Miren, la cosa es ésta, la cosa está como sigue:
Un buen día creí que de la pura reflexión escrita en dos folios con cierta gracia podía pasar a explicar historias que le interesasen a alguien más que a mí, que contuviesen cierto grado de belleza, y que inluso pudiesen llegar a emocionar, aunque fuese durante un instante breve, como el que transcurre entre respirar y expirar, entre el parpadeo espontáneo de dos ojos, entre finalizar una línea y comenzar a leer otra.
Llegué a creer que, tras innumerables lecturas, tras miles de horas laborables escribiendo cientos de párrafos cumpliendo escrupulosamente con los preceptos de la ley sagrada del sujeto+verbo+complementos y destinando algunas horas a la semana a la supuesta creación literaria, un día -un feliz día de otoño, a ser posible- miraría de frente a mis criaturas y me enorgullercería por haber sido capaz de crearles un mundo en el que vivir, en el que permanecer por siempre estampadas en forma de letras, palabras y frase impresas sobre el papel encuadernado.
Desde aquel día han pasado algunos años en los que se han sucedido intentos, algunos hallazgos, y horas de ilusión que han acabado por producirme una profunda sensación de decepción y de frustración; la certeza de que el placer estético y la mejor inversión del poco tiempo de que dispongo no se encuentra en la vanidad propia, o en la pretensión engañosa de querer ser a toda costa lo que no soy, sino en la lectura placentera y aleccionadora de los grandes maestros quienes -ellos y ellas sí- nacieron con la estrella de los dioses gravada a fuego para decidir, como un monje de clausura, destinar por completo y sin reservas su vida a la literatura.
Y si no es así, no vale la pena. Si no es así, uno podría algún día leer su nombre impreso en el lomo de un libro, o ser citado algunas decenas de veces en las secciones de crítica de los diarios. Esos momentos de pasajera celebridad se convertirían en poco tiempo en nada, en algo más despreciable que nada, en vanidosa pretensión, en producto perecedero, en un blíster de embutido que se deja olvidado en la nevera a medio abrir en un rincón, al fondo, hasta que percibimos cierto olor a podrido y lo descubrimos y con asco lo lanzamos a la basura.
Es todavía peor. Cuando uno llega al convencimiento de que ni siquiera va a ser capaz de construir algo perecedero, intrascendente, algo con lo que pasar media hora de trayecto en el metro, lo más inteligente y honesto es no perseverar en el intento y renunciar.
Me duele por Adan, por Lorente, Maruja, Mercedes, Augusto y Melchor; un poco menos por In Bot (Que le jodan. Es lo único de lo que podría enorgullecerme: ser el primer ciudadano que se deshace de un banquero).
Me duele también, y sobre todo, por mis sueños, hoy de cuerpo presente, en capilla, ya fríos, tiesos como estacas. Sirvan estas líneas de homenaje, funeral y sepelio.
Siempe me dijeron mis sueños -porque mis sueños me hablan- que el día de su muerte, no les llevase flores, y que sonase en su recuerdo, durante media hora, una canción de Lichis. Requiescat in pace
Cuando te vas
se me mueren las macetas
que no las riego con llanto
de tanto llorar los ojos se me secan
que no las riego con llanto
¡ay! de tanto llorar los ojos se me secan.
Y con los ojos sequitos
la mirada se me ciega
y el corazón que no ve
ni siente, ni padece
se mustia y se muere de pena
y el corazón que no ve
ni siente, ni padece
se mustia y se muere de pena
Por eso te planté
mi corazón en una maleta
pa poder echar raíces
donde quiera que tu estés
Por eso me arranco la piel
pa que te hagas una maleta
para cuando eche de menos
el cuerpo que ciñen tus prendas
para cuando eche de menos
el cuerpo que ciñen tus prendas.
Donde quiera que estés
sácame al balcón
a lucir mi amor sincero
que se entere la gente
que no soy uno más
en tu macetero.
se me mueren las macetas
que no las riego con llanto
de tanto llorar los ojos se me secan
que no las riego con llanto
¡ay! de tanto llorar los ojos se me secan.
Y con los ojos sequitos
la mirada se me ciega
y el corazón que no ve
ni siente, ni padece
se mustia y se muere de pena
y el corazón que no ve
ni siente, ni padece
se mustia y se muere de pena
Por eso te planté
mi corazón en una maleta
pa poder echar raíces
donde quiera que tu estés
Por eso me arranco la piel
pa que te hagas una maleta
para cuando eche de menos
el cuerpo que ciñen tus prendas
para cuando eche de menos
el cuerpo que ciñen tus prendas.
Donde quiera que estés
sácame al balcón
a lucir mi amor sincero
que se entere la gente
que no soy uno más
en tu macetero.
8 comentarios:
Espero que estes de broma jajjaja, eres escritor y los escritores lo son hasta que mueren. Un abrazo.
Estoy de acuerdo con Hostal mi Loli, eres escritor y a los escritores NOS GUSTA QUE NOS LEAN.
Al leer tu entrada se me ha hecho un nudo en el estómago.
Respeto tu decisión pero no la comparto y hoy no me despido con un beso.
Me has jodido lo que resta de día.
Ester
Me sumo a los comentarios anteriores, desde la protesta y el lamento.
Creía que el día de los Santos Inocentes áún no había llegado, porque suena a inocentada. Tú sabes bien que escribes con sentido, y mucho mejor que ciertos miembros de la pléyade carpetovetónica. Y sobre todo, sabes que se escribe por la vida, por este presente... Sin más. Tus lectores del Blog te justifican.
Hasta luego!
¡No sabies cuánto agradezco los ánimos! Pero como le dijo Don Quijote a Sancho, "yo sé quien soy".
Ha llegado el momento de ser sincero conmigo mismo. Seguiré escribiendo y compartiendo lo que veo, lo que pienso a través de este blog, pero la pretensíón de llegar a algo más me la guardo para mí. Yo y solamente yo voy a ser testigo y lector de mis ambiciones, y el día que considere que todo está como tiene que estar, ése día intentaré que alguien más lo lea.
Hasta el momento considero que, sencillamente, he aprendido a esbozar siluetas, a ensayar con las perspectivas, a buscar aquí y allá voces, estilos, maneras, léxico... Sin embargo, no tengo nada que explicar que no pueda escribir en folio y medio.
Me obsesionan algunos temas que quizá, sí, requieren de más espacio, con los que podría construir algo más serio, más consistente, pero hasta el momento no me siento satisfecho respecto al modo con el que he intentado expresarlos. Así es que creo que lo mejor es no engañar a nadie y tampoco a mí mismo. El día que tenga la certeza abosoluta de que tengo algo que ofrecer, de que quiero de verdad destinar todas mis energías al oficio del arte con resultados mínimamente dignos, ése día ya me ocuparé de hacer todo lo posible por darlo a conocer.
Un beso fuerte, Loli, Ester, Ana,y gracias infinitas por vuestra fidelidad y vuestro apoyo.
¡Salud!
Ya te imagino al tanto de que existen los microrrelatos (pese al abuso) y los dietarios... Creo que eres tan estupendo descodificador del presente como tu alias.¡Ánimo!
Gracias otra vez Ana. De momento seguiré leyendo, y leyendo, y leyendo, y mirando, y poniendo el oído aquí y allá por si surge algún detalle que desvele alguna categoría.
Besos, y mucha suerte para tu novela.
No se preocupe. El próximo texto siempre nos espera agazapado, y nos da con tanta fuerza y con tal sorpresa, que es bello no esperarlo.
Temo encontrarlo y no estar preparado para la ocasión.
Es un placer tenerte por aquí Juan.
¡Salud!
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