martes, 21 de mayo de 2019

Carta desde la prisión



Ahora que soy prisionero de una Administración irracional, incomprensiva y represiva, no me queda más remedio  que repetir una vez más que ya había avisado, insistentemente. Los que me conocen y me siguen  dieron cumplido  testimonio de que incluso,  yo, en persona,  había mostrado mi sincera voluntad de llegar a acuerdos, de negociar, de dialogar, pero como quiera que la respuesta siempre resultó negativa, no me quedó más remedio que demostrar la absoluta determinación de llevar a cabo aquello en lo que yo creía,  aquello que yo consideraba un derecho inalienable. Y meses después, a pesar de recabar solidaridades, complicidades y la comprensión de la comunidad internacional, me encuentro con el más hiriente de los silencios, con una soledad infinita que resuena en las paredes de mi celda. Sólo hallo el abrazo reconfortante de los amigos y amigas  que me apoyaron y ni siquiera aquellos que vocean día y noche palabras de justicia y de progreso muestran decididamente  una actitud fraternal hacia mi causa. 

Ahora que dispongo de todo el tiempo del mundo para reflexionar sin la tiranía de las agendas o los requerimientos de la familia,  puedo confirmar mi compromiso inequívoco con la causa que defiendo, y  una vez más, afirmo  y constato que ante las injusticia de las leyes vigentes, tenemos nuestro derecho a cambiarlas; mejor si es  con el diálogo, pero si la administración del Estado, en su cortedad de miras, no se aviene a nuestros postulados, no nos queda más remedio que tomar la vía unilateral, porque  conducir por la izquierda es mucho más elegante que por la derecha, porque cuando en un cruce  nuestra inteligencia, nuestra rapidez de reflejos y nuestra sola mirada bastan,   una señal de Stop es una atentado contra la libre circulación de vehículos, contra nuestro sagrado derecho democrático a conducir, a detenernos y a circular como queramos y cuando queramos.

Las leyes que regulan el tráfico están obsoletas, viejas antiguallas  propias del régimen del 78 y, por tanto,  nos vemos obligados a rehusar cualquier  tipo de responsabilidad   por  las víctimas ocasionadas debido a nuestra acciones de protesta conduciendo por el carril izquierdo o haciendo caso omiso a las señales de Stop. Ya avisamos de que lo haríamos. Ya dijimos que si la Jefatura de Tràfico no dialogaba pasaríamos a la acción; no bromeábamos. El choque, el accidente, y  todo lo que ocurrió después de derogar unilateralmente  el viejo y reaccionario  código de circulación debe  recaer sobre  la conciencia de los partidos políticos que quieren imponernos unas leyes del todo antidemocráticas y, sobre todo, que  impiden nuestro derecho a la autodeterminación viaria.

Sin embargo, nos dicen que no somos mayoría, que las leyes las hicimos todos, son de todos y todo el mundo tiene el deber de cumplirlas. Pero no entienden que la razón está de nuestro lado, porque hemos demostrado que somos más adelantados y más inteligentes que nadie y no podemos esperar a que un pueblo atrasado, inculto, sumido en el embrutecimiento, nos dicte cómo tenemos que conducir. ¡Pero no podrán con nosotros! Tarde o temprano instauraremos un nuevo código de circulación, le pese a quien le pese, con la firme y enérgica  voluntad  de nuestro pueblo. ¡Luz en los ojos y fuerza en los brazos! ¡A todo gas, y por el carril izquierdo, sin Stops! ¡Hagamos Historia!

4 comentarios:

Belén dijo...

Del Brexit, o así, no hablas ¿verdad?. Un beso enooooooooooooorme

El Pobrecito Hablador del Siglo XXI dijo...

Uf! El Brexit, dices...
Algo parecido, con populismos patrióticos, la izquierda desorientada, sin saber qué papel jugar, atrapada en una trampa, y ...

Creo que es más fácil explicar la cuestión catalana. En realidad se despacha con el código de circulación, y me he dado cuenta ahora, porque mira que le he dedicado horas, y palabras... ¡Qué desperdicio!

Belén, un abrazo muy fuerte.

¡Salud!

Anónimo dijo...

Jajaja. Le mandé tu artículo a Eloy (Chatarra) y no cogió el doble sentido y me respondió. "No quiero saber nada de los C.D.R."
Ya se lo he aclarado y le he pedido perdón por no haberle explicado un poco para que lo cogiera en la distancia.
Ahora dice: "Suscribo todo lo que dice el hijo de Chisco que creo no conocer. Yo también fui maestro en Barberá del Vallés."
Muy buen articulo, si señor.
Venga a seguir adelante.

El Pobrecito Hablador del siglo XXI dijo...

¡Qué bueno!¡y muchas gracias, serrano !