , abogada, historiadora del arte y poeta que es Mariel Manrique, sin ser conscientes (o quizá a sabiendas) de que me han colocado al pie del abismo, sobre los mismos escollos sobre los que permaneció encadenada la pobre Andrómeda. La propia Mariel nos ofrece de sí misma algunos trazos a vuela pluma, en la solapa de la edición, y nos dice que “cree en la belleza de las piedras, y las bestias, el mensaje cifrado de las flores, la infancia como irrevocable patria de origen, los artistas como alquimistas y terapeutas, los amores como cartas marcadas y las batallas como puentes. Con ellos construyó esta constelación, su primer libro de poemas”.
Y es con la confesión de esos trazos personales con los que la autora estructura su primer libro de poemas, con sus siete particulares estrellas principales de la constelación de Andrómeda: las flores, los minerales, las bestias, los niños, los artistas, los amores y las batallas. Cada una de ellas eslabona el dibujo de su constelación literaria; con cada una de ellas Mariel Manrique se ofrece al lector con su mundo a cuestas, como una autobiografía en la mitad de su vida escrita a través de siete capítulos que se enlazan entre el cielo y el mito, porque “cada noche ella coloca su piedra de amatista debajo de la almohada para poder dormir y, si es posible, soñar y, si es posible, recordar el sueño “, aunque a menudo sirvan para algo diametral o aparentemente opuesto, como es “descubrir el subterráneo sentido de los concreto” . O lo que es lo mismo, la utilización de una galaxia personal, a veces onírica, repleta de fantasías y mitologías, admiradas figuras malditas del rock, pintores geniales, poetas del símbolo y de la lucha, insustituibles compañías esenciales, bestiarios particulares, arquitecturas eternas, o lugares de misticismos lejanos… para llegar a comprender la realidad del devenir propio, la que más se resiste en ser revelada en su forma real, la que discurre bajo las apariencias de lo cotidiano sin ser aprehendida, porque son necesarias altas dosis de valentía para acometer la tarea de desvelarla a través de las palabras, de manera que éstas no nombren o indiquen, sino que transporten a la autora y a quienes leen sus versos a lo profundo de su experiencia vital, al centro mismo de la “Constelación de Andrómeda.”
En apariencia, el origen de la luz que ilumina cada una de las estrellas de esta constelación es alógeno, pero la lectura a fondo y a oscuras de los versos de Mariel -que es como hay que mirar al cielo- ilumina cada aspecto de su vida con el matiz exacto, preciso, que le conviene a cada momento del libro. Quiero decir que la autora se hace servir de un lenguaje sencillo, de términos cotidianos, sin engoles ni falsetes; sin timbales ni musicalidades forzadas, prescindiendo incluso de todo tipo rimas, incluso internas, porque de lo que se trata es de arribar al meollo de la vida con el propio equipaje: las palabras de la calle, la experiencia, la observación, y la memoria dentro de la bolsa, sin preocuparse demasiado por el orden en el interior de cada poema; utensilios usados, que no esconden la huella de su dueña, para un viaje lírico, introspectivo, hacia la señal de las luces que titilan la silueta de Andrómeda. Gracias a esa aparente modestia lingüística a Mariel Manrique le es dada la virtud de la imagen.
“Es la hora del reverso ignorado y el castillo quemándose por dentro”. “La sirenita se muerde la cola y se ahoga en el mar”.
“Me acarició la cabeza con sus manos/ y con su propio pañuelo perfumado la envolvió/, para que no enloqueciera”.
“Niki de Saint Phalle empuñaba el rifle, disparaba sin titubear/y hacía estallar latas de colores/que se derramaban violentamente sobre la imagen.”
“Estoy acá sentada./ Viendo mis perros dormir y a mis plantas crecer./En estricto silencio…”
Y así todo el libro, repleto de imágenes sugerentes, nuevas metáforas, y comparaciones, como cuando se extiende “sobre un papel blanco,/como un pájaro que tiene frío” o como la que define un solo de piano, que es “como una escalera ./ Meandros de seda agitados por interrogaciones, espacios suspendidos y sueltos como globos al azar”, recursos, éstos, que explican y presentan a la propia autora como artista y protagonista absoluta del libro.
Amores
Así que, si el libro de Manrique es un recorrido por sus propias esencias vitales, el amor debe ser, y es, una de las estrellas de la constelación poética que más brillen. Porque además, si algo destaca en el mito de Andrómeda es, precisamente, el tema del amor. La historia es conocida : Perseo, a lomos de Pegaso, rescata a la bella Andrómeda, encadenada por Poseidón a las rocas de un acantilado, como castigo debido a la soberbia de su madre Casiopea. Mariel Manrique explica que “Perseo cabalgaba a un caballo alado, al que inmediatamente obligó a detenerse, absorto en la contemplación de la rehén a la roca. Perseo se había enamorado” A partir de aquí, la autora nos ofrece nueve poemas en los que fluyen amores, desamores, decepciones, sueños, cobardías, rabia, incomunicación, desencuentros, amor filial o fraternal, erotismo y pecado, dolor y placer, y temas clásicos de la literatura como son el tempus fugit y el carpe diem ( la fugacidad del tiempo, de la vida; aprovecha el tiempo, el día, el momento).
Estos son algunos versos que muestran loss vértices de esta estrella:
“Elegí la palabra como elige la espada un samurái/y la empuñé y se hundió en el centro exacto de tu pecho/ y al instante advertí el carácter irreversible del estrago”
“Mientras devastás la casa y amputás mis brazos,/extiendo lo que queda de mi cuerpo/y tiendo un ramo de flores hacia vos”.
“Dale ya lo que tengas, antes de que se vaya/(de que se vaya ella o lo que tengas). Dáselo.”
“Pensaba en una silla compartida y en ella no nos vamos a sentar”
Hay un poema dentro de “Amores” ( en mi opinión, un libro dentro de otro libro) que llama la atención. Se trata de "Los Suicidas de Islandia". Este poema es un relato lírico al abrigo de la oscuridad polar en el que se narra la cotidianeidad de dos amantes durante los largos meses de invierno. Los días transcurren apacibles. La pareja se ocupa placenteramente de menudencias domésticas; leen, duermen cogidos de la mano, tocan el violín, el piano, “se tiraban sobre la alfombra cerca de la estufa a leña/con la cabeza apoyada en las palmas de las manos”[…] mientras “afuera acechaban, como monstruos dormidos,/los geiseres y los volcanes en la oscuridad”. Aislados de todo, y de todos, los amantes viven su amor a salvo de amenazas. Cuando vuelve la luz, al finalizar el invierno… “no supieron qué hacer con la felicidad”...
Soltando lastre
'La Constelación de Andrómeda' finaliza con una coda titulada “Música para invocar a Andrómeda”. Los últimos cinco versos son tres negaciones rotundas y dos imperativos contundentes, y podrían encajar perfectamente en la parte sexta, porque es, sin ninguna duda, un grito despechado en toda regla, una despedida que suelta lastre; algo así como una gran corte de mangas hacia alguien que de manera permanente, en algún momento de la vida, le puso a Mariel Manrique las cosas difíciles, la ató quizá a las rocas de las rompientes hasta que su Perseo, el arte de enlazar palabras, desencadenó para siempre la creatividad de esta argentina indomable, convirtiéndola, más que una Andrómeda liberada, en un Prometeo desencadenado.
Vuelvo mañana
Mariel Manrique ha publicado “La Constelación de Andrómeda” en la editorial Crack-up www.crackup.com.ar
Manrique publica poemas diariamente en su blog 'Pájaro de China'
http://pajarodechina.blogspot.com/
Amores
Así que, si el libro de Manrique es un recorrido por sus propias esencias vitales, el amor debe ser, y es, una de las estrellas de la constelación poética que más brillen. Porque además, si algo destaca en el mito de Andrómeda es, precisamente, el tema del amor. La historia es conocida : Perseo, a lomos de Pegaso, rescata a la bella Andrómeda, encadenada por Poseidón a las rocas de un acantilado, como castigo debido a la soberbia de su madre Casiopea. Mariel Manrique explica que “Perseo cabalgaba a un caballo alado, al que inmediatamente obligó a detenerse, absorto en la contemplación de la rehén a la roca. Perseo se había enamorado” A partir de aquí, la autora nos ofrece nueve poemas en los que fluyen amores, desamores, decepciones, sueños, cobardías, rabia, incomunicación, desencuentros, amor filial o fraternal, erotismo y pecado, dolor y placer, y temas clásicos de la literatura como son el tempus fugit y el carpe diem ( la fugacidad del tiempo, de la vida; aprovecha el tiempo, el día, el momento).
Estos son algunos versos que muestran loss vértices de esta estrella:
“Elegí la palabra como elige la espada un samurái/y la empuñé y se hundió en el centro exacto de tu pecho/ y al instante advertí el carácter irreversible del estrago”
“Mientras devastás la casa y amputás mis brazos,/extiendo lo que queda de mi cuerpo/y tiendo un ramo de flores hacia vos”.
“Dale ya lo que tengas, antes de que se vaya/(de que se vaya ella o lo que tengas). Dáselo.”
“Pensaba en una silla compartida y en ella no nos vamos a sentar”
Hay un poema dentro de “Amores” ( en mi opinión, un libro dentro de otro libro) que llama la atención. Se trata de "Los Suicidas de Islandia". Este poema es un relato lírico al abrigo de la oscuridad polar en el que se narra la cotidianeidad de dos amantes durante los largos meses de invierno. Los días transcurren apacibles. La pareja se ocupa placenteramente de menudencias domésticas; leen, duermen cogidos de la mano, tocan el violín, el piano, “se tiraban sobre la alfombra cerca de la estufa a leña/con la cabeza apoyada en las palmas de las manos”[…] mientras “afuera acechaban, como monstruos dormidos,/los geiseres y los volcanes en la oscuridad”. Aislados de todo, y de todos, los amantes viven su amor a salvo de amenazas. Cuando vuelve la luz, al finalizar el invierno… “no supieron qué hacer con la felicidad”...
Soltando lastre
'La Constelación de Andrómeda' finaliza con una coda titulada “Música para invocar a Andrómeda”. Los últimos cinco versos son tres negaciones rotundas y dos imperativos contundentes, y podrían encajar perfectamente en la parte sexta, porque es, sin ninguna duda, un grito despechado en toda regla, una despedida que suelta lastre; algo así como una gran corte de mangas hacia alguien que de manera permanente, en algún momento de la vida, le puso a Mariel Manrique las cosas difíciles, la ató quizá a las rocas de las rompientes hasta que su Perseo, el arte de enlazar palabras, desencadenó para siempre la creatividad de esta argentina indomable, convirtiéndola, más que una Andrómeda liberada, en un Prometeo desencadenado.
Vuelvo mañana
Mariel Manrique ha publicado “La Constelación de Andrómeda” en la editorial Crack-up www.crackup.com.ar
Manrique publica poemas diariamente en su blog 'Pájaro de China'
http://pajarodechina.blogspot.com/
33 comentarios:
No conocía esta vertiente tuya de crítico de poesía, pero me has sorprendido. Te has empapado bien del espíritu de Andrómeda, qué duda cabe. Y si supieran el resto lo que tardó el libro en llegarte todavía valorarían más esa velocidad apasionada en la lectura y aprehensión del texto. Salud, República y Poesía.
Pues, menos mal que no conocías nada.
Yo tengo la impresión de que ahora lo conoces todo.
Demasié pal body
Chapeau! Me ha gustado ese Andrómeda entre tus dedos... A ella seguro-seguro-seguro que también!
Un abrazo.
Ramon, me he dejado cosas en el tintero, porque hay en "Amores" un par de poemas que valen la pena por si solos, que me recuerdan a "El Pecado" y otras obras de Von Struck, y me hibiese gustado haber hecho una semblanza con ellos. De todos modos creo que a veces la presión del tiempo ayuda.
Como dices, pero de otra manera: ¡Viva la República de las letras!
¡Salud!
MªJesús. Seguramente, porque si la autora es sincera, leer este libro es saber como es, como ha transcurrido la mitad de su vida.
¡Salud!
Lector empachado. ¡Qué buen alias! Me encanta. Si no fuese porque uno se educó con los curas, te lo robaba
¡salud!
Gracias Susana. A mi también me ha gustado participar.
¡Salud!
Yo ayer dejé un comentario aquí, pero hoy se ha perdido, supongo que fue por culpa de mi gran habilidad con el ordenador.
Ya no recuerdo muy bien lo que puse, pero me gusta tu entrada y le encuentro tanto nivel que me siento un poco acomplejada, y siento que yo no voy a estar a vuestro nível.
Bicos
Creo Dilaida, que no se trata de medir niveles. Yo he encontrado esta manera de hablar sobre el libro, buena o mala, como cualquier otra. Así que , como dicen por aquí: ¡endavannt les 'hatxes'! que traducido podría querer decir: !adelante, adelante!.
¡Salud!
Y si yo te dijera que es así y que extiendo mi mano y con la manga larguísima de un sweater que me oculta las manos intento disipar la niebla en el espejo y digo: sí, ahí estoy, en esas palabras, exactas, de algún modo, no sé cómo, pero sí sé cómo, este hombre me ha visto.
Y no daré detalles, porque los intuiste y ese es el don de ciertos ojos sensibles.
Y si yo te dijera que quise ver, al azar, quien era este Pobrecito Hablador y repitiendo el hábito de abrir un libro y caer en una página imprevista, recorrí tu casa a ojos cerrados para abrirlos aleatoriamente en una entrada y lo que vi me nubló los ojos: los almendros florecidos que Vincent pintó para su hermano Theo, cuando Theo fue padre.
¿Será quizá la pintura más luminosa de Vincent? Yo temblé de alegría al verla (porque al pintarla hubo cierta paz en Vincent, lo sé) y volví con una modesta reproducción a Buenos Aires, bajo el brazo.
Era para mi hermano, que no tiene hijos todavía, pero me ha dado, a mí, en mis noches más oscuras, más estrellas de las que caben en cualquier constelación.
Y mi hermano se llama Mariano.
Y leerte hablando de Andrómeda y recorrer tu casa y abrir los ojos lentamente y ver esa imagen fue, para mí, suficiente.
Ya no solo nos hemos conocido. Nos hemos reconocido, también.
Gracias por este lazo.
Y un abrazo muy, muy fuerte.
P.S.: Ahora esta chica que tuvo que soltar y soltar y soltar, para seguir, seguirá tus pasos y se comerá tus palabras.
Mariano José, coincido con todos. Tu entrada es una delicia, una joya de crítica literaria, un perfume escanciado por esa sensibilidad romántica en la que tanto te reconozco.
Ya has visto que hasta Mariel te ha bendecido.
Qué vértigo más bien resuelto.
¡Salud, Mariano!
Son curiosos los vericuetos por donde nos llevan las palabras y las expresiones que utilizamos. A menudo cuando estoy en clase y observo que alguno de mis alumnos "no está", le suelo decir "bájate de Andrómeda y aterriza", presumiendo siempre que Andrómeda es un lugar lejano en las estrellas... A partir de hoy, lo siento un poco más cerca. Tendré que pensar en utilizar otras...
Besos
Qué bueno Belen. Te sugiero, por ejemplo: bájate de la moto (original, eh?) o bájate al moro (esta no, que te despiden y sirve para después subir de nuevo), o bájate de las nubes (también muy original, pero más cerca). Aunque una buena buena sería: iros todos a Andrómeda y dejadme tranquila un ratito.Seguro que esa, a veces, tienes muchas ganas de decirla.
¡salud Belen!
Mariel, Isabel, perdondad, que os he saltado
Mariel, ahora me quedo satisfecho, ahora que la propia autora dice lo que dice. De ahí el vértigo, o la responsabilidad, o la soberbia de ponerse uno a hablar del trabajo de alguien que, seguro, le ha tenido que dedicar horas y horas en soledad buscando, provando, borrando, y vuelta hacia atrás, hasta dar con el supuesto punto final, porque nunca hay un punto final.
¡salud Mariel!
Isabel
Siempre eres muy amable. Con tus comentarios no hay manera de deprimirse. Siempre le sacas algo bueno a todo. Tendrían que contrarte en alguna agencia de autores, como agente de agentes, para alentar con tu positividad a los escritores.;)
Cuando hay vértigo lo mejor es cerrar los ojos una vez visto el abismo, y dejarse ir, porque si no, el primer paso es hacia atrás.
¡Salud Isabel! y muchas gracias. las joyas son algunas de las imágenes, de los versos y de los poemas que contienen el libro de Mariel
Pues gracias por traernos a esta artista tan especial y prolija. Mariel Manrique Y su "Constelación de Andrómeda" es desde hoy más conocdida gracias a ti. Los poemas que nos has traido de ella tienen la magia de la mano del artista, llegarán lejos.
Un abrazo.
Mariel y Mariano ,haríais buena pareja de románticos,por favor, que alguien os presente y conoceros personalmente. Que triunfe el amor.
Yo me siento como Dilaida, un poco perdida por el nivel que hay aquí, pero me quedo con la frase: "no supieron qué hacer con la felicidad".
Un beso, NENA
Mercedes, estoy de acuerdo contigo. Ojalá Mariel continue publicando
Anónim@, siendo este un blog casi literario, nunca le viene mal una Celestina. Preséntate al casting. Porque... mira que hay cosas sobre las que hablar, y vas, y la puta obsesión rosa, telebasura, blogbasura. Lo dicho, necesitas un divan como el comer
¡salud!
Nena
¿Sabes por qué hay nivel aquí? Porque es frecuentado como gente como tu, como Dilaida, y como tantos otros amigos con los que puedo compartir mis inquietudes y que aguantais mis pretensiones, que no te quepa ninguna duda.
Un abrazo, Nena
La crítica del libro en cuestión que haces debe ser estupenda, a juzgar por la alta calidad literaria que en sí misma encierra. Lo que nos pasa a los que asistimos a esta iniciativa titulada "La semana de..." es que no conocemos el libro que se nos presenta, por tanto no podemos valorar en su justa medida la crítica que del mismo haces.
Pero en fin, eso no resta valor a la iniciativa que habéis tenido; al menos, gracias a ella, he conocido el blog de Mariel y he podido leer algunos de sus poemas. Un saludo.
Para no ser crítico ni comentarísta, has escrito una reseña muy buena del libro de Mariel. Y francamente dan ganas de tenerlo, disfrutarlo y leerlo en silencio. Felicidades a ambos. Saludos cordiales.
Hablador, dejaré mi sombrero en tu puerta, porque aquí hay que entrar descubierto. Eres grande y haces grande a la Literatura.
Me quedaría con algo de lo escrito, pero lo que me dejas ha sido una sensación de felicidad y Stendhal.
Gracias y me voy a dormir.
Quisque
Arobos, no te falta razón. De todos modos no había otra manera de hacerlo. La cosa, de cualquier modo, viene a ser como cuando leemos una reseña en una revista o un periódico sobre una novedad editorial o sobre un libro que todavía no tenemos. Nos sirve para plantearnos si comprarlo o no. Os animo a que contacteis con la editorial y adquirais este. Pasareis un buen rato, como yo.
¡salud Arobos!
Isabel Romana, muchas gracias, eres muy amable. Te digo lo mismo que a Arobos: entrad en el web de la aditorial y solicitadlo.
¡salud!
Culturajos, me apabullas. La literatura es grande sola, solita ella, porque contiene a lo largo de su historia grandes nombres y grandes obras y porque nos ha hecho a todos algo más humanos (y no creas que mucho, porque miles de años después, para casi todo, para lo que de verdad cuenta, seguimos en Atapuerca.) Te agradezco el cumplido.
¡Salud Culturajos!, y sigue disfrutando en Bolonia con Quisque
Gracias por quemarte con Mariel.
Un saludo.
Tu blog ,como bien dices es casi literario,pero casi.,porque hablar de futbol no es literatura,casi literato.
Como dijo Melvin Dewey, me parece recordar, al adjudicar a la Literatura la clase 8 de su Clasificación bibliográfica: “es difícil encerrar tanta vida en una clase, porqué todas las clases de esta clasificación son potencialmente literatura siempre que la forma sea adecuada al tiempo y a ella misma.” Salud. G.
Lo siento cité a Dewey de memoria y mal. Esta es la frase correcta “es difícil encerrar tanto conocimiento en una única clase, porqué las 10 clases de esta clasificación son potencialmente literatura, que llegará a ser, siempre que la forma que le dé el autor [/a] sea adecuada al tiempo en que nace y fiel a él mismo” G.
Portinari, no quema, calienta.
Otro saludo
Anónim@, no te enteras de nada.
G (Gloria) te da la respuesta. Apunta y aprende un poco. Muchas Gracias Gloria: Estoy muy de acuerdo con Dewey, del que, por cierto, no he leído nada. Otro más a la lista.
¡Salud!
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