miércoles, 3 de diciembre de 2025

Transición no es revolución

 


Hacía tiempo que no escribía aquí. Si vuelvo hoy es porque hace ya unas cuantas semanas que me interpela en ese extraño rincón de mi cerebro donde residen mis obsesiones, un artículo de mi querido amigo Javier Gomá que publicó el día 23 de noviembre en el diario El Mundo dentro de su sección “Mayoría selecta”.

Gomá publicó el artículo tres días después del cincuenta aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco. Lo tituló “Revolución española”, un título sin duda llamativo con el que pretendió glosar y ponderar “el momento más carismático de nuestra historia”, es decir, la llamada Transición Española

Los artículos de Javier Gomá en “Mayoría Selecta” suponen todo un reto, pues lo que el autor desea expresar está sometido a otra tiranía, la del espacio, ya que no deben sobrepasar las 150 palabras. Esa condicionante exige al autor vasco una gran capacidad de síntesis y sin duda le impide explayarse en los matices y en argumentaciones, muy necesarias cuando se trata de temas espinosos o que provocan pasiones y debates encendidos.

La cuestión es que con la idea de obedecer de una vez por todas a las insistentes reclamaciones  de mi cerebro, tengo que opinar sobre lo que escribió Javier Gomá al resperto de lo que ocurrió en España después de la muerte de Franco. De manera que, para ser justos, yo escribiré hoy una reflexión sobre “Revolución española” sin sobrepasar tampoco los barrotes tiranos del espacio, o asumiendo el dolor que produce ese instrumento de tortura de la dirección general de periodismo que obliga a las 150 palabras.

 

Este es el artículo de Javier Gomá

Revolución  española

"Hace medio siglo murió el dictador y lo sucedió un rey absoluto. Tres años después, se aprobó una constitución que declaraba soberano al pueblo y hacía de la corona, vaciada de potestades, un símbolo. Si se define la revolución como el desplazamiento súbito de soberanía, entonces en ese trienio de oro, el momento más carismático de nuestra historia, tuvo lugar entre nosotros una revolución total, por mucho que sus promotores prescindieran de la violencia y observaran el procedimiento de la ley a la ley. No se levantó una mitad social contra la otra, como tantas veces antes, sino el presente contra el pasado, haciendo prevalecer con admirable inteligencia social una imperfección pacífica sobre un perfeccionismo conflictivo. El resultado fue la mayoría de edad de España como país moderno y un regalo para el mundo: el ejemplo de una revolución política más civilizada que la americana, la francesa o la rusa."

 

Aquí mi artículo

Transición no es revolución

El sustantivo de una revolución es el derrocamiento; el predicado, el cambio radical en la estructura social, la economía y los valores culturales. Por muy orgullosos que estemos de ser un país democrático sin padecer otra guerra civil, lo que ocurrió en España tras la muerte de Franco no fue una revolución. Sí fue un proceso cruento, que costó, según algunos autores, cerca de 800 muertos, dirigido efectivamente por el criterio de la ley a la ley, gracias al cual permanecieron en sus lugares de privilegio quienes ostentaron el poder de las estructuras franquistas, todavía hoy vivas, indecentemente visibles sobre todo dentro de la judicatura. Dos intentos de Golpe de Estado mediante, el resultado fue una soberanía intermediada por partidos, en ocasiones corruptos: gigantescas estructuras verticales que pretenden representar a los ciudadanos. Por eso, ciertamente nuestra democracia es mejor que una dictadura, pero no es el fruto de ninguna revolución.

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